Ana Centeno y Lolita Chávez, pioneras en la defensa de los bosques y la selva

El 21 de marzo se conmemora el Día Internacional de los Bosques y en los territorios de Guatemala cada vez son más las mujeres que lideran las luchas por la protección y conservación de los árboles, recursos naturales, biodiversidad y de otras formas vivientes que los conforman. A través de su labor se convierten en guardianas de los conocimientos ancestrales que residen en las florestas, como Lolita Chávez, en Quiché y Ana Elizabeth Centeno, en Petén.

Por Guadalupe Figueroa

Los bosques juegan un importante rol en la conservación de la biodiversidad,  son pilares de la seguridad alimentaria, sustento de miles de familias y recursos fundamentales para las comunidades indígenas y rurales.  

Sin embargo, actualmente los bosques se enfrentan a amenazas como expansión de monocultivos, deforestación y tala ilegal, expansión de urbanismo a través de las lotificaciones, exploración y explotación de los recursos naturales, desalojos con documentos fraudulentos y criminalización hacia las personas defensoras.

“Sabemos que tenemos fuerza comunitaria y si nos encarcelan o matan, se sabe que es porque defendemos la montaña”, sostuvo Lolita Chávez, defensora indígena guatemalteca, nacida en el territorio K’iche’.

Ante estas amenazas, resisten formas de protección hacia los bosques como la Cooperativa Carmelita. Esta fue formada por personas que habitan la comunidad Carmelita, de San Andrés, Petén, luego de gestionar una concesión ante el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) en 1990, misma que se obtuvo en 1997.  

Desde la Cooperativa sus integrantes han apostado por invertir en becas a nivel diversificado y universitario de las cuales actualmente los mismos jóvenes ya vuelven a la Cooperativa para ser parte de la administración, entre otros proyectos, relató Ana Elizabeth Centeno. 

En el marco de la conmemoración del Día Internacional de los Bosques, Ruda presenta la historia de dos mujeres que lideran la defensa de este recurso natural, que incluso provocó al exilio a una de ellas. 

La montaña, una expresión de rebeldía

Lolita Chávez es defensora indígena guatemalteca, nacida en el territorio K’iche’. Es la última de cuatro hermanos, dos hermanas y un hermano, y desde pequeña ha estado vinculada con todo el planteamiento de lucha, no solo del movimiento revolucionario sino también de su territorio, desde una cosmogonía ligada muy profundamente a la Madre Tierra, al trabajo comunitario y en red, a la expresión del planteamiento de un modelo de vida que abraza a otras comunidades, que no necesariamente es solo la humanidad.

“Nací en medio de la montaña, en una expresión de rebeldía espiritual maya”, afirmó.

Para Lolita parte de su constante formación de educación popular, análisis de la historia y del contexto, le ha servido para entender las estrategias del enemigo en relación al imperialismo, y es así como las luchas crecen, ya no solo la lucha contra las violencias que sufren las mujeres, sino también la lucha en contra de empresas que roban los recursos naturales, por ejemplo la privatización del agua, como un bien común, vinculada como parte de la vida cotidiana en los ríos, las montañas. 

En este contexto, se empieza a plantear en comunidad un movimiento antiimperialista y conforman el Consejo de Pueblos K’iche’ por la Defensa de la vida, Madre Naturaleza, Tierra y Territorio (CPK).

Lolita comentó que los pueblos originarios deben convivir con la Madre Tierra, los bosques, la biodiversidad, el agua… “Los bosques como fuerza guerrera, ya que muchas familias nos hemos salvado por los bosques, por las hermanas y hermanos de la comunidad de los árboles, de las plantas, todo está vinculado a nuestros pueblos, desde los abuelos y abuelas, guerreros y guerreras que han protegido los bosques, entonces tenemos todo un linaje de hermandad”, afirmó.

Lolita compartió que para los pueblos los árboles son simbólicos y respetados, pero, ¿qué pasa cuando llegan las empresas forestales? Las empresas no retoman la memoria o la cosmogonía de los pueblos vinculada a esta comunidad de árboles, plantas o montañas. Las empresas llevan árboles como ciprés, eucalipto que son los más dañinos porque roban el agua, explicó. 

“Entonces empezamos a recibir un ataque hacia nuestra vida, la biodiversidad y la madre naturaleza. Para mi pueblo la presencia de estas empresas forestales tiene que ver con el planteamiento de genocidio como una política para exterminarnos”, contó la defensora. 

Lolita Chávez, el 30 de junio de 2024 en la Plaza de la Niñas tras su regreso del exilio. Foto: Nora Peréz

Además, planteó que las compañías circulan y cortan el vínculo con la comunidad de los árboles y con muchas otras biodiversidades; privatizan los espacios sagrados, cerros sagrados donde los pueblos hacen sus ceremonias. La estrategia de quitarle el agua al pez, es la estrategia de quitarnos toda esa comunidad biodiversa, agregó.

En 2017, mientras Lolita Chávez se encontraba en resistencia y manifestación contra empresas mineras y madereras que operaban en el departamento de Quiché, fue amenazada de muerte por personas desconocidas y acusada injustamente en el sistema de justicia de delitos que no cometió.

Estas acusaciones provenían de las empresas madereras con el objetivo de detener la resistencia de la activista. Como resultado, tuvo que exiliarse para protegerse de la persecución.

En 2024, después de cumplir 7 años en el exilio y tras retirarse los cargos en su contra, la defensora K’iche’ regresó el 30 de junio al país y continuó con su labor. La motivación, según Lolita, es que, a pesar de todo, los pueblos siguen resistiendo, se puede seguir confiando en tejidos territoriales de defensa, convivir con la montaña, el agua y la biodiversidad, poder ver aves, animales o expresiones de vida de la biodiversidad que no se ven en otros lados. 

