RUDA

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¿Representan a las mujeres las dos candidatas presidenciales?

“Si votar sirviera para cambiar algo,

ya estaría prohibido

Eduardo Galeano

En enero, el Tribunal Supremo Electoral de Guatemala (TSE) convocó para las Elecciones Generales 2023, que se realizarán el 25 de junio. Hay treinta organizaciones políticas afiliadas, veintidós de ellas con binomio presidencial inscrito. De estas candidaturas, dos son mujeres. Mucho se ha discutido sobre estos números, sobre demasiados partidos políticos o demasiados candidatos presidenciales. En este texto analizaré el número dos, el que se refiere al número de candidatas presidenciales.

¿Representan estas mujeres un cambio o una ruptura de paradigma? ¿Significan sus candidaturas que al fin se está dando un cambio estructural en la sociedad? ¿Significa este hecho que somos una sociedad inclusiva, justa y solidaria porque se les permite a las mujeres participar como candidatas? 

Ambas candidatas son mujeres mestizas, blancas, con escolaridad y recursos económicos, políticos, simbólicos y sociales. Una de ellas está en alianza con el partido del actual alcalde capitalino, lo que significa que valida el legado de las calles empobrecidas y llenas de hoyos, inundaciones, la burla de transporte público que existe, el robo y los favores millonarios a familias que acaparan el dinero y los recursos. Ella, además representa la continuidad del autoritarismo, dictadura blanda, represión y criminalización, pobreza, violencia y despojo. La otra está relacionada con la narco-política, el autoritarismo, la corrupción; y esta es la opción que muchos consideran la menos peor. Esto es un chiste, una burla, una pesadilla.

Este breve análisis demuestra que las dos candidatas, más bien, son la garantía de la continuación del desastre que tenemos en la actualidad. Su construcción como personas ha sido al filo y hierro de la heteronorma, pro vida, pro pena de muerte, en contra del aborto y en favor de la corrupción. Son la continuidad y legitimación de la violencia actual; doble moral con el discurso de la familia nuclear que usan solo para agradar a una sociedad conservadora.

¿A quiénes representan estas dos candidatas? ¿Tienen alto grado de representación? Ellas representan a una buena porción de la sociedad, hombres y mujeres concentrados principalmente en la capital del país, pero con fuerte sostén en los departamentos. Tienen el soporte de la sociedad dogmática, que niega el genocidio y acepta la corrupción y narcopolítica. Reconocer que tienen una amplia representación y apoyo es clave para comprender las dimensiones del problema y entender por qué ellas están ocupando el papel histórico como candidatas. Quisiera pensar y sentir que las mujeres candidatas presidenciables significan o son una señal de un cambio en la política del país, pero no es así.

Este número dos pudo ser un número tres. Pero, por ahora, no fue posible la inscripción de una mujer maya que se postuló como candidata, pues se le negó su participación. Es una mujer comunitaria, elegida en asamblea, no viene de un sector acaudalado y conoce de primera mano la realidad del país. Por eso el número se redujo a dos. 

Aún sin la posibilidad de esta candidatura presidencial que sí representaba un cambio, nuestra candidata está allí, el partido está allí. La gente está allí trabajando y eso es hermoso. Hay otras organizaciones políticas que también están haciendo lo suyo. Es posible ir por las diputaciones, por las alcaldías; conseguir que las instituciones no estén tan perdidas, que dejen de funcionar única y exclusivamente para los fines corruptos, que dejen de garantizar la impunidad. Es posible construir instituciones que velen por la salud, educación, alimentación, vivienda, trabajo, oportunidades para todas y todos. 

Los futuros escenarios de la presidencia no son alentadores, pero la presidencia no lo es todo. Apuesto por elegir representantes pensando primero en nuestro entorno, en lo más próximo, en lo más pequeño, en la unidad local, donde también hay muchas mujeres participando; lograr ser como un enjambre de abejas o una colonia de hormigas; ser muchas, múltiples, estar en todas partes y fortalecer la política comunitaria.