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Nora Murillo: “Nombrarnos es un acto de rebeldía”

La escritora guatemalteca Nora Murillo tiene la edad de una caracola que sabe rodar fuera del agua, según dijo. Su infancia fue de andar descalza sobre un caminito de cangrejos que daba al mar. Desde pequeña inventaba historias y su madre, Amanda, la mandaba a escribirlas, y también le gustaba declamar poemas.

Por Violeta Cetino

Nora contó que nació en una comunidad de fuerte tradición oral, en la Bahía de Amatique, Izabal. En su casa no tenían muchos libros, sin embargo, su imaginación se fue nutriendo de muchas leyendas y cuentos que contaban las personas mayores. “En el barrio Doña Nico, bruja y curandera, era la gran contadora de historias”, recordó.

La profesión de Nora, aparte de escribir, dijo, ha sido sobrevivir de la docencia, la investigación y el servicio. En la actualidad, incursiona en la administración pública, específicamente en la gerencia social para producir libros, lo cual implica la dirección de las ediciones de obras de diferentes géneros literarios.

El primer libro escrito por esta autora es Abrir la puerta, un material de poseía feminista.  “El tema que hilvana el discurso poético es la desigualdad y equidad de género, las opresiones  y violencias  que de estas se derivan y la necesidad de la emancipación de las mujeres para migrar a un lugar de no víctima”, lo describió. 

Es asombroso pensar que, incluso, a principios del siglo pasado las escritoras no firmaban los libros con sus nombres, sino con seudónimos con nombres de hombres, para que fueran tomadas en cuenta. Fue así como la escritora inglesa Mary Shelley, autora de Frankenstein, publicó su obra bajo el nombre de su esposo, Percy Bysshe Shelley, en 1818. También Louisa May Alcott, autora de Mujercitas, hizo pública su novela Moods con el seudónimo de A.M. Bernard, en 1864.

A pesar de los esfuerzos por visibilizar la literatura producida por mujeres, los premios literarios aún presentan gran desigualdad de género: en más de 120 años de premiaciones, el premio Nobel de Literatura ha sido obtenido únicamente por 17 mujeres, lo que pone de manifiesto que hace falta mucho por hacer, escribir y hacer públicas las tintas femeninas. 

Para Nora el hecho de que en la actualidad las mujeres puedan firmar un libro de su autoría con su nombre, es un salto cualitativo importante. “Hay un cambio cultural y generacional que vale la pena fortalecer para lograr acortar distancias entre hombres y mujeres. Empecemos por ese lenguaje  androcéntrico para nombrarlas: las mujeres, al igual que los hombres, somos poetas no ‘poetisas’”.

Además, considera que a las mujeres se les ha hecho creer que no pueden escribir un libro, que no es una escritura seria que merezca ser publicada, es subvalorada y cuestionada. “Me atrevo a decir que de diez publicaciones que publican las editoriales, un promedio de 3 son hechas por mujeres, y estoy siendo generosa con esta cifra”, dijo. 

Sin embargo, Nora destacó el trabajo organizativo que están realizando actualmente las mujeres para publicar sus creaciones literarias. “La sororidad entre mujeres es increíble. Un ejemplo es el periódico feminista La Cuerda, o LibreFem, quienes están incentivando la escritura  desde y para las mujeres, y ofrecen los recursos para hacerlo. Mi último libro La esquina violeta y los cadáveres sin nombre,  también  es ejemplo de esa sororidad”, manifestó. 

Sobre la publicación de los libros, explicó que el tema está relacionado con los apoyos recibidos, los recursos disponibles o al alcance para sacarlos a la luz. Contó que logró publicar su primer libro con el dinero que obtuvo al ganar un concurso de poesía en el que participó porque creyó que ganando, finalmente, podría hacer su libro, pero que sin la motivación de un grupo de amigos y amigas, con quienes comparten en el grupo literario denominado El quinto infierno, cree que quizás no se habría animado a hacerlo. 

De acuerdo con Nora, el proceso creativo para escribir es bonito e interminable, si se siente a gusto. “Siempre vas a estar escribiendo y corrigiendo tus textos, eso forma parte de tu proceso vital. Inclusive, aunque nunca publiques o sea poco lo que publiques de lo que escribes”, compartió.

Nora no escribe necesariamente para publicar, “lo de publicar viene después de que has terminado de expresar lo que quieres y la forma que has elegido para hacerlo”. Indicó que publicar es una cuestión que llega tarde o temprano, pues surge la necesidad de ser escuchada más allá del grupo íntimo. “Eres un ser social que cree tener algo qué decirle a una comunidad. No hay que correr para publicar, y cuando decides hacerlo, hay que tomarlo como un oficio al cual debes dedicarle tiempo, empeño y disciplina”, argumentó.  

La poeta calificó de engorroso el recurrir a una Editorial para publicar, pues estas tienen sus reglas y a veces no concuerdan con los objetivos o intereses de las y los autores, y algunas no consideran los derechos de autor. “Yo jamás he recurrido a ninguna. Siempre me apoyé o busqué el apoyo de personas que como yo,  les interesara la literatura. Por eso mis libros son muy artesanales. El segundo libro y el tercero también fueron así. El tercero por ejemplo, fue como un cuchubal, fue una producción cartonera, hechos a mano y de los 100 que hicimos cada una y uno, no quedó ninguno, ese mismo día de la presentación”, indicó. 

Por otro lado, cree que las editoriales son importantes porque garantizan la difusión de la obra a un nivel que no se alcanza si se publica sin el sello editorial. “La editorial debe ser elegida con cuidado, porque es como la casa que las y los escritores habitarán por un tiempo”, puntualizó. 

Nora Murillo piensa en la importancia de nombrar a las escritoras con sus nombres. “Nombrarnos es un acto de rebeldía contra el régimen opresor patriarcal. Nombrarnos también es un derecho”, finalizó.