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Mónica Benicio: “Espero que el 2 de octubre se pueda derrotar a Bolsonaro en las urnas”

En el marco de las elecciones generales en Brasil, hablamos con la concejala de Río de Janeiro feminista y lesbiana, Mónica Benicio. Un diálogo urgente sobre los derechos para la comunidad LGBTQI+ frente a la posibilidad de restablecer la democracia. “El fascismo habla de opresión, el feminismo habla de igualdades”, afirmó.

Mónica Benicio nació en Rio de Janeiro, en el barrio Maré, de la zona norte de la ciudad, donde gran parte del barrio es favela. Es arquitecta con maestría en urbanismo, y tras el femicidio político de su compañera, Marielle Franco, comenzó una lucha incansable para exigir justicia y que se sepa “quién la mandó a matar”, como dicen sus remeras. Desde el 1 de enero de 2021 es concejala de Rio por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), el mismo del cual Marielle fue parte y por el que ocupó también el cargo de concejala.

Mónica es militante de los derechos humanos, trabaja por el acceso y derecho a la ciudad, se presenta como feminista y lesbiana, y desde esta identidad disputa la política pública en la Cámara Municipal de Rio de Janeiro, un ámbito caracterizado por la presencia de varones conservadores.

En su despacho, acompañada por las fotos junto a Marielle, la bandera del orgullo LGTBIQ+ y la bandera lésbica, Monica conversó sobre el futuro inmediato a cuatro días de las elecciones del próximo 2 de octubre que determinarán el fin del fascismo en las urnas y el regreso de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia de Brasil.Frente al avance global del fascismo en la región, Mónica reflexiona tranquila pero segura y recuerda que “nosotras también avanzamos”.

Para la concejala y activista, los feminismos, el movimiento LGBT, los pueblos indígenas y negros crecieron y se organizaron para evitar que Bolsonaro hubiera hecho una desgracia mucho mayor para el pueblo brasilero. En sus palabras, la esperanza de que otro Brasil puede ser vivido y gozado libremente se vuelve realidad. Para eso, destaca la importancia de que Lula da Silva gane de manera masiva en las urnas: “La posibilidad de que Lula vuelva a ser Presidente y de tener un gobierno que dialogue con la democracia y con los movimientos de izquierda es fundamental para las políticas públicas que demandamos” señaló.

Después de estos cuatro años de régimen de terror y violencia que, de alguna manera comenzó con el femicidio político de Marielle Franco, ¿qué significó en este contexto la irrupción de existencias lésbicas en la política?

Es un desafío ser lesbiana y ocupar un lugar en la política institucional por lo que reivindico ser una concejala “sapatão” (lesbiana). Es un acto político hacerlo en una sociedad muy lesbofóbica. La gente vive una escalada de violencia muy dramática. Eso no comenzó en 2018 con la elección de Jair Bolsonaro. Él no inventa ese clima de violencia, en verdad es un síntoma de una sociedad que ya tenía esas expresiones que resultaron en la elección democrática de un fascista como Presidente de la República. Esa escalada de violencia se evidenció también con el impeachment de Dilma, la primera mujer electa como Presidenta de la República. Esa escalada de violencia se expresó contra los derechos de las mujeres y contra la población LGBT en forma general. En 2018 el crimen de Marielle demostró esa situación porque fue ejecutada en un crimen político de impacto nacional e internacional. Es importante entender el clima de barbarie que Brasil atravesaba entonces pero también el espíritu de solidaridad de aquel momento. Muchas personas expresaron su solidaridad con el asesinato de Marielle, tanto que ella se convirtió en un símbolo de resistencia a nivel internacional. Marielle es un signo de esperanza. Después de su brutal asesinato en marzo de 2018, Luiz Inácio Lula Da Silva fue encarcelado y se convirtió en un preso político antes del período electoral porque era el único que tenía posibilidades reales de derrotar en las elecciones a Bolsonaro. Bolsonaro llega a la Presidencia de la República a través de fake news, de la proscripción política de Lula y de la violencia legitimada por su discurso LGTBfóbico, odiante, misógino y racista. Eso amplió y potenció el clima de violencia que se estaba generando en la sociedad.

