Así fue mi primera mamografía

Soy una mujer de 40 años y cuando estaba por cumplirlos sentí una masa pequeña en mi seno izquierdo. No la había sentido antes al realizar el autoexamen de mama, así que no dudé en hacer una cita médica con el ginecólogo.

Por Violeta Cetino

Debo admitir que el miedo me invadió. Previo a la cita, todo tipo de pensamientos venían a mi mente: ¿Qué pasaría si tuviera cáncer? ¿Lograríamos con mi familia costear los tratamientos? ¿Qué sería de mi hija si yo muriera a consecuencia de esta enfermedad? 

El doctor me hizo un tacto en ambos senos e identificó una leve protuberancia en el área donde yo detecté, así que me indicó hacerme una mamografía. Yo siempre había escuchado que este examen se lo realizan las mujeres de 40 años en adelante, así que le pregunté al doctor si yo, teniendo aún 39, debía hacérmelo. Él me respondió que era lo médicamente aconsejable, porque además en dos meses yo cumpliría los 40.

Es importante comentar que además de esa masa, mi periodo menstrual se ausentó y tenía 15 días de retraso. Luego de hacerme una prueba de embarazo, esta posibilidad quedó descartada. 

Días después acudí a hacerme la mamografía. Fui a un laboratorio privado donde ofrecen este servicio, pues el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social no nos garantiza estos tamizajes en ninguno de los centros de salud bajo su administración. 

Ingresé a la recepción donde pagué y enseguida me hicieron pasar a un vestidor. Debía quitarme toda la ropa, a excepción del calzón, y colocarme una bata que tenía en la parte de los hombros dos ataduras, que al separarlas permitían descubrir la parte superior del torso.

Pasé a una sala donde se encontraba una máquina grande y las dos mujeres que me atenderían: una para realizar la evaluación y la otra, para marcar los registros en una computadora. En años anteriores mi mamá ya me había contado cómo era hacerse una mamografía, con una descripción clara, por lo que esto no me parecía del todo ajeno, pero cuando la señorita me pidió que me pusiera de pie frente a la máquina y que colocara el primer seno en la placa, el frío y el temor a la presión me pusieron la piel de gallina. 

Ambas me explicaron que el examen no debía ser doloroso, que únicamente sentiría una presión en la mama y que debía indicarles si no la soportaba. La máquina ejerce presión sobre el seno al contar con dos placas: una que recibe el pecho y la otra que desciende sobre este hasta presionar lo suficiente como para detectar cualquier anomalía, primero con un seno y luego con el otro. 

Al concluir me vestí y me indicaron que los resultados tardarían un par de días en llegar. Finalmente encontraron en mi seno una calcificación de origen benigno y recomendaron realizarme un nuevo estudio un año después o bien, una vez al año por el resto de mi vida. 

Existen cambios hormonales a lo largo de la vida de las mujeres que generan alteraciones en nuestros ciclos menstruales, en nuestros cuerpos, o en mi caso, una calcificación en las glándulas mamarias. La ciencia ha avanzado lo suficiente como para hacer una detección temprana del cáncer de mama, sin embargo, en Guatemala no existe información accesible sobre este tema, sumado a los costos que representa acudir con un médico, realizar los exámenes en un laboratorio privado y adquirir un tratamiento, en el caso que fuera necesario. 

En el país el cáncer de mama se ha mantenido como la segunda causa más fuerte de muertes en mujeres, lo que hace necesario que se atienda inmediatamente desde la prevención y la detección temprana a quienes acuden a los servicios de salud públicos. Estos dos aspectos podrían salvar la vida de muchas mujeres. 

Violeta Cetino

Soy mujer mestiza, periodista y profesional de la comunicación. Me apasiona contar historias y me interesa un mundo más digno para la niñez y la adolescencia, así como la visibilización de las demandas populares y sectores desfavorecidos de la población.

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