Así mismo, conocer otros pueblos y organizaciones como el COPINH (Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras), pueblo mapuche, hermanas Kurdas, pueblo palestino, pueblos de Colombia, México, entre otros. 

“Retorné después de 7 años de exilio y me doy cuenta que vale la pena luchar; me motiva el calendario maya que ha persistido más de 5 mil años, el ciclo de la vida de las ancestras como la luna y el sol, mientras que los ciclos del capitalismo, el neoliberalismo, son muy cortos”, agregó.

Conoce más del exilio y retorno en comunidad de Lolita Chávez en el siguiente link:

https://www.rudagt.org/temas/lolita-chvez-activista-kiche-retorna-a-guatemala-tras-siete-aos-de-exilio 

Tras el exilio forzoso, Lolita también ha enfrentado otros desafíos como el de vivir en otro territorio y seguir tejiendo internacionalismo, abrazando otras luchas. “Sabemos que tenemos fuerza comunitaria y si nos encarcelan o matan, se sabe que es porque defendemos la montaña”, puntualizó.

La defensa del bosque es profunda y también plantea una postura en contra de los incendios, en contra de la siembra de árboles de monocultivo, en contra de los grandes finqueros que compran las tierras y llevan la minería, ganado, las hidroeléctricas, monocultivos, etcétera. 

“Los pueblos hacemos asambleas, tenemos la guardia territorial de la montaña elegida por el pueblo como un servicio comunitario, hacemos movilizaciones, estamos constantemente reivindicando como el día que hicimos nuestra consulta comunitaria de Buena Fe, donde más de 27 mil personas votamos en que no vamos a permitir la presencia del extractivismo”, dijo la defensora.

La comunidad que defiende la selva petenera

Ana Elizabeth Centeno es originaria de la comunidad Carmelita, de San Andrés, Petén, una localidad ancestral con más de 100 años de existir en la Reserva de la Biósfera Maya, con aproximadamente 650 habitantes. La mayoría de sus descendientes son personas mexicanas y ha sido pionera en el tema de conservación de los bosques. 

“Es una comunidad que se conformó por la actividad chiclera como un centro de acopio, campamento chiclero y luego ya se fue formando una comunidad”, contó Ana.

En 1990, aún no sabían qué era trabajar bajo planes de manejo forestal. Pero, luego de formarse en el tema y organizarse lo empezaron a hacer y trabajaron los recursos como el chicle, xate y pimienta. Fue así como decidieron proponer y gestionar una concesión ante el Consejo de Áreas Protegidas (CONAP). “Yo participé desde el primer consejo de administración provisional de la Cooperativa, soy socia fundadora y he hecho gestión, incidencia y representación”, afirmó.

Ana compartió que aparte de trabajar en los manejos forestales, también decidieron apostarle al turismo comunitario, una actividad que se ha convertido en un pilar para su economía durante todo el año, ya que genera beneficios comunitarios tanto para hombres como para las mujeres. 

Además, reciben capacitaciones por parte del Instituto Nacional Guatemalteco de Turismo (INGUAT) para ser guías locales. Actualmente, hay aproximadamente seis mujeres guías que hacen el trabajo igual que los hombres y su salario es igualitario. 

Dentro del plan de inversión anual y plan de trabajo, la Cooperativa Carmelita deja un fuerte capital para trabajar sobre el control y prevención de incendios que suelen darle durante el verano, se capacita a la población para el trabajo desde el uso de cámaras y drones. 

La comisión encargada se mantiene activa durante todo el año controlando y vigilando el área concesionada. Parte de los recursos económicos obtenidos se vuelve a invertir en el propio bosque. “Para nosotros los bosques representan vida, sin ellos no seríamos nada, es por ello que nosotras los conservamos y cuidamos”, agregó Ana. 

Una de las amenazas a las que se enfrentan los bosques en esta región del país son las empresas inversionistas que desean instalarse en el Parque Mirador o la implementación del Tren Maya, ya que se pierde la conexión al momento de experimentar y hacer el turismo comunitario, mismo que respeta los bosques y la biodiversidad.

Ana reflexionó sobre los desafíos que enfrentan las mujeres cuidadoras de los bosques, y aseguró que estos son los que las mismas mujeres se imponen, como el temor a participar, a salir y gestionar. “Debemos mostrar que las mujeres somos capaces de muchas cosas”. 

La Cooperativa es integral, aproximadamente 68 mujeres son socias. El consejo administrativo actual está integrado por cinco miembros, tres son mujeres y dos son hombres, así como en la comisión de vigilancia dos son mujeres. 

Le han apostado a diversas inversiones, como becas a nivel diversificado y universitario de las cuales actualmente los mismos jóvenes ya vuelven a la Cooperativa para ser parte del aparato administrativo contable laborando directamente.

“Es importante la conservación y cuidado de nuestros bosques, si uno no conserva, más adelante se va a lamentar y hay que dejarles a nuestros hijos el bosque. Sigamos contribuyendo con la conservación de los bosques y todos hagamos conciencia de la importancia de conservar los bosques porque sin ellos no podríamos vivir”, reflexionó Ana sobre el presente y futuro de las nuevas generaciones. 

Ana Elizabeth Centeno, originaria de la comunidad Carmelita, de San Andrés, Petén, y defensora de los bosques a través de la Cooperativa Carmelita. Foto: cortesía

Ruda

RUDA surgió en 2017 entre reuniones e ideas del consejo editorial de Prensa Comunitaria bajo la necesidad urgente y latente de tener un espacio digital en dónde evidenciar, publicar y visibilizar las luchas de las mujeres.

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