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Mi primera menstruación: ¿por qué nadie me preguntó cómo me sentía?

Cambios, son esos los que llegan con nuestra primera menstruación, llamada menarquía en términos médicos. Es en ese momento cuando la sociedad comienza a imponerse más sobre nosotras, cuando nos dice que debemos cuidarnos “más que nunca” y, sobre todo, conservar nuestra  “virginidad” que es lo más preciado porque es lo que buscarán los hombres. 

Con la llegada de la primera menstruación, las expectativas de que encajemos en los estándares de belleza se elevan, al igual que los comentarios sobre nuestro aspecto físico. Esto provoca que comparemos nuestros cuerpos con los de mujeres que consideramos bellas, impidiendo que reconozcamos que somos perfectamente perfectas a nuestra propia manera. 

Y entre todo esto, ¿alguien piensa en nuestras emociones cuando estamos viviendo nuestra primera menstruación? Creo que pocas veces nos preguntan qué sentimos. Más bien, los consejos de la mayoría de personas son sobre “cuidar nuestra virginidad”,   y “no dársela a cualquiera” porque, después de todo, podemos “quedar embarazadas si no nos cuidamos”. Nos recuerdan cuidar lo que comemos, porque, “si no, engordarás o te puede salir acné y se ve mal”. Nos aconsejan taparnos cuando salgamos para no vernos “vulgar”. En medio de todos estos comentarios, las mujeres entramos a un proceso completamente desconocido para nosotras. 

¿Desde cuándo las emociones dejaron de ser fundamentales, válidas o aceptadas en un proceso que todas vivimos? ¿A cuántas nos preguntaron cómo estábamos o qué sentíamos? Es válido preguntarle a una niña de 12 o 13 años cómo la está pasando o qué piensa, y sobre todo, decirle que no tenga miedo, que no está sola, que esta primera experiencia es parte de una etapa normal, donde, aunque el mundo empieza a etiquetar su cuerpo,  ella tiene el derecho de conocerlo y explorarlo en medio de los cambios. 

El miedo, agobio, tristeza o simplemente el no saber cómo reaccionar son usualmente las primeras sensaciones en las niñas ante su primera menstruación. Existe una fuerte desinformación que le llega a muchas, que logra aumentar nuestra ignorancia sobre nuestro propio cuerpo y provoca que sintamos pena  al contar que tuvimos la regla y nos hace sentir que tenemos que esconder nuestras toallas sanitarias por la vergüenza del qué dirán sobre un proceso natural del cuerpo femenino.

Es importante recordar que toda clase de emociones son permitidas. Debemos apoyar a las niñas en este proceso, donde sus estados de ánimo están cambiando por las hormonas y su seguridad en sí misma será fundamental. Muchas veces no le damos importancia debido a que es algo que ya  vivimos y olvidamos que hay miles de mujeres y niñas más a quienes podríamos ayudar o aconsejar en su proceso. 

Es necesario conocer de nosotras, exigir un sistema donde nos hablen de la menstruación y que este tema no un tabú. Necesitamos una sociedad donde hablar del tema no incomode y donde no sintamos que no debemos preguntar sobre ello para “no ser juzgada”, o recibir frases como “está es sus días”. Nuestras emociones son parte de nosotras y es permitido hablar sobre lo que sentimos cuando menstruamos, sea la primera vez o no.