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Rigoberta Menchú y la lucha por la memoria

Foto: Quimy de León

Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz, abrió en octubre la posibilidad de que el Estado de Guatemala asuma la responsabilidad por crímenes ya juzgados que fueron cometidos en la toma y quema de la embajada de España, donde murió su padre junto a otros dirigentes campesinos. Hombres y mujeres, así como estudiantes universitarios, funcionarios y visitantes de la sede diplomática, el 31 de enero de 1980. Por este caso Pedro García Arredondo, ex-jefe del Comando VI de la Policía Nacional, fue encontrado culpable y condenado a 90 años de prisión.

Esto fue solicitado ante los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) mediante un recurso de casación, para que el Estado sea reconocido como tercero civilmente demandado. Buscan que los familiares de las víctimas tengan reparación digna, la garantía de la no repetición. Plantearon que el Estado debería reconocer el crimen y pedir perdón por este crimen.

Rigoberta dijo que “el caso de la Embajada de España es un caso emblemático porque sienta un precedente enorme […] para pedir justicia por las víctimas que fueron asesinadas”.

El jefe del Comando Seis cumple condena en una cárcel del país

Pedro García Arredondo teniente coronel y jefe del Comando Seis fue declarado culpable por un Tribunal de Mayor Riesgo la noche del 19 de enero de 2015 por el asesinato de 37 personas, quienes murieron calcinadas durante el asalto y quema de la embajada de España el 31 de enero de 1980. También fue condenado por el asesinato de dos estudiantes universitarios cometido el 2 de febrero de ese mismo año.

La condena fue de 90 años de prisión inconmutables; 40 años por cometer delitos contra los deberes de humanidad en concurso ideal, delitos de asesinato en grado de tentativa en concurso real contra el Embajador de España, Dr. Máximo Cajal y López y el campesino Maya Gregorio Yujá Xoná; y el asesinato de 37 personas dentro de la Embajada de España el 31 de enero 1980. Además, el Tribunal de Mayor Riesgo, impuso la condena de 50 años de prisión inconmutables por el asesinato de los estudiantes universitarios en concurso real Gustavo Adolfo Hernández y Jesús España Valle cometidos el 2 de febrero de 1980.

Estas condenas se lograron mediante el trabajo de investigación del Ministerio Público y fueron respaldadas por testimonios, documentos de archivo, fotografías, videos, peritajes y otros documentos que no dejaron dudas de la culpabilidad del acusado. También por la valentía de los querellantes Rigoberta Menchú y Sergio Vi, hijos de dos de las víctimas. A pesar de todo, Pedro García Arredondo dijo hasta el último momento “soy inocente”.

García Arredondo no es el único responsable ya que quedó claro que él cumplía con órdenes superiores, por lo que hay otros funcionarios en orden jerárquico que tendrían responsabilidad en este hecho, empezando con el entonces Presidente de la República, Romeo Lucas García. Benedicto Lucas García, quien se encuentra preso en la actualidad por desaparición forzosa en el caso CREOMPAZ, quien en ese momento era el jefe del Estado Mayor y Donaldo Álvarez Ruiz, ministro de Gobernación, prófugo. Germán Chupina Barahona, jefe de la extinta Policía Nacional, y Manuel de Jesús Valiente Téllez, jefe de la Policía judicial, quienes ya están muertos, también tuvieron responsabilidad.

Foto: Quimy de León

¿Qué ocurrió aquel 31 de enero de 1980?

En la mañana de lo que pudo haber sido un día cualquiera del 31 de enero de 1980, en la Ciudad de Guatemala, empezó a haber movimientos en los alrededores de la zona 10 que irrumpieron violentamente la vida cotidiana en la capital y que terminarían en la toma y quema de la Embajada de España en Guatemala.

Comenzó con la movilización de pequeños grupos de campesinos provenientes del occidente del país quienes, a eso de las 11:30 de la mañana, entraron a la sede diplomática. Les acompañaban estudiantes universitarios y algunos obreros. Buscaban apoyo y llamar la atención por la represión que estaban viviendo en sus comunidades. Tenían meses de estar denunciando una masacre, secuestros, violaciones sexuales de niñas, mujeres embarazadas,

ancianas y la destrucción de casas y cosechas. Temían que estas acciones fueran en aumento por lo que decidieron ocupar pacíficamente la Embajada.

Alguna gente que dio su testimonio dijo que, casi al mismo tiempo que los campesinos llegaron, la Policía estaba en el perímetro y afuera del lugar. El mismo Pedro García Arredondo se encontraba en persona, era conocido por toda la gente en la ciudad como el jefe de la Sección de Investigaciones Especiales del Comando VI. Se sabía que eran una tenebrosa estructura que dependía de la Jefatura del Segundo Cuerpo de la Policía Nacional. Quienes le vieron dijeron que estaba rodeado por sus subalternos quienes, como era conocido por toda la gente, vestían de civil. También hubo quienes ese día vestían atípicamente con uniformes de otras unidades. Varias personas sostienen que empezaron a escuchar llamados de auxilio y que después hubo un estallido; el lugar empezó a arder y, para entonces, los gritos ya eran de terror. Ninguna autoridad hizo nada. Nadie les pudo salvar mientras todo estaba siendo televisado y documentado por varios periodistas y algunas personas que presenciaron esta barbarie. Pedían angustiadamente ayuda sin ninguna respuesta.

