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María Toj Medrano, una mirada al pasado y presente de una dirigente histórica de Quiché

María Toj Medrano es una dirigente histórica de Quiché que ha sido partícipe de la historia del país en más de cuatro décadas, desde la fundación del Comité de Unidad Campesina (CUC), que salió a la luz en 1978, del que ella fue parte, hasta su participación como integrante del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), una de las cuatro agrupaciones guerrilleras que posteriormente conformaron la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

A sus 66 años, la también fundadora de la Asociación Política de Mujeres Mayas (MOLOJ), interpreta la realidad del país con la sabiduría que le dan décadas de militancia en el movimiento social guatemalteco. En una entrevista con Prensa Comunitaria nos dio su punto de vista sobre la actual coyuntura que atraviesa el país, durante el gobierno de Alejandro Giammattei, que se ha caracterizado por la persecución en contra de operadores de justicia, periodistas, abogados y defensores de derechos humanos, en la que señala debe prevalecer la unidad.

En los tiempos más cruentos de la represión del Estado en contra de la población guatemalteca, durante la guerra interna, cuando se cometió genocidio en contra de la población maya, surgieron las Comunidades de Población en Resistencia (CPR) y organizaciones como el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), “siempre el pueblo se ha levantado, se ha organizado”, señala.

La dirigente considera que la lucha de las y los estudiantes de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), que se oponen al fraude de Walter Mazariegos, el rector que fue impuesto a través de elecciones anómalas, realizadas este 2022, tiene un gran valor histórico y son los más jóvenes quienes se han posicionado en contra del mismo.

Sin embargo, reconoce que Mazariegos no está solo en la intención de quedarse en la Rectoría. Opina además sobre la actual coyuntura que atraviesa Guatemala y la fuerza que ha tomado el llamado “pacto de corruptos”, ante lo cual queda la esperanza de la unidad entre los diferentes sectores sociales.

Lo ocurrido en la USAC, según Toj Medrano, puede ser antesala a un posible fraude en las elecciones de 2023, puesto que los que ostentan ahora el poder no quieren soltarlo.

El pasado 11 de agosto, María Toj encabezó una delegación del CUC y de autoridades indígenas que manifestaron su solidaridad con los integrantes de la Coordinadora General de Estudiantes, que aglutina a varias organizaciones estudiantiles que se oponen a Mazariegos.

La consigna de dicha agrupación desde su fundación en 1978 ha sido “cabeza clara, corazón solidario y puño combativo”, lo cual se demostró con la solidaridad hacia distintas luchas de entonces, como la gran huelga de mineros del municipio de Ixtahuacán, Huehuetenango, en 1977, aún cuando la organización no había salido a la luz pública y la huelga de 1980 de la Costa Sur donde entraron en paro más de 50 mil trabajadores agrícolas que paralizaron la zafra y la cosecha de algodón, reclamando el aumento del salario mínimo rural.

En la entrevista, María Toj también reflexiona sobre el papel que han desempeñado las mujeres en el movimiento social guatemalteco, un rol que afirma, aún no se ha difundido lo suficiente.

Su vinculación con el CUC y el Ejército Guerrillero de los Pobres

La dirigente K’iche’, proviene de una familia que sufrió en carne propia la represión del ejército. Su hermano Emeterio Toj Medrano, fundador del CUC y militante del EGP, fue secuestrado el 4 de julio de 1981 y sobrevivió a su detención. Su hermano Baltazar Toj Medrano fue asesinado; el 9 de mayo de 1980 fue abandonado su cuerpo con señales de tortura frente a Radio Quiché, en lo que consideraron un mensaje hacia su familia, ya que su hermano Emeterio trabajaba como locutor en dicha radio.

Otro de sus hermanos, Francisco Toj Medrano, quien era comerciante, también fue desaparecido en 1983. Él sí pertenecía al Movimiento 31 de enero que se creó después de la masacre de la Embajada de España, comentó. Francisco dejó cinco hijos en orfandad y hasta la fecha, su cuerpo no ha sido encontrado. Según recuerda María, él se resistió a ser patrullero y fue perseguido por personas que la familia considera eran parte del ejército.

