Virginia Laparra habla fuerte y claro

Virginia Laparra habla fuerte y claro: “Dos años presa. Fue muy traumático. Salí con vida por muy poco, pero salí con vida. Y esa vida y la libertad que hoy tengo la voy a cuidar y a preservar y prometo utilizarla para algo positivo en el futuro”.

La exfiscal de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) habla desde el exilio al que tuvo que recurrir para resguardar su vida e integridad tras la persecución y criminalización emprendida por la titular del Ministerio Público de Guatemala, Consuelo Porras, el exjuez Lesther Castellanos y su representación legal, quienes le acusaron de abuso de autoridad, de revelar o filtrar información reservada de una audiencia realizada en julio de 2017 y cuyo caso estaba bajo reserva.

La persecución contra Laparra se dio en un contexto en el que más operadoras y operadores de justicia daban seguimiento a casos de corrupción desde la FECI (conocida anteriormente como Unidad Especial de Fiscalía adscrita a la CICIG –UEFAC), donde también fueron perseguidxs entre 2015 y 2019.

La FECI, cuya creación se remonta a 2006 e implicó un acuerdo bilateral entre la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, y el Ministerio Público de Guatemala y que fue suscrito por el Secretario General de Naciones Unidas, investigó más de 119 casos.

Laparra fungió como jefa de la FECI en Quetzaltenango entre 2016 y 2022. Fue detenida el 23 de febrero de 2022, pero el proceso en su contra se había iniciado en 2018. Desde que la persecución inició, organizaciones internacionales advirtieron de las irregularidades con que se estaba llevando el proceso.

En diciembre de 2022, Laparra fue condenada a cuatro años de prisión. En su momento, Amnistía Internacional a través de su directora para las Américas, Ericka Guevara, señaló que: “Esta sentencia condenatoria es un ejemplo más de la criminalización de operadores de justicia en Guatemala que han antepuesto los derechos humanos. Virginia Laparra es una presa de conciencia que está pagando un alto precio por ejercer su labor de fiscal anticorrupción y protagonizar la lucha contra la impunidad. 

Ya en este 2024, Laparra recibió una segunda condena. Ante ello, distintas organizaciones internacionales emitieron un comunicado manifestando su preocupación y exigiendo la libertad de la exfiscal: “Este proceso refleja un particular ensañamiento de persecución por parte de estructuras de poder con el fin de obtener un castigo ejemplificador en contra de personas que han luchado contra la corrupción”, apuntaron.

Fue el 3 de enero de este mismo año cuando Virginia Laparra salió de la prisión de alta seguridad Matamoros, para terminar de cumplir su primera condena en su casa, lo cual ocurrió meses después, en julio.

Pero tuvo que abandonar su país.

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¿En qué momento empezó la persecución hacia ustedes como operadoras de justicia?

La persecución contra nosotros inició cuando se tuvieron los mejores avances en cada una de las investigaciones anticorrupción. Antes de esas investigaciones todo parecía indicar que la corrupción, que la élite corrupta estaba por encima de la ley. Con las investigaciones de la Fiscalía Especializada contra la Impunidad con el apoyo de la Comisión Internacional contra la Impunidad esto se vino abajo y la justicia, la legalidad, alcanzó a todos y todas, incluidos aquellos que se consideraban por encima de la ley. Cuando los resultados empezaron a hacerse más visibles, fueron perceptibles para toda la población, al parecer no gustó mucho a este tipo de personas, de ahí que vino una persecución.

¿Qué intereses tocaron las investigaciones y el trabajo de un grupo de operadores de justicia en Guatemala?

Lo que principalmente ha tocado todo este trabajo que hemos realizado ha sido el interés de mantener un status quo por parte de las personas corruptas. Es decir, durante muchos años en Guatemala la justicia, todas las políticas públicas o la política en nuestro país ha estado regida por un grupo de personas que luchan por mantener ese status quo de poder y un gran poder económico, por supuesto [...] eso se pone en evidencia con la persecución burda, sin embargo desenfrenada y cruel que han realizado en contra de cada uno de nosotros, al punto de pues obligar...porque no es un exilio voluntario, es una represión, una persecución y amenaza a nuestra vida, a nuestra integridad física, a nuestra libertad, a todas las libertades a las que una persona tiene derecho, las que se vieron gravemente afectadas y en peligro como para motivarnos, obligarnos a dejar lo que todo ser humano más ama, su tierra, su familia, su vida, su profesión, todo lo que nosotros conocíamos, nos fue arrebatado.

¿Crees que la persecución en contra de ustedes tiene características misóginas y contrainsurgentes?

