Aquí están ellos, aquí están sus huesos

Fotografía: Nelton Rivera

El juicio por el caso Sepur Zarco lleva ya más de una semana de haber empezado, se está juzgando a un coronel y a un comisionado militar[1], los militares cometieron una serie de crímenes tipificados como de lesa humanidad, entre éstos la violación y esclavitud sexual durante al menos seis meses en contra de aproximadamente 20 mujeres.

Durante dos días el 10 y 11 de febrero fueron presentadas ante el Tribunal las osamentas de 38 personas desaparecidas en la Finca Tinajas de Panzós Alta Verapaz y en el destacamento militar en Sepur Zarco en El Estor Izabal.

Los peritos iban abriendo caja por caja, iban sacando los huesos, restos de ropa, zapatos o porta documentos, fueron siete las osamentas encontradas en la exhumación en Sepur Zarco, solamente cinco osamentas fueron las que el tribunal recibió hoy como prueba, faltaron dos, estas ya fueron identificadas y por eso se entregaron a sus familias.

Ellos eran cinco, llegaron en cinco cajas de cartón. Cada caja lleva escrito letreros que describen donde los encontraron, la fecha, y el código que la Fundación de Antropología Forense le asigna a cada exhumación.

Ellas, sus esposas en 1982 cuando no los vieron regresar se preocuparon, una corazonada les oprimió el pecho supieron que algo andaba mal y salieron a buscarlos, fueron a preguntar al destacamento militar en la aldea Sepur Zarco, jamás los volvieron a ver. Durante varias décadas lucharon por encontrarlos.

Un señor que vive en la aldea Sepur Zarco dentro de su terreno estaba haciendo una letrina, cuando encontró restos de ropa y un poco más abajo había varios huesos. El se asustó y dio el aviso de lo que había descubierto. Casualmente en este lugar estuvo el destacamento militar.

En 1982 el ejército había instalado el destacamento en esa comunidad. Durante seis meses fue obligada mucha gente Q’eqchi a construirlo, se sabe que eran varias comunidades, y levantaron a mano piedra por piedra.

Una vez construído los hombres de la comunidad Sepur Zarco empezaron a desaparecer. Entonces sus familiares en particular las mujeres comenzaron a buscarlos en el destacamento porque sabía que los militares se los habían llevado. Cuando los soldados iban a buscar a los hombres para llevarselos, cuentan testigos que iban guiados por “el canche” Asij que era el comisionado militar.

A ellas las violaban cuando se llevaban a sus esposos, o al saber que se habían quedado solas, también cuando iban al rio, cuando iban solas por los caminos. Muchas de ellas fueron obligadas a hacer trabajo forzoso para los soldados en el destacamento, a cocinarles a lavarles la ropa.

Treinta y cuatro años después las mujeres Q’eqchi´ lograron sentar en un tribunal a dos de los responsables del terror que vivieron en carne propia, sobre su piel: un teniente coronel y un comisionado militar.

En este juicio se está discutiendo acerca de la verdad histórica, los testimonios de las mujeres han sido contundentes, los siguientes días se esperan peritajes y más testigos.

Aquí están ellos, aquí están sus huesos.

[1] El subteniente Esteelmer Francisco Reyes Girón y el comisionado militar Heriberto Valdez Asij, el Canche Asij. Acusados por delitos de lesa humanidad, asesinato, deberes contra la humanidad en su forma de violencia sexual y esclavitud sexual.

Prensa Comunitaria

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