¿Qué significa para vos ser concejala de la Cámara Municipal de Río de Janeiro?

En 2020 fui electa para ocupar el mismo cargo que ocupaba Marielle en la Cámara Municipal de Río de Janeiro, un espacio que es muy conservador y en el que reivindicar la identidad lésbica es un acto político de resistencia. Conseguimos avances significativos como la aprobación de un proyecto que establece la provisión de alimentos a personas LGTB que viven situaciones de violencia y vulnerabilidad. La Cámara Municipal de Río de Janeiro no tenía la tradición, por decirlo así, de aprobar proyectos LGTB o que provengan del campo progresista y feminista. Nuestro trabajo tiene ese sentido: la bandera del feminismo, de los derechos LGBT y del derecho de las ciudades para las mujeres cumple un papel importante dentro de las ciudades. Hace dos semanas se aprobó un proyecto que incorpora el 29 de agosto, Día de la Visibilidad Lésbica, en el calendario oficial de la ciudad. Fue una iniciativa presentada por Marielle en 2016 que se perdió en la votación, que yo también ingresé el año pasado y perdí por la misma cantidad de votos pero que este año conseguimos aprobar. En lo personal significó mucho porque fue un proyecto que Marielle construyó con los movimientos lésbicos. Fue una victoria muy importante porque, a partir de estar en calendario oficial de la ciudad, el siguiente paso es discutir sobre la vida de esas mujeres y producir políticas públicas para ese sector de la población. Es considerar a ese grupo como parte de la sociedad. La bandera de la visibilidad es muy importante para la población LGBT en general, en especial para las lesbianas. La visibilidad protege y garantiza la ciudadanía. Las mujeres lésbicas nos queremos vivas, visibles y reconocibles. Para nosotras fue una alegría.

— En Argentina es el 7 de marzo en homenaje a una compañera que fue víctima del lesbo-odio, Pepa Gaitán.

Qué importante la memoria feminista. Aquí instalamos el día 15 de marzo como el día de enfrentamientos contra las fake news a partir de la desinformación que pretendieron instalar contra Marielle Franco. También logramos instalar el día de su asesinato como el día contra la violencia política.

—En este contexto electoral y, en el sentido de lo que nos venías contando, ¿cuáles son las políticas prioritarias para el reconocimiento de los derechos de las mujeres y la comunidad LGBT?

—El gobierno de Bolsonaro fue muy violento que avanzó contra los derechos de las mujeres, LGBT, derechos indígenas y de la población negra. Todas esas minorías sin representatividad política sufrieron mucho con el gobierno de Bolsonaro, que fue un gobierno muy conservador y que incluso en una crisis sanitaria sin precedentes en la que 600 mil personas murieron por el Covid 19 y por un gobierno que en ese momento operó con una política de muerte, con una política que decidió quién podía vivir y quién debía morir en la sociedad. Entonces nosotras las mujeres y personas LGBT tendremos por delante el trabajo de la construcción de una sociedad más justa e igualitaria que respete nuestros derechos, nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestros afectos. No considero que hoy estemos en un régimen de derecho porque la democracia se debería ocupar de responder a la pregunta “¿quién mandó a matar a Marielle y por qué?”. No hay democracia en Brasil sin esa respuesta, porque hay un grupo político capaz de asesinar como forma de persecución política y que hoy vive en la impunidad. Ese es el mensaje para Brasil y para el mundo en tanto no se responda quién mandó a matar a una concejala electa democráticamente.