Por supuesto. La persecución en contra de cada una de nosotras ha tenido un tinte misógino. Lo pude percibir de manera directa durante al menos siete años que tuve de persecución. La persecución en contra de mujeres ha sido cruel y creo que en mucho sentido está dirigido a mancillar lo que ellos creen una debilidad por el hecho de ser mujeres. Yo lo interpreto así, por ejemplo, en mi caso: mujer, madre, con hijos pequeños, a quien reprimieron todo lo que pudieron para respaldar su discurso represivo, corrupto, misógino, intentar obligarme a decir lo que ellos querían, a admitir como delito lo que no es, no fue delito ayer, no es delito hoy y no va a ser delito nunca; sin embargo, estoy condenada, ¡por dios!, ¿quién está condenado por denunciar?

Que es contrainsurgente, por supuesto que sí. También ha sido una cuestión de reprimir. Son técnicas empleadas que buscan sofocar cualquier forma de resistencia y desafío del poder. Y de resistencia no a la legalidad o a la justicia, sino resistencia a la injusticia, a la ilegalidad, a la misoginia, al abuso de poder, al uso de un sistema completo para reprimirnos.

¿Quiénes son los perpetradores y qué características tienen?

 Hay diversos, en Guatemala están en toda la estructura de gobierno, hablemos de políticos, de miembros del sistema judicial, de empresarios, funcionarios en general. No estoy diciendo que todos los funcionarios públicos sean parte de los perpetradores de esta persecución política que se ha desatado en contra de las personas que han luchado por disminuir, por erradicar la corrupción en Guatemala, pero sí están insertos en todos estos espacios.

¿Cuánto daño han causado con sus acciones, hostigamiento y persecución?

¿Cuánto daño han realizado? Bueno, han desmoronado la democracia de Guatemala. Han extinguido la credibilidad de las instituciones de gobierno. Guatemala no cree en un sistema de justicia porque se han encargado de mancharlo con todo lo que han hecho, con tal de salir pues con una moral y una ética que no tienen.

Y a nivel individual han tocado todas las áreas de nuestra vida: la vida familiar, social, la académica, profesional, ¿y por qué no?, la espiritual, todo. Han intentado arrebatarnos todo, pero si de algo estoy segura, hoy por hoy, es que no van a poder despojarnos nunca de esa convicción de hacer lo correcto.

¿Usted estuvo encarcelada y procesada en dos casos, cómo resumiría esta acción penal en su contra y qué podría explicarle al mundo sobre esto?

Primero quisiera decir que lo que a mí me tocó vivir no debería vivirlo nadie. Cómo defino yo esos procesos penales, son espurios. Son una mentira, una farsa, una historia montada para que ellos justifiquen lo que no son. Lesther Castellanos, Omar Barrios, Rafael Ricardo Méndez Ruiz, jamás van a tener la ética y la moral de nosotros, que somos amantes de nuestra tierra y que, como operadores y autoridades de la administración de justicia, buscamos la manera de sacar adelante a nuestro país.

Los dos procesos fueron altamente represivos, misóginos y crueles. Y yo quiero que el mundo sepa es que si Virginia Laparra soportó todo eso fue porque realmente estoy convencida que luchar por la justicia, por los intereses de todos y todas, y por un país mejor en el que todos podamos vivir...

No es fácil vivir una experiencia como esta, pero me da la satisfacción de decir que pasé por ahí, que no se escatimó o que no escatimé en esfuerzos por buscar en un intento, quizá desesperado, en recuperar la idea bastante desgastada de justicia en mi país. Lo intenté todo. Soporté, pero hasta aquí no fue posible. Me vi obligada al exilio. Nadie se exilia voluntariamente. Solamente por necesidad.  

¿Qué mecanismos de resistencia y resiliencia has encontrado en este tiempo?

La resiliencia es la capacidad de tener una buena actitud ante todas las adversidades. Y yo también se lo debo a mi familia, porque ellos me han enseñado a qué hacer y cómo responder [...] Estar 23 horas en oscuridad, que te den una hora de luz, durante meses es una cosa terrible. Que te nieguen la salud. Tuve una intervención donde me quitarme la matriz porque el sistema de justicia, no el sistema de salud, el sistema de justicia me negó el acceso a la salud durante más de un año. La pérdida de mi matriz se debe a esa tortura, que el sistema de justicia, mal llamado sistema de justicia...porque, como lo he dicho: lo que me tocó enfrentar no es enfrentar la justicia, es y darse de frente con la injusticia, usando todo el sistema para reprimirnos.

