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Niñas embarazadas: agresores se benefician de la impunidad

El Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (OSAR) ha documentado casos de niñas sobrevivientes por violencia sexual, que enfrentan desafíos en aspectos físicos y psicológicos.  Muchas no están preparadas para el embarazo y el parto, por lo que su vida y su salud están en riesgo.  Además, se enfrentan a un estigma social, abandono escolar y limitaciones severas en sus oportunidades futuras.

Por Mirna Alvarado

 A los 16 años, Julieta (nombre ficticio para proteger a la adolescente) decidió retomar sus estudios, pues hacía tres años se retiró debido a un embarazo prematuro, cuando estaba bajo el cuidado de un familiar que abusó sexualmente de ella. 

“Ese día, mis papás se fueron a trabajar y mi hermano mayor a estudiar, yo no tuve clases y me dejaron con unos familiares para no estar solita en la casa. Esa no fue la primera vez que esta persona me hizo daño, fueron varias veces”, dijo Julieta mientras se colocaba el uniforme de su escuela. 

Fue rechazada por su familia cuando se percataron del embarazo, hasta el nacimiento de su pequeño tuvo que vivir con una tía. “Mi mamá me regañó, mi papá me pegó y no creían el abuso, no me ayudaron en nada hasta ahora”, dijo. 

Julieta es originaria de una comunidad de San Francisco La Unión, Quetzaltenango. Ella es una de las tantas niñas que resulta embarazada debido a una agresión sexual. 

Como en el caso de Julieta, los agresores quedan impunes. “Mi tía me ayudó a denunciar, pero parece que él (su agresor), tenía contacto con la policía porque a las dos semanas de la denuncia, huyó”, comentó. 

“Hace unos tres meses se comunicó con mi mamá, dijo que estaba en Estados Unidos y que quería hacerse cargo de los gastos de mi nene y de mis estudios, pero no es necesario. Gracias a mi familia tengo lo necesario, lo que yo quisiera es que pague por lo que me hizo”, mencionó. 

Las organizaciones de derechos humanos y las organizaciones no gubernamentales han llamado la atención sobre la necesidad de fortalecer el sistema judicial para garantizar el acceso a la educación y servicios de salud sexual y reproductiva, y promover campañas de prevención y concienciación en la sociedad.

El problema de las niñas madres como resultado de agresiones sexuales, es una violación grave de los derechos humanos que requiere una respuesta integral por parte de las autoridades y la sociedad. Recientemente el Observatorio de Salud Reproductiva (OSAR) dio a conocer que 1 mil 137 niñas entre 10-14 años han sido madres, de enero al 31 de julio de este 2024. 

De acuerdo con Thelma Sushi, coordinadora del OSAR en Quetzaltenango, se cuantifican 1 mil 585 niñas madres de entre 10 y 16 años en ese departamento.  Agregó que aproximadamente unas 900 menores de edad son madres porque fueron víctimas de agresión sexual. 

Recostada en una banca, cubierta con un poncho rosa, Rosa (nombre ficticio) espera ser atendida en el Centro de Atención Permanente (CAP) de Quetzaltenango, lleva en los brazos a su pequeña de 4 meses de edad envuelta en una frazada amarilla de ositos blancos y celestes. 

Es acompañada por su madre y su hermana mayor, acudieron al CAP para un chequeo de emergencia, la herida que le dejó la cesárea no ha secado. Rosa cumplirá los 15 años el próximo 19 de septiembre. Ella soñaba con una fiesta, en la que llevaría un vestido como el de Cenicienta, su princesa favorita.

Pero el sueño se esfumó luego de ser abusada por un hombre a quien ella y su familia consideraban de su entera confianza, era un líder religioso. A diferencia de Julieta, Rosa sí cuenta con el apoyo de sus padres, hermanos y abuelos, a los tres meses de gestación su agresor fue detenido. 

“Mi hija, la mayor, fue quien nos alertó de lo que ocurría con su hermana, cuando supimos quién fue la persona que se aprovechó de su inocencia, acudimos a las autoridades. El hombre ahora está en la cárcel, aunque eso no repara el daño que le hizo a mi niña estamos seguros que no le dañará la vida a otra niña”, dijo Guadalupe, madre de Rosa. 

Los datos del OSAR revelan también que a nivel nacional están embarazadas 2 niñas de 10 años, 4 de 11 años, 26 de 12 años, cada caso es una historia de violencia sexual.

La edad de los agresores sexuales

El estudio “Cuando la edad cuenta”, realizado por la investigadora Lucía Ramazzini , de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), con sede en Guatemala,  abarcó los años del  2017 al 2023  y establece que la mayoría de agresores son mayores de edad, y registró un total de 8 mil 331 (100%) casos de denuncias por violación a víctimas de 0 a 14 años, perpetrada por hombres mayores de 18 años. 

Eso significa que se realizan 3 denuncias al día por violación a menores de 14 años, perpetradas por hombres mayores de 18 años. De los casos denunciados 6 mil 097 (73%) corresponden a violaciones donde hubo una víctima y un agresor, mientras que 1 mil 772 (21%) están relacionados con violaciones múltiples, involucrando una víctima y varios agresores, o varias víctimas y varios agresores. 

También se identificaron 462 (6%) casos donde no había registro de agresor o de víctima.

Partos riesgosos

Las niñas menores de 15 años tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones durante el parto, como trabajo de parto prolongado, desgarros vaginales o cesáreas de emergencia. Ese fue el caso de Rosa, su cuerpo de niña estaba en desarrollo, su pelvis no estaba lo suficientemente madura o ancha para permitir el paso seguro de su bebé y por eso debió ser intervenida quirúrgicamente. 

“Yo quería tener a mi bebé de forma natural, por eso al principio fuimos con la comadrona que atendió a mi mamá, pero cuando entré en parto, no podía. Recuerdo que me desmayé, desperté en el hospital y me dijeron que me pondrían una inyección en la espalda, por eso me duele la espalda, me duele el vientre y el alma”, comentó Rosa.

Donald Sosa, director de la Dirección de Redes Integradas de Servicios de Salud de Quetzaltenango, explicó que los embarazos prematuros pueden ocasionar preeclampsia, “esta es una condición peligrosa caracterizada por presión arterial alta y daño a órganos como los riñones y es más común en embarazos adolescentes”, refirió. 

Además, las niñas y adolescentes embarazadas tienen un mayor riesgo de desarrollar anemia, lo que puede causar fatiga extrema y complicaciones durante el parto, esa condición puede ser transmitida al bebé. 

“El cuerpo de una niña está en desarrollo, por lo tanto, tiene mayores necesidades nutricionales. Un embarazo puede agravar la desnutrición y puede provocar anemia, tanto en la madre como en el niño”, finalizó Sosa.