Toj Medrano empezó a vincularse con el movimiento social de Quiché desde la Acción Católica, un movimiento catequista y social iniciado por la Iglesia Católica en ese departamento en los años 70. En ese entonces, ella era ama de casa y tenía cuatro hijos. Su única participación afuera de su hogar se limitaba a asistir a misa.

En cursillos impartidos por catequistas conoció a mujeres de otras aldeas de Quiché como La Estancia, Lemoa, Xesic; en esas reuniones sus integrantes comenzaron a cuestionarse sobre la situación que vivía la población indígena y campesina en ese momento.

Transcurría la década de los 70, una época de gobiernos militares. En 1974 asumió al poder, mediante un fraude, el general Kjell Laugerud. Ya entonces, en Quiché se estaba gestando una organización que separaría sus acciones de la Acción Católica. A María le llegó una invitación de otro grupo y ella acudió. Recuerda que esa primera reunión fue en la llamada Casa Social, donde ahora opera la Radio Quiché, que antes se llamaba Radio Santa Cruz.

A la par de la Acción Católica, también empezaron a cobrar auge las cooperativas, apoyadas e impulsadas por la Iglesia Católica y las Ligas Campesinas, vinculadas al partido político Democracia Cristiana Guatemalteca pero que luego fueron radicalizando sus posiciones en defensa de intereses indígenas y campesinos, según el sociólogo Ricardo Sáenz.

La participación social, de personas indígenas y mestizas era muy activa, sin embargo, ella relata que a pesar de toda esta organización no se tenía claro lo que se buscaba y además había muchas limitaciones por parte de la Iglesia Católica hacia los líderes, quienes no podían hablar más claro.

Y en estos espacios de análisis surgió la idea de que era necesario crear otra organización que representara con mayor claridad y compromiso los cambios que se buscaban. Así fue como nació el Comité de Unidad Campesina (CUC) que salió a la luz pública el 1 de mayo de 1978, una organización que tenía como lema “cabeza clara, corazón solidario y puño combativo”.

Las mujeres y hombres que conformaron el CUC vieron la realidad en la que vivían con mayor claridad. El alto costo de la vida, los bajos precios de sus productos, conocer sus derechos económicos, sociales y políticos, cada vez tenían mayor claridad sobre por qué luchar y para qué organizarse.

Y para no sentirse impotente, ante estas grandes injusticias que se vivían, así se fue formando, se fue estructurando la fuerza de este gran grupo, que en aquellos tiempos también era un producto de todas las injusticias que había”, indica sobre la agrupación donde comenzó su trayectoria de lucha.

Después del proceso de formación del CUC, María conoció a religiosos jesuitas, algunos de los cuales se unieron al EGP como el sacerdote jesuita Fernando Hoyos, quien posteriormente murió a manos del ejército en las montañas de Huehuetenango y a Enrique Corral, misionero jesuita de la Compañía de Jesús.

Después del secuestro y asesinato de su hermano Baltazar, ella recibió una nota en donde le advirtieron que tenía que salir de Santa Cruz del Quiché. Tenía como opción irse con su familia a Quetzaltenango o a otros municipios de Quiché. “Yo decidí irme para Quetzaltenango, así fue que nos desplazamos, estábamos alquilando un cuarto. Luego, en esos meses secuestraron a mi hermano Emeterio, un 4 de julio. Entonces nos dijeron que teníamos que salir de Quetzaltenango”, rememoró.

Nuevamente comenzó el desplazamiento, junto a su cuñada, sus sobrinos y sus cuatro hijos se fueron a la ciudad capital, donde vivieron en la colonia Montserrat. Ahí recuerda que tenía una vecina que hablaba despectivamente de los guerrilleros. Ella fingía ser del municipio de Cantel.