Tampoco hay democracia plena en este país si las mujeres siguen muriendo en clínicas clandestinas por intentar realizarse un aborto, si las personas LGBT no pueden vivir sus experiencias, sus sexualidades y sus familias de forma libre y plena o si las poblaciones negra e indígena siguen sufriendo por el racismo estructural. Las políticas prioritarias para nosotras las mujeres y las personas LGBT deberán tener un sentido de igualdad, de inclusión y de contradicción de toda política bolsonarista. Espero que el 2 de octubre se pueda derrotar a Bolsonaro en las urnas y que Lula sea electo en la primera vuelta. Pero Lula solo no va a resolver todos los problemas de Brasil. Tenemos una responsabilidad por delante. Necesitamos legisladoras y legisladores comprometidos con las luchas feministas, antirracistas y de las personas LGBT que contribuyan a que él haga un gobierno que dialogue con el campo progresista y con la democracia. Es lo que Bolsonaro no hizo. Él es un bárbaro que lo único que hizo en su gobierno fue barbarie. La lucha contra Bolsonaro la vamos a dar el próximo domingo pero la lucha contra el bolsonarismo es una lucha de más intensidad que implica desmontar la política de atrocidad y de violencia de los últimos cuatro años. Allí vamos a necesitar ánimo las mujeres porque tenemos un papel fundamental que cumplir en esa lucha. Fue uno de los períodos más difíciles de nuestra democracia, una democracia frágil y joven que fue construida sobre la sangre del pueblo indígena y negro. En este país no se habla de reparación por los procesos de esclavización y de dictadura militar. Al contrario, el Presidente de la República sostiene que la dictadura fue una evolución. Brasil no habla sobre la memoria y sobre la necesidad de reparar a quienes sufrieron los procesos violentos que atravesaron nuestra historia. Las políticas prioritarias para las mujeres y el colectivo LGBT necesitan enfrentar el fascismo, el racismo, la misoginia y la LGBTfobia. Solo de esa manera tendremos un país donde quepan todos los cuerpos y todas las vidas.

—En los últimos años la demanda por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito estuvo presente en los procesos electorales de Argentina, Colombia y Chile. ¿Cómo ves ese tema en este contexto en Brasil y a futuro?

—En Brasil hay mucho retroceso en materia del derecho al aborto. Estamos cerca de la situación de retroceso que se produjo en Estados Unidos al respecto. Quisiera que en ese sentido estemos más cerca de Argentina. Brasil es un país muy conservador donde el fundamentalismo religioso está muy presente en la política institucional. Eso dificulta mucho que haya políticas para que las mujeres avancen. El derecho al aborto es central en la vida de las mujeres como un todo pero es un tema que infelizmente no fue central en la agenda política. Incluso en el gobierno de Lula, que es un hombre que dialoga con el Opus Dei por lo que no tengo grandes expectativas sobre la legalización del aborto y sobre las políticas para personas LGBT en su gobierno. Esos avances van a requerir de nuestra incidencia política. El gobierno de Lula no será fácil para nosotrxs, pero será un gobierno en el que se podrá dialogar. Eso es importante, porque con Bolsonaro ni siquiera pudimos dar ese debate. Para que esas políticas sean efectivas es necesario que haya un gobierno democrático. Son conquistas que se logran con mucha lucha y las feministas en Brasil mostramos que estamos activas y potenciadas. Yo no tengo duda de que el gobierno de Bolsonaro hubiera cometido atrocidades mayores si no fuera por la resistencia del movimiento feminista, LGBT, negro e indígena. Son movimientos cada vez más potentes y presentes en la sociedad. Tenemos un largo trabajo por delante y espero que pronto eso se materialice en la legalización del aborto en Brasil. En breve presentaré un proyecto que también había trabajado Marielle sobre el tema. Después de su muerte muchos proyectos que ella había presentado se trataron en plenario y se votaron. El único que no llegó a esa instancia es este, que habla sobre aborto, que dice que sea legal, que pide información sobre las mujeres que ya están accediendo a las interrupciones del embarazo permitidas en nuestro país y que demanda que lo puedan hacer en condiciones seguras y humanitarias. Hay que hacer una ley que diga que se cumpla la ley que ya existe: ese nivel de retroceso hay en Brasil sobre el tema. Pero no vamos a abandonar la lucha hasta que nuestros derechos sean garantizados.