Un testigo escuchó decir de la policía “que no quede ninguno vivo”. Contrario a lo que se supone, la policía llegó con la orden de matar al grupo de campesinos, así que quemaron la sede de la Embajada y asesinaron a 37 personas y dos lograron sobrevivir: el embajador, Máximo Cajal y López, quien logró escapar por sus propios medios; y el campesino Gregorio Yujá, quien fue llevado al hospital “Herrera Llerandi“. Ahí fue secuestrado y después lo asesinaron. Su cuerpo fue lanzado en el Campus Central de la Universidad de San Carlos.

Gritos que no fueron escuchados

Eran aproximadamente las 11:30 de la mañana de ese jueves cuando un grupo de campesinos entró a la Embajada de España. Venían de comunidades de Chajul, Nebaj, San Juan Cotzal y San Miguel Uspantán en el norte de Quiché. Acompañados de estudiantes universitarios llevaban días tocando puertas de forma pacífica pidiendo apoyo a medios de comunicación, al Congreso de la República y la Organización de Estados Americanos, sin haber obtenido apoyo.

Después de muchas gestiones tomaron la decisión de llegar pacíficamente la Embajada con el objetivo de llamar la atención y pedir apoyo al embajador. Su petición desesperada era que les apoyaran a integrar una comisión investigadora para esclarecer los crímenes que se cometían en sus comunidades. En Chajul en el mes de diciembre de 1979 había ocurrido una masacre; también denunciaban secuestros, violaciones sexuales de niñas, mujeres embarazadas, ancianas y la destrucción de casas y cosechas.

Nunca imaginaron que sus voces iban a ser ignoradas del mismo modo que sus peticiones. Jamás les pasó por la mente que había ya un plan para terminar con sus demandas, incluso con sus propias vidas. Había pasado poco tiempo desde que el grupo entró a la embajada cuando la policía violentó e ingresó por la fuerza sin autorización del Embajador de España. Poco tiempo después quemaron vivos a quienes estaban adentro.

Se supo que el mismo presidente Romeo Lucas García dio la orden de sacar a los campesinos y estudiantes “a como de lugar”. La orden fue transmitida a través de la cadena de mando llegando hasta Pedro García Arredondo, el mismo en el lugar de los hechos, quien reconoció que la orden venía de “muy arriba”. Muy arriba habían otros funcionarios que tendrían responsabilidad sobre este hecho. Entre ellos está Benedicto Lucas García, quien actualmente se encuentra preso por desaparición forzosa y que, en ese momento, era el jefe del Estado Mayor. Donaldo Álvarez Ruiz, ministro de Gobernación, se encuentra prófugo. También estaban Germán Chupina Barahona, jefe de la Policía Nacional, y Manuel de Jesús Valiente Téllez, jefe de la policía judicial, ambos ya están muertos.

El Comando VI era dirigido por Pedro García Arredondo y era conocido por toda la gente como “la policía judicial” ya que vestían de particular, se cubrían la cara y se movilizaban en vehículos sin placas. La memoria colectiva tiene registrado que fue responsable de crímenes tales como desaparición forzosa, tortura y asesinatos contra centenas de personas, principalmente en la capital de Guatemala. Cuando la gente los veía no podían evitar sentir terror.

Varios testigos señalan a Pedro García Arredondo como quien dirigió personalmente el operativo policial. Lo vieron muy tranquilo mientras los miembros de su Comando disfrazados de policía entraron por el techo, por la puerta, rompieron las ventanas con hachas y tomaron la embajada.

No se permitió ni se accedió a ninguna negociación. A pesar de los esfuerzos desesperados del embajador, del ex vicepresidente de Guatemala, Eduardo Rafael Cáceres Lenhoff y del doctor Gustavo Adolfo Molina Orantes, quienes pedían a las autoridades no actuar por la

fuerza y dialogar. Los últimos dos también murieron quemados. Muchas fueron las llamadas que se hicieron a las autoridades desde la Embajada hasta que les cortaron la luz y las líneas telefónicas. Desde afuera varias personas también intentaron pedir a las autoridades de gobierno su intervención, sin conseguir ningún resultado.

Representantes de la Cruz Roja, como María Odette Arzú, se ofrecieron a hacer de intermediarios para garantizar que las personas pudiera salir, valiéndose de su apoyo, con vida. Lo que recibieron fueron patadas. No se permitió que entraran cuerpos de socorro, tampoco la prensa. No se permitió que la toda la gente que estuvo adentro pudiera salir.

Solo algunas personas tuvieron la suerte de salvarse y salir antes de que ocurriera lo peor, uno de ellos fue el mismo Embajador. Cuando lo hizo se escuchó a un policía decir “mátenlo”, sin embargo gracias a la intervención de Odette Arzú esto se pudo evitar y fue llevado en un autobús de la policía rumbo al hospital.