Viviendo en la colonia le ocurrió un incidente más peligroso que pintoresco. Un día, esa vecina las invitó al bautizo de su hija y ellas se ofrecieron a hacer tortillas. Luego llegó la suegra de la vecina, quien resultó ser la cocinera del presidente Fernando Lucas García. Ella recuerda que tuvo que gritar “¡Viva Lucas!” en la fiesta para aparentar y para guardar las formas. En las calles, en ese entonces la consigna era “Lucas y Somoza, son la misma cosa”.

Después de ese incidente sus compañeros de lucha le preguntaron qué quería hacer y fue cuando le hablaron sobre la existencia del EGP. Ella tomó la decisión de integrarse a la guerrilla, o “alzarse”. De hecho, dos de sus hijos, bastante jóvenes todavía, ya se habían unido a las filas insurgentes.

“Yo decidí incorporarme al EGP, así fue mi integración, nos trasladamos otra vez por Quiché, por Zacualpa, por Chiché. Permanecí como unos 6 o 7 años en el EGP”, indicó.

“Que los estudiantes estén resistiendo tiene un gran valor histórico”

El pasado 11 de agosto, frente al Paraninfo Universitario, en la zona 1 de la ciudad capital, miembros del Comité de Unidad Campesina (CUC) y autoridades indígenas esperaban a estudiantes de la USAC que realizaron una marcha para denunciar el fraude electoral en esa casa de estudios. En dicha movilización, grupos indígenas se unieron en solidaridad con el estudiantado.

Foto: Juan Rosales

Ahí, Toj Medrano, como representante histórica de esa organización tomó la palabra, antes de que autoridades indígenas de Santa Lucía Utatlán realizaran un acto simbólico de solidaridad con los integrantes de la Coordinadora General de Estudiantes, creada para unificar la lucha universitaria en contra del fraude y les entregaron claveles y una vela roja.

“¿Por qué estamos también aquí en esta resistencia? Porque es lo mismo que también hemos vivido en los tiempos de los años 70…Desde los territorios, tanto los estudiantes, los pobladores en los años 70 también había muchas organizaciones y luchas por el alto costo de la vida, por la falta de educación, de salud, por la falta de tierras”, rememoró Toj.

Este encuentro entre pueblos indígenas, campesinos y estudiantes no es ajeno a la realidad que vivió el país en los años más cruentos de la represión. A finales de enero de 1980, campesinos provenientes de Quiché, entre ellos miembros del CUC, viajaron a la ciudad capital para denunciar las masacres, secuestros y violaciones cometidas contra la población K’iche’, como parte de la represión del Estado en contra de la población de aldeas indígenas que consideraban eran el soporte de la guerrilla.

Ningún medio de comunicación de los que acudieron quiso transmitir su mensaje, así que decidieron tomar la Embajada de España junto a miembros del Frente Estudiantil Revolucionario Robin García (FERG); 37 personas, entre campesinos, estudiantes y miembros del cuerpo diplomático, fueron quemadas vivas en la masacre del 31 de enero de 1980.

Este hecho fue recordado por la dirigencia de la organización como una “fusión de la sangre”, de pueblos indígenas y estudiantes.

Para Toj Medrano, fue una muestra de solidaridad que viene desde los años 70, cuando esa organización se solidarizó con el movimiento obrero, con los estudiantes y las luchas de la población en general. Incluso recuerda que apoyaron las protestas contra el alza del pasaje en la ciudad.

“Cuando fue la quema de la Embajada se demostró la solidaridad de los estudiantes, de los cristianos, de los obreros, que el CUC tampoco estaba solo. Para nosotros fue muy importante pero luego vino la represión”, indicó.

Una de las consignas que se escuchó en la Marcha del 11 de agosto, convocada por la comunidad universitaria que se resiste al fraude y a la que se unieron otros grupos sociales como el CUC fue: “Desde el campo y la ciudad forjaremos unidad”.