—A través de Marielle pudimos comprender el dispositivo de militarización y el proyecto de ciudad que se estaba gestando en Río de Janeiro. ¿Qué expectativas hay de poder desarmar esa maquinaria de guerra que se instaló en las favelas y en los barrios más empobrecidos de Río de Janeiro?

—Desarmar esa máquina de matar pobres y cuerpos negros, periféricos y favelados es un desafío político de largo plazo. Infelizmente, porque hay muchas vidas en juego. No fué únicamente Marielle quien reveló lo que pasa en este sentido, porque hubo muchas mujeres investigadoras que inclusive eran referencias para ella que han dado esa lucha por mucho tiempo en Brasil, la de desarmar una política violenta. En Rio de Janeiro no es raro que se mate a legisladores y legisladoras, principalmente en las zonas periféricas. La gran diferencia con el asesinato de Marielle es que fue una persecución política por encargo, ocurrida luego de una mañana de trabajo y en el centro de una ciudad que es referencia mundial en términos de turismo. Ese crimen mostró al país y al mundo el momento político y social que estamos viviendo en Brasil. Que cuatro años y medio después no se haya resuelto el crimen, que no haya responsables es un mensaje grave que damos al mundo: que aquí se puede ejecutar a una parlamentaria en la calle como forma de hacer política y que no va a pasar nada. Ese grupo está libre, pudiendo hacer otra acción como esa en cualquier momento. Eso no es compatible con la democracia. No se trata de izquierda o derecha, esto es democracia o barbarie. No hay término medio. Una mujer fue brutalmente ejecutada y la Policía aún no responde quién mandó a matarla y cuáles fueron las motivaciones. Eso es necesario resolver para hablar de democracia, como así también derrotar al bolsonarismo, a las milicias, al fascismo y al fundamentalismo religioso. Necesitamos construir una sociedad donde todos los cuerpos quepan, donde todas las vidas importan

—¿Cuál es el estado de la causa judicial?

—Las investigaciones están en curso. Hay dos personas detenidas desde 2019 acusadas de ser las ejecutoras del crimen pero la causa no fue elevada a juicio. Hay otra investigación paralela que es sobre los autores intelectuales y sus motivaciones pero las familias de Marielle y Anderson no hemos podido tener acceso al expediente a través de nuestros abogados, pese a que somos querellantes en la causa. Es un absurdo que el Ministerio Público Fiscal no permita eso, porque quiénes vamos a estar más interesados en que se resuelva el crimen que los familiares. Esa es otra batalla, son múltiples batallas: ser una concejala lesbiana, luchar por Justicia para Marielle y todas esas batallas están conectadas y dialogan con este proceso de construcción feminista que hacemos en la práctica.

—¿Por qué es importante que Lula gane en primera vuelta?

—La derrota de Bolsonaro en la primera vuelta es necesaria porque Brasil no merece un día más de gobierno de Bolsonaro. Este gobierno que solo opera con una política de muerte, que permitió que 400 mil personas mueran por Covid 19, que avanzó sobre los derechos de las mujeres y de las personas LGBT. Es un gobierno que solo dialoga con violencia y con discursos de odio. Por eso es importante derrotarlo a través de una herramienta de la democracia como son las elecciones y elegir a Lula en el primer turno para dar un mensaje a la política bolsonarista: que la gente dijo basta, que no vamos a permitir más violencia en este país. El feminismo en este sentido cumple un rol fundamental en esta historia porque no vamos a construir una sociedad para vivir libremente si no es a través del feminismo. El fascismo habla de opresión, el feminismo habla de igualdades y sobre construir una sociedad más horizontal, sin opresiones. Es importante que durante el gobierno de Lula dejemos en claro eso, que nuestros derechos deben ser garantizados: los de las mujeres, LGBT, de las infancias, de la población negra e indígena. Tengo la profunda convicción de que no vamos a tener una democracia plena si no es a través del feminismo operando en la construcción de la sociedad.

