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No fue un beso, fue una agresión contra Jenni Hermoso

La selección española de fútbol ganó el mundial femenino en su novena edición el 20 de agosto. Las jugadoras hicieron historia en la disciplina al ganar su primera copa mundial, pero la ceremonia de entrega de las medallas a las campeonas se vio marcada por un detalle que desató críticas: el beso que Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), le dio a la jugadora Jenni Hermoso sin su consentimiento. 

Rubiales entregó las medallas a las jugadoras, quienes celebraban su triunfo. Cuando fue el turno de Jenni, Rubiales la besó. Minutos más tarde, la jugadora realizó una transmisión en vivo en su cuenta de instagram desde los vestidores. Cuando el público le preguntó por el beso, ella respondió: “no me ha gustado para nada”. Jenni dijo que no había mencionado el tema o presentado una denuncia cuando sucedió porque no quería que la victoria de sus compañeras fuera opacada por la agresión. ¿Por qué las mujeres estamos siempre obligadas a callar? 

La situación y las posteriores declaraciones de Rubiales han sido analizadas desde los marcos interpretativos de los feminismos, a partir de conceptos como el pacto patriarcal, la cultura de violación y el abuso del poder. En Ruda la analizamos a continuación.

La cultura de violación 

Luis Rubiales narró “su versión” en una asamblea general extraordinaria de la RFEF. En su discurso, intentó alterar la versión de los hechos. Dijo que, al recibir la medalla, Jenni lo cargó y Rubiales le preguntó “¿un piquito?”, a lo que ella respondió: “vale”. Sin embargo, días después, la jugadora publicó un comunicado donde desmiente estas declaraciones. “Me sentí vulnerada y víctima de una agresión”, señaló. 

Durante su discurso, Rubiales minimizó la agresión sexual contra Jenni en múltiples ocasiones, nombrándola como “el beso, el pico, más un pico que un beso”. Esta acción es un ejemplo de lo que desde los feminismos se nombra como gaslightling. Según la investigadora social Begonya Enguix se define como la “técnica de manipulación que consiste en cuestionar la cordura de una persona y desacreditar sus percepciones y recuerdos para que esta dude de su propio juicio”. Al transformar la versión de la jugadora, Rubiales busca que se le perciba como mentirosa y así, desacreditar y restarle importancia a sus señalamientos. 
Las acciones de Rubiales son un ejemplo de cómo funciona la cultura de violación en las sociedades. Según la feminista Daniella Gaitán así se le nombra al “entramado de prácticas vinculadas a la violación, instauradas, reproducidas y naturalizadas socialmente que son dirigidas a personas consideradas inferiores”. Se manifiesta en la normalización de la violencia sexual y la indiferencia de la sociedad cuando las mujeres deciden denunciar estos hechos. 


Abuso de poder 


Luis Rubiales ha sido el presidente de la RFEF, el organismo rector del fútbol español, desde mayo de 2019. Es un exfutbolista que  fue presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) desde 2010. Por lo tanto, es un hombre poderoso dentro de la industria futbolística. Por este motivo, no es una sorpresa que Jenni Hermoso respondiera con un “pero, ¿y qué hago yo? Mírame”, cuando le preguntaron por el beso no consensuado de Rubiales en una transmisión en vivo en Instagram. 

“No hay deseo ni posición de dominio”, señaló Rubiales durante su discurso ante la RFEF. Sin embargo, esto no es cierto. Al ser una jugadora y él un directivo, existe una relación de subordinación, donde ella, que se encuentra en una posición subalterna, tiene mucho más que perder. En un espacio profesional como lo es la industria de fútbol, estas acciones no deben ser reproducidas aún si existiera consentimiento por ambas partes y mucho menos, cuando no. 

Para restar importancia a la situación, Rubiales señaló que no existía deseo en el beso porque las jugadoras son “como sus hijas”. Esta afirmación demuestra la posición paternalista del directivo hacia las mujeres que participan en esta disciplina. Si se estuviera hablando sobre algún jugador de la rama masculina, ¿Rubiales diría que es como su hijo? 


