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Marianela Mejía, defensora garífuna criminalizada en Honduras, alcanza meta universitaria

Marianela Mejía Solórzano es una defensora de derechos humanos, originaria de Trujillo, Colón, en Honduras, que forma parte de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH) y coordina el grupo de la comunidad LGBT dentro de la agrupación. Mejía Solórzano es lesbiana, tiene 31 años, vive con su pareja e hijo en esa ciudad y el pasado 13 de mayo se graduó como Licenciada en Administración de Empresas Agropecuarias por la Universidad Autónoma de Honduras, un logro del que afirma se siente orgullosa por los sacrificios que conllevó.

Como parte de OFRANEH, Mejía también se ha involucrado en la defensa del territorio garífuna ancestral. Foto Cortesía Marianela Mejía Solórzano

Actualmente Mejía enfrenta un proceso penal junto a otras 31 personas, incluyendo su hermana Jennifer, por la defensa del territorio garífuna ancestral en Honduras. El 3 de marzo ambas fueron detenidas en Trujillo, Colón, en el contexto del conflicto territorial que hay en la región, acusadas de supuesta usurpación de tierras a la empresa Sociedad Responsabilidad Bienes Raíces Juca.

En una entrevista, Mejía Solórzano nos habló de lo que significó para ella graduarse de la Universidad y qué metas tiene a futuro. Para alcanzar ese sueño, comentó que vivió momentos difíciles con su pareja. Había días que solo tenía para el pasaje para trasladarme a Tocoa a recibir las clases, trabajaba durante la semana y los fines de semana me iba a estudiar, tenía que ver de qué manera conseguir para mis proyectos ya que mis ingresos no han sido tan grandes, indicó.

Marianela Mejía Solórzano es una defensora garífuna de Honduras que acaba de graduarse en Administración de Empresas Agropecuarias. Foto Cortesía

Pese a esas circunstancias, la entrevistada relata que fue una experiencia bonita y difícil “ahora me siento más orgullosa por todo ese trabajo que hice para lograrlo”.

Uno de los anhelos de su madre era que ella culminara sus estudios universitarios. “Yo le dije que me iba a esmerar para poder dárselo y ayer le entregué el título a ella”, indica.

Ahora que se ha graduado, Mejía Solórzano planea seguir trabajando con la OFRANEH, donde hizo su práctica profesional. Quiero seguir apoyando a la organización, compartiendo y aprendiendo, para mí somos una familia, indicó.

La defensora se declara lesbiana y trabaja a favor de la comunidad LGBT garífuna en Honduras. Foto Cortesía Marianela Mejía

Como parte de su trabajo en la OFRANEH se ha destacado por las acciones que realiza por los derechos de la comunidad LGBT, con la que han creado una sede en Trujillo, que es una casa donde alojan a personas que en el contexto de la pandemia han sido discriminadas y echadas de sus casas y que no tienen donde trabajar o vivir. La OFRANEH paga el alquiler de la casa, la alimentación, el internet y capacitaciones. Además de la sede que tienen en Trujillo tienen una en el municipio de La Ceiba y están formando otro en Roatán, comentó.

Criminalizada por su trabajo en la recuperación de tierras ancestrales

Sobre el proceso legal que enfrenta actualmente, la defensora señala que está en libertad condicional y que junto a su defensa están trabajando para lograr su libertad definitiva. “No sabemos cuánto tiempo va a durar el proceso, ya que somos 32 personas con orden de captura y las primeras detenidas fuimos mi hermana y yo” indicó.

Mejía Solórzano forma parte de la Organización Fraternal Negra Hondureña, en Honduras, donde ha trabajado a favor de la comunidad LGBT. Foto cortesía Marianela Mejía Solórzano

Gracias a la solidaridad nacional e internacional que recibieron tras su detención, de parte de las organizaciones aliadas a la OFRANEH, junto a su hermana pudo recuperar su libertad. Estoy muy agradecida porque si no hubiera sido por esa unión, entre garífunas y organizaciones, talvez ahora mi situación hubiera sido diferente y no hubiera podido culminar mis estudios universitarios, indicó.

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Mejía Solórzano indicó que los garífunas, por querer recuperar sus tierras para poder sembrar y garantizar un espacio a las futuras generaciones, son criminalizados. Vivimos en un narcoestado que cada día va viendo de qué manera destruirnos. Lamentablemente la gente tiene miedo de alzar la voz, porque nos criminalizan, nos persiguen y matan como defensores de derechos humanos, señaló.

En Honduras, indicó que la comunidad garífuna tiene una rica cultura y tradición, pero también enfrentan el racismo, que lo experimentan más en el área laboral. Sentimos que nos utilizan para bailar punta o motivar sus eventos, pero no nos incluyen como personas preparadas en puestos de trabajo, que nosotros podemos realizar dignamente, indicó.