RUDA

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Reflexión nocturna

Por: Dinora Centes

La vida es corta, empiezas a caminar y cuando te das cuenta, llegaste a los veinte años, pasas a los treinta, ¿qué hay destinado para vos? ¿Qué querés? Sí, es cierto, a veces sólo quiero incendiarlo todo, soy incendiaria y marxista feminista, no puedo ser de otra forma. La teoría te enseña cómo funciona el sistema que permite la existencia de esta sociedad patriarcal, capitalista, machista, clasista, racista, inhumana y desigual, pero no te enseña a lidiar con lo próximo, con lo cotidiano.

En la escuela querés que te tomen en serio, querés ser igual de importante, igual de inteligente y que te admiren, pero sabes bien que, aunque pases la vida leyendo, siempre saldrá tu compañero el gracioso y va a reducir tus argumentos a meras exageraciones o te hará quedar como una persona que nunca se relaja, ¿para qué relajarse? La vida es esta y ahora, no porque quiera vivir rápido sin detenerme a sentir las brisas de noviembre, sino porque, me tomo en serio todo, mis abuelas no tuvieron la oportunidad de ir a la escuela o a la Universidad, yo no puedo andarme con juegos.

La verdad es que todos pesan, todos tienen una opinión sobre vos, todos quieren algo, una respuesta, quieren una pregunta, sueñan, sienten, viven, todos están conscientes y en medio de todo ese tumulto de seres que están y no están, estás vos.

Querés respirar, pero no hay tiempo, no hay espacio.

Sólo seguí caminando, no te detengas.

¿Por qué cuando un tipo te acosa en la calle quien se esconde sos vos? ¡A él debería darle vergüenza! Pero te da vergüenza a vos. ¿Por qué cuando fracasas en algo, te desanimas? Le has dicho a tus conocidos que nadie tiene que ser perfecto, pero no te lo has dicho a vos. ¿Por qué dejas tus cosas para última hora? Vos importás, vos valés, el mundo no sería el mismo sin vos. ¿Para cuándo estás posponiendo tus cosas? ¿Un mes? ¿Un año? ¡La vida entera!

Sólo seguí andando, llénate la cabeza de música y frases, por favor.

En el camino te topaste con muchos libros, no te gustan las novelas escritas por mujeres, porque, aunque la literatura es hermosa, nosotras tenemos cosas serias para compartir, Simone, Silvia, Virginia, Mary, las leíste a todas, querías saber hacia dónde ir, querías gritar que este es un mundo injusto, que vos sabes tanto como tus compañeros hombres, pero no tenés por qué entrar en sus juegos de poder; cuando te exaltabas y les decías que había que detenerse a pensar en el sentir de las personas, te decían que eras muy sentimentalista, ¿qué tiene de malo serlo? ¿Te dejas llevar por tus emociones? Sí, ¿y qué?, no podés ser parte de algo que no amas profundamente. No sabés de compromisos a medias, si creés en algo, lo vas a defender cómo sea, eso no lo aprendés con Marx o con Gramsci, eso lo aprendiste en casa, en nuestro mundo de los cuidados.

Tomaste una decisión.

No querés ser madre, o quizá sí, pero fuera de las imposiciones del sistema patriarcal, bajo tus propias reglas; ¿el aborto?, nuestro cuerpo, nuestro territorio; ¿el salario?, no interesa que una mujer blanca gane lo mismo que un hombre blanco, mientras afuera se siga oprimiendo a las minorías, a quienes vivimos en el tercer mundo; ¿la política?, dennos acceso a educación, nos iremos abriendo espacios; ¿matriarcado?, sí, por favor y rápido; ¿pintar paredes?, a domicilio, si no respetan nuestros cuerpos, ¿por qué respetar la propiedad pública o privada?; ¿te gusta más el viejo feminismo?, pues en todas las olas hemos estado furiosas y con ganas de construirnos un mundo mejor; ¿querés que un hombre te explique el mundo?, pero, ¿y quién se lo explicó a él?, con razón todo está al revés; ¿feminista favorita?, toda hermana que sale diariamente a la calle y lucha por sus sueños, porque está luchando por nosotras.

Tomaste una decisión.

Pero te seguís topando con cosas pequeñas. ¿Por qué sentís culpa si comés de más? ¿Por qué no usas cierta ropa? Sí, te da miedo salir a la calle, con toda razón. Pero en casa tampoco lo haces. ¿Por qué te cuestionas tanto? ¿Por qué sentís la necesidad de criticar cada pequeño avance que tenés? Es verdad, no querés despegar los pies del suelo, aunque muchas veces es mejor volar, tenés derecho. ¿Por qué no podés ser breve? ¿Por qué dejas que otros te digan cuando te ves “bonita”? ¿Alguna vez has querido ser “bonita”? Ya dejaste que se metieran en tu cabeza. Entonces no basta, nada es suficiente.  Quizá no son cosas pequeñas. Si te importan a vos, no son cosas pequeñas. ¿Qué clase de lucha sería esta si dejo de luchar por mí misma?

Te ha dicho que pensar sólo en vos es egoísta. Pero no es cierto, no en este caso. Sabes que tus amigas a veces han sentido las mismas cosas que vos. Pensar desde esa postura, algo individual que deviene colectivo. Si puedo perdonarme yo, si puedo dejar de sentir culpa por las decisiones que he tomado, si renuncio a ser hipercrítica conmigo misma, si me limpio la cabeza y el corazón de la basura que el sistema depositó en ellos durante años de formación escolar y de socialización, si pudiera ser un poquito más fuerte… ¿Y si no soy lo suficientemente fuerte? Siglos de resistencia te respaldan, tus amigas te respaldan, no estás sola.

Tomaste una decisión.

Seguí caminando, es lindo que tengás estas reflexiones. Ahora dormí tranquila, no tenés nada qué perdonarte, sólo estás aprendiendo a sanar, más allá de la teoría.

Tomaste una decisión, las tres de la madrugada, ya por fin podés descansar. Sos libre, al menos en sueños.