María recordó que desde que participó en su primera manifestación, en 1978, se manejaban dichas consignas y que aún se siguen manejando, lo cual a su criterio da una esperanza “porque ahorita desde los territorios, de los pueblos, ellos están luchando, organizándose, están las mujeres, están los jóvenes, están los medios de comunicación alternativa, están las radios comunitarias. Hay mucho que ver en esos grandes logros que están haciendo desde los diferentes territorios y por lo tanto es tan necesaria la unidad”, afirmó.

Sobre la resistencia universitaria, la dirigente indicó que hay que valorar que, ante el fraude, los estudiantes se organizaron y tuvieron la valentía de tomar la Universidad, lo que ha sido noticia a nivel nacional e internacional.

“Valoro yo esa gran resistencia de los jóvenes que llevan ya más de 100 días”, manifestó.

Según dijo, Mazariegos no está solo en su intento de imponerse en la Rectoría, detrás de él están otros personajes poderosos. No obstante, una Universidad autónoma es lo único que queda, es por eso que el hecho de que los estudiantes se hayan levantado y estén resistiendo tiene un gran valor histórico.

“Son los más jóvenes, hay que seguirlos apoyando y aunque esto no se valora, dejan ellos escrito en la historia que sí se luchó por una Universidad más digna, porque esto es para el futuro, para las generaciones que vienen”, dijo.

Desde el 27 de abril, la comunidad universitaria conformada por estudiantes, profesores y trabajadores tomaron las instalaciones del Museo de la Universidad (MUSAC), donde el Consejo Superior Universitario (CSU) tenía previsto realizar las elecciones a rector sin permitir la participación de 35 electores de las agrupaciones Sos USAC y Avante.

El 14 de mayo, el CSU llevó a cabo la elección de Mazariegos sin permitir la participación de los precandidatos Jordán Rodas y Carlos Valladares ni de sus electores, imponiéndose de esa forma con 72 votos como rector de la USAC, un nombramiento que no ha sido reconocido por estudiantes en resistencia así como catedráticos y trabajadores. El 19 de mayo, estudiantes tomaron el campus central de la USAC de manera indefinida, a lo cual siguió la toma de otros centros de esa casa de estudios.

El fraude electoral en la universidad pública se realizó en medio de una coyuntura de persecución en contra de operadores de justicia, defensores de derechos humanos, periodistas y opositores al gobierno de Giammattei.

Sobre ello, Toj considera que la situación es similar a la que se vivió en los años más cruentos de la guerra en Guatemala, pero que a pesar de la represión, el pueblo siempre se ha levantado.

También reflexiona sobre la situación de la posguerra, ya que gracias al esfuerzo de diversas organizaciones y pueblos se abrieron los espacios, se firmaron los Acuerdos de Paz y se instaló la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) en 2008, un organismo auspiciado por las Naciones Unidas para luchar contra la impunidad. En 2015, en conjunto con el MP, la CICIG develó grandes casos de corrupción que llegaron hasta el presidente Otto Pérez y la vicepresidenta Roxana Baldetti.

Fue la primera vez en la historia del país que se llevan preso a un presidente y a la vicepresidenta, con eso se tocó la estructura de los tres poderes, dijo Toj, en referencia a Pérez Molina, mencionó que es un general que fue procesado por corrupción, más no por violaciones a derechos humanos durante la guerra.

Sin embargo, la entrevistada considera que actualmente el llamado “pacto de corruptos”, como se le conoce a la alianza dominante del país, está fuerte y que todos los poderes están cooptados. En Guatemala actualmente se vive la criminalización de líderes, desalojos, la defensa de intereses de las mineras por parte del Estado, el encarcelamiento de periodistas y hasta la salida del país de Jordán Rodas, exprocurador de derechos humanos, indicó.

Foto: Juan Rosales

“Más que nunca necesitamos la unidad, están los estudiantes en esa digna resistencia, las mujeres, las radios comunitarias y medios de comunicación alternativos, está fuerte el sistema corrupto y explotador, pero también está el pueblo y esa es la gran esperanza que hay”, dijo.