—¿Cómo podemos seguir los pasos de Marielle desde el feminismo y desde el colectivo LGBT?

—El legado de Marielle es llevado por cada mujer que se levanta, por cada mujer que lucha y que resiste en su modo de hacer política y en su modo de vida. Las familias de Marielle y Anderson no solo luchamos para que el mundo sepa quién mandó a matar a Marielle y por qué y para que haya justicia. Esta lucha es un compromiso con la sociedad en pos de denunciar la situación de barbarie que permitió los hechos del 14 de marzo de 2018. El legado que ella dejó vive en el movimiento feminista cuando se lucha por los derechos de igualdad de las mujeres, de los cuerpos y de todas las configuraciones de familias LGBT. Marielle era una defensora de los derechos humanos, que llevaba en su cuerpo y en su trayectoria de vida todas las luchas que defendía: era una mujer negra, favelada, periférica, era una mujer que amaba a otras mujeres, feminista, socialista, lésbica. Todo lo que Marielle era en su vida y en su quehacer político fue revelado al mundo a través de la tragedia que fue su asesinato. Pero exige una respuesta positiva, que no tiene que ver con el miedo y con la barbarie. Todo lo contrario. Es preciso que haya más lucha para que hayan más Marielles y para que todo lo que se identifica con su memoria florezca con más fuerza en todo el mundo. Así como es posible ver la belleza en el caos, la respuesta que la sociedad dio de transformar a Marielle en un símbolo de resistencia es decir que su vida no fue en vano y su muerte tampoco lo será. La fuerza de las mujeres ocupa las calles y todos los espacios. Lo mismo pasa con el movimiento negro, indígena, LGBT. La empatía y la solidaridad que hubo con el asesinato de Marielle la convirtió en una semilla multiplicadora en todo el mundo. Su legado y el de Anderson viven en toda persona que luche por una sociedad justa.

—¿Cuál es el impacto de las elecciones a nivel regional?

—Estas elecciones tendrán un impacto a nivel nacional, regional y mundial porque el ascenso del fascismo no es exclusivo de Brasil ni de América Latina. Hay un efecto globalizador. Pero es importante ver lo que avanzamos y ganamos porque si no parece siempre que estamos en una situación desoladora y que la vida es cada vez más dura. Son fuerzas opositoras: el movimiento feminista y LGBT avanza con sus conquistas y del otro lado el fascismo percibe eso y opone resistencia con violencia, fake news y políticas de odio. Son opuestos que crecen, crece uno y crece el otro. Entonces es importante decir que no solo el fascismo creció, también lo hizo nuestra lucha. Los feminismos, el movimiento LGBT, los pueblos indígenas y negros crecieron y se organizaron tanto en el último tiempo que si no fuera por eso Bolsonaro hubiera hecho una desgracia mucho mayor en Brasil. La posibilidad de que Lula vuelva a ser Presidente y de tener un gobierno que dialogue con la democracia y con los movimientos de izquierda es fundamental para las políticas públicas que demandamos. El impacto no será solo para Brasil, tiene una importancia a nivel regional y en el mundo en términos de economía y de alianzas con otros países. Este país es uno de los más importantes para la discusión sobre el medioambiente. Tener un gobierno que al menos hable de socialismo va a tener un impacto positivo en el mundo. Así como el fascismo avanza a nivel global, nosotras también avanzamos. Espero que Lula sea elegido Presidente y allí estaremos las feministas para reclamar por sus promesas de campaña en un gobierno que espero nazca el próximo 2 de octubre.

  • Publicada originalmente en El Salto.