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Tres comunidades de San Marcos construyen sus propias hidroeléctricas

Créditos: Uno de los carteles realizados por comunitarios de San Pablo, San Marcos, en la presentación de proyectos hidroeléctricos. Foto de Alex de PV

Los proyectos La Igualdad, Hidro Maya y Quetzalí surgieron a raíz de los problemas que tuvieron con Energuate e Hidro Salá, S.A.

Por Regina Pérez

Tres comunidades del municipio de San Pablo, en San Marcos, presentaron tres proyectos de hidroeléctricas comunitarias: Hidro Maya, La Igualdad y Quetzalí. Se espera que beneficien a cientos de familias cuando comiencen a funcionar el año próximo.

En un festival comunitario realizado el pasado 28 de noviembre, el cual fue apoyado por la Pastoral de la Tierra de San Marcos y en donde estuvo presente el gobernador Rolando López, se presentaron detalles de cada uno.

Fausto Sánchez, quien reside en el caserío Nueva Jerusalén, señaló que en San Pablo se han registrado desde hace varios años conflictos por la generación y la distribución de la energía. Esto por la forma en que las empresas han querido invertir en esa región.

“Son empresas privadas que quisieron apoderarse del territorio del municipio de San Pablo. Sin la consulta previa nace una ola de inconformidad. A raíz de todo ello hubo represión y criminalización”, recordó el comunitario.

Una de esas empresas es Hidro Salá, S.A. El pasado 8 de octubre la Corte de Constitucionalidad (CC) rechazó la apelación presentada en contra de una decisión de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Esta dio la razón a los comunitarios en 2021 y suspendió la licencia de operación otorgada por el Estado en 2011.

Conoce más detalles acá:

https://prensacomunitaria.org/2019/01/suspenden-provisionalmente-licencia-de-hidro-sala-en-san-pablo-san-marcos/

Sánchez indicó que al no recibir respuestas de las demandas de la población al Estado nació la idea de generar energía limpia ya que San Pablo cuenta con recursos hídricos. En 2015 constituyeron la asociación Hidroeléctrica Maya Comunitaria y empezaron a tocar puertas para conseguir financiamiento, aunque sin mucho éxito.

Proyectos en su fase final

Jorge Francisco de León, de la comunidad de La Igualdad, indicó que la minicentral hidroeléctrica del mismo nombre está en su fase final, ya que solo les falta un regulador –el seguro que lleva el generador, la máquina encargada de producir la energía eléctrica–. La energía se derivará del río Sacalá y se espera que este proyecto beneficie al menos a 900 familias.

La comunidad se quedó sin energía desde el 2019 porque Energuate aumentó la tarifa del servicio y los comunitarios ya no quisieron pagarlo. Se buscó realizar un convenio con la empresa, pero esta no aceptó.

De León informó que el aporte dado por cada familia es casi de Q10 mil quetzales. Según estimaciones de los comunitarios, la obra costará alrededor de Q2.8 millones.

Junto a otros pueblos del altiplano se quejaron del servicio y se negaron a pagar las facturas hasta que resolvieran los casos, pero la empresa se negó y desde 2022 ya no les provee de energía.

“Llevamos casi dos años en esas condiciones. Somos los que impulsamos con fondos propios este proyecto que lleva un 90 % de avance”, indicó Sánchez. El proyecto Hidro Maya tendrá capacidad para atender a 5,000 personas, refiere Sánchez. Esta minicentral está ubicada en el río Salá.

Financiar una hidroeléctrica comunitaria no es fácil. Sánchez, de Nueva Jerusalén, señala que varias familias optaron por hacer convenios con Energuate y no apostarle al proyecto.

En el caso de la hidroeléctrica Quetzalí, impulsada por la aldea El Quetzalí, solo se ha logrado el 10 por ciento de la obra. Se estima que tendrá un costo que oscila entre Q4 y Q5 millones. La generación de la energía provendrá del río Cabuz.

Todos los proyectos tienen una capacidad de 500 kilovatios (kW) que equivale a mil vatios.

¿Cómo funciona una hidroeléctrica comunitaria?

Andrea Rivera, ingeniera civil de la organización ambientalista Madre Selva que apoyó a las comunidades La Igualdad y El Quetzalí para hacer los estudios de prefactibilidad, señala que una minicentral hidroeléctrica funciona con un porcentaje determinado del río lo que la diferencia de un proyecto grande.

La microcentral o hidroeléctrica comunitaria utiliza como máximo el 40 % del caudal de verano, aproximadamente el 20 % de un caudal normal, a diferencia de los proyectos extractivos que se llevan casi el 90 % del caudal del río y lo secan.

Hidroeléctrica comunitaria ubicada en La Gloria, zona Reina de Uspantán, Quiché. Foto del colectivo Madre Selva

Otra diferencia es que estas microcentrales funcionan a filo de agua. Esto quiere decir que no hacen embalses y ese porcentaje que se deriva se turbina de inmediato y se devuelve al cauce natural del río.

La otra característica que describe la ingeniera es que son de beneficio y propiedad social. “Son operadas, administradas y gestionadas por las comunidades”, explicó.

Las hidroeléctricas comunitarias tienen una potencia menor a 5 MW (un megavatio equivale a un millón de vatios). La Ley General de Electricidad determina que cuando la potencia de la central exceda a ese número se requiere la autorización del Ministerio de Energía y Minas (MEM).

Sánchez refiere que la razón por la que los comunitarios impulsaron su proyecto se debe a que no es lo mismo desviar el cauce de un río a 700 metros que ocho kilómetros. Así como que esté en manos de unas cuantas empresas y que no beneficie a las comunidades del municipio.

La ventaja es que la energía generada es lo que se consume y las ganancias quedan en la comunidad. “El control y manejo va a estar en cada uno de los socios de la minicentral”, afirmó.

Según la ingeniera, la energía que generan las hidroeléctricas comunitarias es de calidad y no hay restricciones para conectar sus aparatos. Además, los ingresos son para las familias, lo que lleva a mejoras en aspectos de salud y educación. “Mejora significativamente la vida de los habitantes de las comunidades”, indicó.

Sin registro obligatorio

De acuerdo con el MEM, en el caso de las hidroeléctricas que son administradas por asociaciones comunitarias no están obligadas a registrarse, por lo tanto, no llevan un control de cuantas operan en el país.

Entre las que se conocen se encuentran las de Jolom Ijix en Panzós; Las Conchas en Chahal y Seasir en Cahabón. Todas en el departamento de Alta Verapaz.

También se conoce que en la zona Reina en San Miguel, Uspantán, existen otras hidroeléctricas administradas por asociaciones comunitarias, como la de la comunidad La Taña y la comunidad 31 de mayo. Estas se implementaron hace más de una década.