Ninotchka Matute: reivindicar el papel de las mujeres en las entidades públicas
Ninotchka se acomoda en una de las bancas ubicadas en el paseo peatonal de cuatro grados norte, en la zona 4 de la ciudad capital. Ese paseo es uno de los proyectos en los que ha participado, algo que considera el “laboratorio real”, para diseñar el tipo de ciudad con la que sueña, con espacios de encuentro para generar comunidad. Entre sonrisas, conversó sobre su mayor pasión y enfoque actual: la ciudad de Guatemala.
Ana Silvia Ninotchka Matute Rodríguez nació en Guatemala pero vivió en Chile por dieciocho años. Allí, estudió una licenciatura en arquitectura y urbanismo en la Universidad de Chile. “Siempre pensaba: cuando sea profesional y tenga un poco más que aportar, voy a regresar a trabajar a mi país”, indicó.
Vivir y educarse en otra sociedad, le permitió comprender las fortalezas y debilidades de su ciudad natal. Regresó a Guatemala, donde también estudió la licenciatura en arquitectura en la Universidad Rafael Landívar con el fin de comprender la disciplina en su país. “Me he preparado toda la vida para poder entender cómo funcionan las cosas y sobre todo, para proponer proyectos e ideas en un país que necesita salir de este embrollo”, explicó.
Ninotchka se considera una mujer “común y corriente” que, como muchas, trabaja para sostener a su familia. Es madre de dos estudiantes universitarias y un músico, de quienes se siente orgullosa. “Creo firmemente en la democracia, en poder rescatarla y aportar a seguir construyéndola porque es la única vía que conocemos para construirnos mejor”, señaló. Es por ello, que ahora participa en la planilla de la coalición de los partidos políticos Movimiento Semilla, Winaq y la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) para la corporación municipal de la ciudad de Guatemala.
El próximo 25 de junio, las personas empadronadas elegirán al próximo binomio presidencial y diputados del Congreso de la República de Guatemala y del Parlamento Centroamericano (Parlacen). También escogerán al alcalde o alcaldesa, concejales y síndicos que conforman cada una de las corporaciones municipales. Para la ciudad capital, la coalición Semilla-Winaq-URNG presentó a Juan Francisco Solórzano Foppa como su candidato a alcalde. No obstante, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) decidió no inscribirlo bajo el argumento que no contaba con la constancia transitoria de reclamación de cargos, conocida como finiquito.
La planilla de la coalición fue inscrita bajo el nombre #FoppaXLaCiudad sin candidato a alcalde. Si ganan la contienda, esta posición debería ser ocupada por la concejal I, quien renunció por motivos personales. En ese contexto, quien tomaría la posesión como alcaldesa sería la concejal II: Ninotchka.
Aunque la planilla #FoppaXLaCiudad no ganara las elecciones, Ninotchka aún podría entrar al concejo municipal. Si la coalición alcanza más de 40 mil votos en las elecciones, esta posibilidad sería una realidad, explicó.
“Quiero entrar al concejo, ese es mi primer objetivo. Quiero que la gente sepa que existe un concejo porque, de hecho, la gente no sabe que existe y no sabe para qué sirve. Quiero fiscalizar, proponer y equilibrar las decisiones” explicó Ninoschka.
Durante la entrevista con RUDA, la candidata respondió algunas preguntas sobre su trayectoria y el proyecto político en el que participa.
Entendemos que tiene experiencia de trabajo en y para la ciudad. ¿Podría contarnos cómo ha sido?
La zona cuatro, donde estamos, tiene una importante historia en el desarrollo urbano de la ciudad. Trabajamos por años en estas dos cuadras (el paseo peatonal) el Proyecto Cuatro Grados Norte, con un grupo interdisciplinario que tenía la visión de recuperar este barrio que, en el 2002, estaba totalmente abandonado y contaminado.