El pacto patriarcal 


Rubiales no se disculpó por la agresión. Más bien, dijo múltiples veces que no dimitía de su puesto en su discurso en la asamblea de la RFEF. Se justificó e intentó restar importancia a la agresión por haber tenido la “mejor gestión en el fútbol español en los últimos años”, a lo que los asistentes (en su mayoría, hombres) aplaudieron. 

Después de la victoria de las españolas en el mundial, el entrenador Jorge Vilda también fue criticado por decir, en una declaración con medios de comunicación, “somos campeones del mundo”. En su discurso, Rubiales manifestó su apoyo a Vilda y los justificó bajo el argumento de que “en España, el masculino incluye también a las mujeres (…) No nos acomplejemos”, le dijo a Vilda. 

Esto es el pacto patriarcal andando. La socióloga feminista María Virginia Jimenez lo define como el “acuerdo o consenso existente entre los hombres en cuanto a cómo se relacionan con el cuerpo y vida de las mujeres”. En él, los hombres se unen con el fin de reafirmar la posición de dominio que poseen sobre las mujeres. A Rubiales y a Vilda los hombres les brindan ciego apoyo por el simple hecho de serlo. 

Sin embargo, el 6 de septiembre, la RFEF decidió destituir a Jorge Vilda como director técnico. Será reemplazado por la entrenadora Montse Tomé.

La respuesta a la revictimización: la sororidad 


El proceso que la industria del fútbol ha iniciado desde la agresión ha vulnerado a Jenni en múltiples ocasiones. La RFEF permitió que por más de cuarenta minutos, Rubiales manipulara la situación en su discurso ante la asamblea general. Además, según el comunicado publicado en las redes sociales de Jenni, se le pidió realizar una declaración conjunta con él para “rebajar las presiones contra el presidente”, cosa que ella no aceptó. 

Jenni decidió no realizar una declaración sobre lo sucedido. Sin embargo, las múltiples presiones que ha recibido la obligaron a publicar un comunicado. Según la jugadora, la RFEF ha presionado a su familia, amistades y personas de su entorno para que brinde un testimonio alejado de sus sentires. Esta situación atenta contra su bienestar e integridad. 

Lo sucedido con Rubiales ha desatado una ola de apoyo hacia Jenni. El lunes 28 de agosto, el movimiento feminista madrileño realizó concentraciones en Callao, León, el centro de Madrid y Vigo bajo la consigna #SeAcabó. Portaban tarjetas rojas que decían “Piquito y expulsión” y carteles con la frase “No es un “pico”, es una agresión”. 

Alrededor del mundo, decenas de jugadoras de fútbol profesional han expresado su solidaridad a Jenni. Las integrantes de los equipos San Diego Waves  y Orlando Pride de Estados Unidos portaron pulseras en apoyo a Jenni en uno de sus partidos, mientras otras jugadoras, como Alex Morgan, le dirigieron mensajes en redes sociales. Además, la selección femenina de fútbol español, campeonas del mundo, señalaron que no volverán a jugar hasta que Rubiales sea destituido. 

Estas manifestaciones de apoyo son una muestra de sororidad, la solidaridad entre mujeres. Ante un sistema patriarcal que intenta silenciarnos, encontrarnos, acuerparnos y apoyarnos es una expresión de resistencia feminista. 

Pese a los esfuerzos de Rubiales por mantenerse en el poder, la lucha de Jenni y las jugadoras han provocado un efecto. La REFEF suspendió provisionalmente a Rubiales de sus funciones el 26 de agosto. La Comisión Disciplinaria de la FIFA, además, lo inhabilitó de cualquier competición mundial. 

#SeAcabó la violencia contra las mujeres y el machismo en el fútbol.

Ni un agresor más en posiciones de poder.