El último discurso de Oliverio Castañeda, secretario de la AEU

Durante su intervención en el Paraninfo Universitario, la dirigente del CUC recordó que estuvo presente en el último discurso de Oliverio Castañeda de León, secretario general de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), asesinado por fuerzas del Estado el 20 de octubre de 1978.

Para entonces, el CUC ya había salido a la luz pública y sus integrantes venían a la capital para participar en las manifestaciones. Ella recuerda que en ese tipo de protestas ponían mucha atención a los discursos y que esa es la razón por la que, a pesar de que no existía la tecnología de ahora, todavía los tiene guardados en su mente.

Cuando Oliverio tomó la palabra, ella estaba en la Concha Acústica, ubicada en la plaza de la Constitución. El dirigente estudiantil abordó la situación de Centroamérica y tachó al presidente Kjell Laugerud de explotador.  María indicó que ella tiene presente hasta la fecha el discurso “claro y contundente” de Oliverio, así como su imagen.

Luego de eso las y los campesinos comenzaron a retirarse del lugar. Ellos se encaminaron por la Sexta Avenida hacia la 20 calle, donde iban a abordar su bus y afirma que incluso escucharon los disparos pero nadie se detuvo porque la orientación era que no lo hicieran, para no ser detenidos.

Pero cuando llegaron a Quiché se enteraron de lo que ocurrió ese medio día. “Nos sentimos impotentes, no puedo expresar lo que yo sentí, pero recuerdo que un joven llamado Baltazar, de La Estancia, dijo de su coraje “A Oliverio lo mataron, pero sus ideas jamás se olvidarán”. Ella refiere que esa frase es parte de la combatividad y la claridad del CUC. Hasta la fecha, el recuerdo del dirigente estudiantil emboscado y acribillado en la sexta avenida y octava calle, aún perdura en su mente.

Reflexiones finales

En la entrevista se le preguntó a Toj Medrano si considera que lo que ocurrió en la USAC puede ser una antesala a un posible fraude electoral en las elecciones generales de 2023, a lo que respondió que sí, “porque si lo hicieron ahora descaradamente, no permitieron a los que tienen derecho a voto y los excluyeron públicamente y ahora con la campaña electoral…es evidente lo que están haciendo en el Congreso, se están uniendo para luego seguir a puro fraude” indicó.

Es por eso que hace un llamado a los tomadores de decisión de los diferentes partidos democrático para comenzar a unirse.

Este llamado también es para los diferentes pueblos y territorios, a organizarse y luchar desde sus espacios, desde los defensores de derechos humanos hasta las autoridades indígenas, “el poder está en lo local, del pueblo y como decimos, solo el pueblo salva el pueblo”. El compromiso entonces es de unidad y a pesar de las diferencias, la unidad debe prevalecer, respondió.

Asimismo, hizo una reflexión final sobre el aporte de las mujeres al movimiento social guatemalteco. Por ejemplo, cuando el CUC empezó, ellas lo apoyaron con sus finanzas, porque en ese entonces no había proyectos de cooperación internacional. “Levantamos al CUC vendiendo chuchitos, con ventas de fruta, costureras acá en la Costa Sur” contó. Pero los aportes no solo fueron monetarios sino también de participación, incluso repartiendo volantes escondidos en sus palanganas llenas de masa de maíz.

Esas luchas no siempre se cuentan, afirma y es por eso que es necesario que desde diferentes espacios se reconozca lo que ellas han aportado al movimiento social, afirmó Toj Medrano, quien durante la entrevista hizo énfasis en la solidaridad y en la unidad que debe prevalecer en los diversos grupos sociales que resisten a las diversas acciones del “pacto de corruptos” que han cooptado todas las instituciones del país.

Si bien reconoce que la mayor parte de la población está sobreviviendo el día a día, sobre todo luego de la pandemia del Covid-19 y no están pensando en organizarse, señala que la gran esperanza está en los pueblos.  “Seguir luchando, seguir organizándonos, en donde estemos”, concluyó María Toj, una referente de la historia social reciente del país.