Cuando nace la Fundación Crecer, la organización que yo dirigí durante doce años, nos percatamos que este era un proyecto cultural que generó una vida urbana, de encuentro y de convivencia. Venía mucha gente, y abrieron distintos negocios. Pero no existieron las gestiones urbanas que son necesarias para agrupar una comunidad diversa y cuatro grados norte terminó sepultado en una pequeña isla urbana.
Con la fundación entendimos que un proyecto de esta naturaleza y con esta visión no era sostenible si no tenía personas y una comunidad que se involucrara, que perteneciera al proceso y lo defendiera. El problema es que en él no existía el ingrediente principal, que eran las viviendas.
También trabajé en un proyecto con el ministerio de Cultura, el cual constaba de una serie de procesos para dignificar la figura del premio Nobel Miguel Ángel Asturias. Fue con esa experiencia que me di cuenta de todos los requisitos que tienes que cumplir para que te contraten y que la capacidad de generar partidas presupuestarias está amarrada y esto no permite que los proyectos avancen.
Por poco más de un año de contrato, fui básicamente el enlace entre el ministerio de Cultura y la Fundación Miguel Ángel Asturias. He tenido también otras oportunidades, por ejemplo, en el Colegio de Arquitectos. Allí participé en la creación de la Bienal Centroamericana de Arquitectura. Fue un proyecto difícil de implementar y me sentí muy honrada de trabajar en algo devolvía a la arquitectura el rol social que debía tener y que se volvía en la voz del gremio de los arquitectos a nivel centroamericano que tiene mucho que decirle al mundo. El evento se hizo en Guatemala, cumplió su objetivo y, posteriormente, se trasladó a Honduras.
¿Por qué la política partidista, especialmente, la administración municipal, es del interés de una arquitecta urbanista?
Me motiva ser un vehículo para inspirar, principalmente a las mujeres. La participación de las mujeres en puestos de decisión y en espacios públicos de desarrollo es mínima. Necesitamos cambiar la manera en la que estamos diseñando y desarrollando las propuestas en nuestra sociedad porque han sido construidas desde el punto de vista masculino. Es momento de escuchar las necesidades de las mujeres.
En todo, particularmente en la ciudad, se cumplen roles muy definidos. La ciudad está diseñada para responder a las necesidades de los hombres. Cuando fue creada, y antes de que este tráfico horrible existiera, era muy fácil: el hombre salía de la casa en la mañana rumbo a su trabajo y regresaba por la tarde, eran dos viajes al día. Mientras tanto, la mamá debía llevar a los niños al colegio, ir al mercado, a la farmacia. Es decir, su necesidad de desplazarse por la ciudad se multiplicaba. Pero no existen banquetas para caminar, mucho menos si vas con un carruaje con un bebé y otro niño en los brazos. Tampoco hay pasos peatonales ni espacios públicos seguros.
El lugar donde vives afecta, incluso, tu autoestima. Crees que como vives es como tienes que vivir y olvidas tu derecho a vivir en una mejor ciudad, a desplazarte en un transporte eficiente y a transitar una ciudad donde la planificación esté enfocada en las personas y no en los vehículos. Diseñar espacios públicos dignos, seguros y hermosos mejora la calidad de vida de las personas porque es aquí donde nos encontramos todos. Este es el espacio democrático por excelencia: la calle.
Esta ciudad tiene algunos espacios donde podemos vivir como en el primer mundo, mientras que otros, la mayoría, están sumidos en el abandono. Quiero aportar a la reducción de estas brechas de desigualdad porque si mis vecinos están bien, todos estamos mejor. Incluso, a nivel de empresas, necesitamos una sociedad que pueda invertir, trabajar y cuyas necesidades básicas sean atendidas.
Nos encontramos agobiadas en una realidad muy dura donde la política se ha pervertido. Ser político implica un estigma y no porque la política sea así, sino porque los políticos anteriores nos han llevado a creer que solo hay una manera de actuar. Sin embargo, yo me describo como una persona con la dosis justa de rebeldía para defender las causas justas.