[...] Estuve dos años presa, por supuesto que no estuve contenta. Pero la felicidad que mi familia, que mis hijas, que mis principios, los valores, el amor y la satisfacción que yo siento por todo aquello que realicé en mi trabajo es lo que me dio la base para poder sobrevivir pese a todo el esfuerzo que el sistema realizó para reprimirme, y por qué no decirlo, para matarme. Cuando tienes todo el sistema en contra lo que te toca es echar mano de todo eso que tú eres. Y yo soy lo que mi familia me dio, siempre voy a decir que tengo los mejores amigos del mundo [...] Todos estos son recursos que me ayudaron a sobrevivir. Y no voy a cansarme nunca de decirles gracias. Y voy a saber apreciar esa nueva oportunidad que me dieron de vida. Hoy por hoy no es fácil, estoy viva, estoy libre pero no estoy donde debería de estar, en mi hogar, pero voy a hacer de esta una oportunidad que valga la pena.

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Virginia Laparra tiene presente el contexto actual en Guatemala ante la elección de Cortes. Sabe que están en juego distintos intereses. “Hay intereses políticos y económicos muy profundos en la elección de Cortes, de no ser así no habría tanto interés en hacer una manipulación”, dice.

Comparte más de su análisis, pues lo que representa esta elección tiene de por medio algo clave para quienes sostienen el pacto de corruptos en el país: “No se pueden dar el lujo de descuidar esta área tan preciada para ellos, porque saben que, en mucho su libertad, su paz, o la oportunidad para que sigan haciendo lo mismo durante mucho tiempo. En Guatemala dentro de las estructuras de gobierno depende de mantener su impunidad respecto a las acciones ilegales que han realizado”.

Laparra aborda también el papel del Ministerio Público en este último tiempo: La participación del Ministerio Público en todo esto no ha sido más que eso. El Ministerio Público es la entidad a la que yo serví al menos 16 años y siempre voy a decir: es una maravillosa institución, tiene objetivos, metas claras, pero que durante estos últimos años lo que ha sucedido es que se ha desvirtuado, se ha descontextualizado su función para proteger intereses corruptos y eso es realmente lamentable”.

Pese a lo complejo de encarar a quienes se benefician de la corrupción en Guatemala, Virginia apunta que no se puede perder la esperanza: “la esperanza es algo que no nos podemos dar el lujo de perder jamás y siempre nos tenemos que dar mecanismos para recuperarla y así encontrar los caminos que nos lleven a realizar esos cambios que se necesitan, en este caso en la administración de justicia”.

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Virginia Laparra vuelve a hablar fuerte y claro hacia el final de esta entrevista. Sostiene la mirada, respira, como retomando impulso.

¿Cómo sería un sistema de justicia ideal para las mujeres?

Bueno, tendría que ser un sistema de justicia independiente, transparente, con equidad, con representación, con un respeto a los derechos humanos, con justicia social, acceso a la justicia, protección efectiva, que es lo que ahorita básicamente se ha sido vulnerado. Tenemos una inclusión en el sistema de justicia, pero para perseguir una gran cantidad de mujeres [...] Es decir, dentro del mismo procesamiento de hombres y mujeres se ha visto la diferencia entre el trato que entre unos y otros se tiene. Estamos hablando del año 2017, donde las personas que estábamos dirigiendo la investigación y el procesamiento de hechos de corrupción éramos mujeres, y el juez en este caso hombre, se dirigía de manera represiva y hasta abusiva a nosotras por el hecho de ser mujeres. En el procesamiento y en la posterior persecución las cosas no cambiaron y no han cambiado, hasta hoy tenemos casos de mujeres que están presas y que son reprimidas, por el hecho de ser mujeres.

[...] Las mujeres no somos débiles, las mujeres somos seres humanos que merecemos ser valoradas y, sobre todo, ser respetadas y visibilizadas, no invisibilizadas ni reprimidas como lo ha querido hacer el sistema.

¿Cómo ves el futuro inmediato para exiliadas, exiliados, personas perseguidas en Guatemala?

El futuro inmediato es un futuro de lucha, resiliencia y resistencia realmente. Y mantener ese constante esfuerzo por tenernos vivos, libres, resilientes e ir día a día construyendo un mejor futuro a partir de todo aquello que nos fue negado, que nos fue arrebatado, que nos fue quitado de pronto por hacer las cosas bien, porque por eso estamos exiliados [...] lucharon por sacarnos no solo del sistema para no tener tropiezos sino lucharon para expulsarnos de nuestro país, de nuestra amada Guatemala.

 

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