Cinthia Valle: subsistir y resistir en este sistema patriarcal
Cinthia Valle nació en Baja Verapaz hace 38 años. Es una mujer trans hija de una madre soltera. Fue obligada a migrar al departamento de Suchitepéquez, acción que denomina como desplazamiento forzado. Buscaba escapar de la pobreza, la falta de oportunidades y los transfeminicidios que ocurrían en su comunidad. “Buscaba sobrevivir, huir de la violencia y resguardar mi vida”, explicó.
Llegó a Suchitepequez a ejercer el trabajo sexual. “Pensé encontrar un auxilio, pero fui a caer en la explotación laboral”, señaló. Trabajó en un almacén por un salario de quinientos quetzales mensuales. Allí, solo descansaba un día y no tenía permitido salir a la tienda durante el horario laboral.
“La necesidad de comer y vivir me obligaba a seguir allí, porque pensaba que, saliendo a la calle, no tendría a dónde ir”, expresó. Pero, fue también en Suchitepéquez donde conoció a la Organización Trans Reinas de la Noche (OTRANS). Poco tiempo después, junto a otras compañeras, fundó la Red Nacional de Personas Trans.
Cinthia decidió volver a su departamento. Fundó el colectivo OTRANS de Baja Verapaz, al cual se unieron 25 mujeres trans de distintos municipios. Fue así como inició el trabajo de hormiga. “Comencé inculcándole a las compañeras la cultura de denuncia. También nos acercamos a instancias del gobierno, como la policía, para que empezaran a respetar nuestra identidad de género”, señaló.
En su departamento, cinco de sus compañeras trans fueron víctimas de transfemicidios. Cinthia las llama “ancestras”, porque reconoce la importancia de conmemorar sus vidas. “Esto solo remarca la violencia hacia nuestra identidad de género. No nos matan por ser hombres vestidos de mujer, sino por ser mujeres”, indicó.
El trabajo por la salud de las mujeres trans
Cuando Cinthia regresó a Alta Verapaz fue testigo de cómo las mujeres trans se automedicaban hormonas y sustancias químicas con el propósito de “feminizar sus cuerpos”. Por este motivo, junto a sus compañeras de OTRANS, comenzó a trabajar de la mano del Ministerio de Salud y de Asistencia Social (MSPAS). En conjunto, realizaban voluntariados en los que informaban sobre los efectos nocivos para la salud de estas prácticas.
“Cuando comencé a ejercer el trabajo sexual no sabía del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH)”, recordó Cinthia. Siendo una trabajadora sexual en Suchitepéquez que otra compañera trans le comentó sobre ello. Como integrante de OTRANS y junto al MSPAS, se comprometió a informar a otras mujeres trans sobre esta epidemia y la importancia de utilizar preservativo.
El colectivo OTRANS de Baja Verapaz también se ha dedicado a informar a otras mujeres trans sobre la identidad de género y la salud integral. “Éramos muchas compañeras trans, pero carecíamos de la información sobre la identidad de género”, reconoció Cinthia.
Vivir, no sobrevivir
A los 38 años, Cinthia cursa el tercer semestre de la carrera de Enfermería. Señaló que este ha sido su sueño y se encuentra feliz de retomarlo. “En aquel entonces, desde niña, no tenía oportunidad más que pararme en una esquina a ejercer el trabajo sexual y esperar que llegara la violencia”, explicó.
Según Cinthia, el Estado de Guatemala es el responsable directo de la violencia hacia las trabajadoras sexuales trans. “Nos enmarca y nos empuja por la falta de oportunidades, de educación, de una vivienda digna y por el hambre. El gobierno no nos da ninguna garantía sino al contrario, crea leyes regresivas que fomentan el odio hacia las personas trans”, explicó.
En este sistema, “no nos queda otra que subsistir y resistir a este sistema patriarcal, pero seguimos en la lucha como mujeres”, finalizó.