¿Por qué decidió participar en la coalición Semilla-URNG-Winaq?
Creo que esta alianza es un gran logro porque en Guatemala no existe la tendencia a negociar. Creo que la base de la que partimos es esta, el trabajar en conjunto para terminar con las confrontaciones y la polarización que nos hace tanto daño. Ya estamos hartos de la campaña de terror en la que vivimos y sí es posible construir una colectividad y un proyecto común donde todos queremos estar. Hay mucha riqueza y fortaleza en este proyecto común, que puede replicarse en todo el país porque así son los procesos urbanos y sociales a largo plazo, se contagian.
Hay muchas ideas y eso es algo que yo privilegio, al igual que el trabajo en común.
La planilla es diversa. En ella podemos encontrar profesionales, técnicos y líderes comunitarios que nos permiten entender perspectivas que tal vez no conocemos. Definitivamente este equipo es muy representativo del país que somos. Estoy emocionada, quiero inspirar, quiero ser una pequeña luz que ilumine un poco esa oscuridad y entusiasmar a la gente para que vaya a votar.
¿En qué se diferencia el proyecto político de la coalición al de otros partidos?
Cada una, día a día, vivimos la problemática urbana. El agua, transporte y la seguridad son nuestros tres ejes de trabajo principales. Lo que nos diferencia es cómo abordaremos estos proyectos porque no buscamos las respuestas directamente sino que, como dice Alejandro Aravena, un arquitecto chileno con mucho sentido social, lo que hay que buscar es la pregunta correcta. Para tenerla, la dinámica de propuestas tiene que ser participativa, tienes que dar esos espacios para que primero haya ese diálogo y esa confianza, que solo se logra viéndonos a la cara escuchando las necesidades y no solo las necesidades, sino también las ideas. No es en una planificación aislada, a puerta cerradas y poco transparente, como se hace ahora, donde los técnicos podemos creer que estamos diseñando lo que se necesita la ciudad y no hemos escuchado a nadie.
Lo que nos diferencia es que tenemos la visión y la experiencia de gente que viene de las comunidades y que nos puede ayudar a hacer todos estos procesos de intercambio de inteligencia colectiva que nos permitirán entender exactamente que el proyecto es bueno, pero que debemos hacerlo sobre la base real, donde nadie se sienta excluido, expulsado o no tomado en cuenta. Es difícil, pero es necesario. Es esa visión participativa la que me permite hablar de un proyecto colectivo de ciudad.
¿Qué significa para usted la posibilidad de convertirse en la primera mujer que dirige el concejo municipal?
Quiero demostrar que estamos capacitadas para tomar decisiones. Debemos trabajar colectivamente, pero eso no quiere decir que no tengamos la capacidad de dirigir y liderar. Me emociona la posibilidad de reivindicar el papel de las mujeres en las entidades públicas guatemaltecas.
Significa mucho para mí tener la oportunidad real de transformar la visión de ciudad que se tiene, así como la manera en la que nos comunicamos con los vecinos. Quiero poner la visión femenina en un puesto muy importante para el país, como este. Estoy muy emocionada por poder hacerlo.
Finalmente, nos gustaría saber, ¿cómo es la ciudad que usted sueña?
Es bonito mostrar un espacio que representa bien lo que uno sueña y quiere implementar. Acá (en el proyecto Cuatro Grados Norte), existe la posibilidad de encontrarte con el vecino y sentarte bajo la sombra de un árbol. Si vienes de noche, encontrarás iluminado. Aquí hay contacto humano.
Esa es la ciudad que quiero, una ciudad humana pero, para ello, debemos dejar de invertir grandes cantidades de dinero en infraestructura dedicada al vehículo porque eso nos deshumaniza y ni siquiera es eficiente.
Quiero una ciudad donde podamos encontrarnos y sentarnos a leer un libro. Donde haya posibilidad de convivencia y de bienestar.