Minutos antes de que se quemaran vivas a 37 personas, varios testigos dan fe de que a la Embajada entró un policía gordo con un artefacto cilíndrico, a quien otro policía le dijo que “rociara para adentro”. Poco después se escucha un sonido estruendoso y se ve salir el fuego por una ventana. Antes de esto, un testigo escucha a la policía decir: “que no quede ninguno vivo”. Quienes estaban afuera todavía no pueden olvidar los gritos de terror pidiendo auxilio desde adentro. El periodista Guillermo Meoño aún recuerda el clamor “por favor, mucho calor, nos están quemando, nos estamos quemando.”

Las escenas siguientes fueron cuerpos calcinados descendiendo por la ventana en camillas cargadas por los bomberos. Mientras les sacaban uno a uno, se dieron cuenta que un campesino estaba vivo: Gregorio Yujá Xoná.

Dos días después, mientras se realizaban los preparativos para el cortejo fúnebre de quienes habían muerto, fueron asesinados los estudiantes Gustavo Adolfo Hernández y Jesús España. El asesinato fue perpetrado también por la policía que era dirigida por Pedro García Arredondo y Manuel de Jesús Valiente Téllez, primer Jefe del Cuerpo de Detectives de la Policía Nacional.

Sepelio de campesinos y estudiantes asesinados en la Embajada de España en el Paraninfo Universitario. Fotografía facilitada por Ximena Morales del archivo de Mauro Calanchina.

Sepelio de campesinos y estudiantes asesinados en la Embajada de España en el Paraninfo Universitario. Fotografía facilitada por Ximena Morales del archivo de Mauro Calanchina.

 

No quedaron dudas de la responsabilidad del Estado en este hecho

Quedó claro que Pedro García Arredondo, primer jefe de la Sección de Investigaciones Especiales “Comando seis“ de la Policía Nacional, ejecutó órdenes giradas por sus superiores jerárquicos. Quienes habrían girado la orden que nadie saliera vivo de la embajada. El acusado para cumplir con esta orden:

  1. Impidió la salida de los ocupantes de la embajada de España, funcionarios y empleados, ciudadanos guatemaltecos y españoles.

  2. Hizo caso omiso a las peticiones del embajador español, Máximo Cajal y López, quien le indicó que las fuerzas de seguridad no ingresaran a la sede diplomática.

  3. Impidió y obstaculizó cualquier comunicación, mediación y negociación pacífica.

  4. Vulneró flagrantemente la inviolabilidad diplomática de la embajada española cuando ordeno el ingreso de las fuerzas policiales bajo su mando.

  5. Ordenó que agentes policiales bajo su mando destruyeran ventas y puertas con la única intención de darle muerte a quienes se encontraban ahí por considerarlos enemigos internos y, así, darle fiel cumplimiento a las órdenes que había recibido.

  6. Obstaculizó el ingreso de la Cruz Roja, bomberos municipales y voluntarios para ayudar a las personas que se estaban quemando dentro de la embajada de España, quienes gritaban de dolor pidiendo auxilio.

Estas acciones ejecutadas por García Arredondo y los agentes bajo su mando en el operativo de asalto a la embajada de España, produjeron la muerte de 37 personas calcinadas (quienes murieron por quemaduras de tercer y cuarto grado) y dejarían a dos personas sobrevivientes, heridas.

Las personas que fallecieron fueron 22 campesinas entre ellas Mateo Sis, Víctor Gómez Zacarías, Juan Chic Hernández, Mateo López Calvo, Juan José Yos, Maria Ramírez Anay, Regina Pol Cuy, Francisco Chen, Salomón Tavico, Vicente Menchú, María Pinula Lux, Juan Us Chic, Francisco Tun, Trinidad Gómez Hernández, José Ángel Xoná, Gabino Mario Chuté, Juan Tomás Lux, Mateo Sic Chen, Juan López Yax, Gaspar Vi Vi, Felipe Antonio García y María Ramírez Anay. Dentro de los muertos hubo estudiantes universitarios y obreros, entre ellos se encontraban Sonia Magaly Welches Valdéz, Luis Antonio Ramírez Paz, Leopoldo Pineda Pedroza, Edgar Rodolfo Negreros y Blanca Lidia Domínguez Girón. También perecieron ocho personas del personal diplomático y ciudadanas españolas, ellas son Felipe Sáenz Martínez, Jaime Ruiz del Árbol Soler, María Wilkem Molina vda. de Barillas, María Lucrecia Rivas Fernández de Anleu, Nora Adela Mena Aceituno, Miriam Judith Rodríguez Urrutia, María Teresa Vásquez Ochando y María Cristina Melgar Espinoza. Murieron dos personas que estaban de visita, el ex vicepresidente de Guatemala Eduardo Rafael Cáceres Lenhoff y Gustavo Adolfo Molina Orantes.

Posteriormente, el 2 de febrero de 1980, previo al sepelio de los campesinos, fueron asesinados dos estudiantes universitarios: Gustavo Adolfo Hernández y Jesús España.

Foto: Quimy de León

Foto: Quimy de León