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“Los paradigmas de la salud mental”

Por: Chantal Figueroa Bou-Aziz

La salud mental desde la perspectiva occidental

Hay muchas formas de definirla, depende desde qué paradigma la estamos entendiendo. Porque al definir la salud mental, definimos qué es el humano, por eso tantas diferencias. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud, define la salud mental como “un estado de bienestar en el que cada individuo se da cuenta de su propio potencial, puede hacer frente al estrés normal de la vida, puede trabajar de manera productiva y fructífera, y puede hacer una contribución a su comunidad.”

Esta definición de la salud mental, es basada en valores occidentales que definen al ser humano al servicio del capitalismo y a su vez lo naturalizan. Por ejemplo, la Dra. Marie Crowe, analizó el lenguaje usado en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales Cuarta Edición.  Ella quería entender como el libro que define todas las enfermedades mentales, define por ende la sanidad. Su estudio resaltó los 4 valores pilares que definen la sanidad en este manual:

  1. La habilidad de entendernos como individuos, separados de los demás. Este de por si, excluye a cualquier persona viviendo en una cultural comunitaria, donde el valor es hacia el colectivo. O a las mujeres, a quienes se les enseña que las necesidades de los demás vienen a pro del suyo. Así, estos dos grupos son naturalizados como otros, a los parámetros de esta sanidad.

  2. La moderación. Un valor que se le plasma a ciertas cosas. Por ejemplo, a la comida, a las sustancias, a las drogas, pero no a los fármacos, o a los billonarios hasta cuando estudios han demostrado que el tenerlo todo es malo para la salud mental.

  3. La productividad- Uno de los valores centrales del capitalismo. Con el cual demarcamos nuestro valor. Uno de los pensamientos más liberadores es repetirse: mi valor no va de la mano con mi productividad.

  4. La racionalidad. Valor que se impone como superior a la emocionalidad, despreciando todo lo femeninos y (no es por coincidencia que se feminiza en nuestro imaginario) a la “madre tierra.”

Estos valores siguen siendo aquellos de la cultura occidental y los valores de la “modernidad” que se enmarcaron en el siglo XIX con el paradigma descartiano que se definió el protocolo científico dando valor al individualismo, la racionalidad, la propiedad privada y creó el contexto para el capitalismo. Claro, estos valores tomaron poder en un contexto donde simultáneamente se estaba llevando a cabo y se necesitaba justificar la esclavitud de los pueblos africanos y el colonialismo/exterminio de los pueblos originarios del continente americano y del mundo.

Estos valores que marcaron la modernidad, y por ende fundaron la psiquiatría occidental, crearon un paradigma donde se entiende al mundo en categorías binarias entre las cuales hay una relación de poder. Por ejemplo: hombre/mujer, racionalidad/emotividad, modernidad/naturaleza,  civilización/primitividad. La primera categoría, siendo el estándar, y por ser una relación de poder, los  opresores de su contraparte.  Este paradigma, en el cual está basado el capitalismo heteropatriarcal, ha normalizado la “ciencia” como creadora de Verdades (con V mayúscula). Estas Verdades, como la creación de la “raza” que es una construcción social, o algunas antiguas enfermedades psiquiátricas (ahora ya desmontadas como tales) como la histeria o la drapetomania  o la homosexualidad que fueron inventadas para justificar el control, la opresión y la violencia sobre todo lo que se considera femenino y/o perteneciendo a la naturaleza.

En los tres ejemplos anteriores, la histeria se importó a principios del siglo XIX a México  donde se diagnosticaba a mujeres con problemas en asimilarse a la “civilización” (Gorbach & Train, 2005). Al mismo tiempo, la dropetomania, definida, como la urgencia de escapar de casa, fue utilizada para diagnosticar de enfermos mentales a los esclavos cuando se escapaban de sus amos (Mills, 2015). Claro estas enfermedades son vistas como retrogradas y ya no son diagnosticadas (aunque todavía existen tratamientos de conversión para personas de la comunidad LGBTQ). Mi punto, con estos ejemplos es demostrar que la psiquiatría -así como la ciencia en general- se ha instrumentalizado para justificar el colonialismo y la opresión. Mi argumento no es en contra de la psiquiatría ya que es una rama de la medicina que ayuda a millones de personas en el mundo, y sin la cual tendríamos una aún más alta tasa de mortalidad. Mi punto es sobre la importancia de reconocer los valores que definen la enfermedad mental y la salud mental, ya que ambas son espacios políticos y como tales tienen una agenda, un propósito.

La salud mental desde el paradigma de la cosmovisión maya

Existen otros paradigmas con los cuales entendernos y entendernos en el mundo. Por ejemplo, desde la cosmovisión Maya. Los terapeutas K’ichés entienden que en nuestro ser existen dos fuentes de energía: el Jaleb’ y el Nahual (Chávez Alvarado, Pol Morales, Morales Pantó & Barone, 2012, 2015). El Jaleb’ es la fuerza de la vida, que tienen todas las cosas vivas, es lo que compartimos con las plantas, el agua, es la vida que compartimos en el planeta tierra, y el universo (Chávez Alvarado et.al 2015). El Nahual es la energía que nosotros le ofrecemos al mundo, nuestro talento único, lo que nos hace perder la noción del tiempo. La salud mental es entonces una alineación con nuestro Jaleb’ y nuestro Nahual.  Desde esta Cosmovisión una enfermedad mental como el  Xib’irikil en K’iche’ que en español le conocemos como susto, es cuando algo externo a nosotros, como un trauma, nos desprende el Jaleb’ lo cual se manifiesta en síntomas emocionales y psicológicos (Chávez Alvarado et. Al 2015).

Como ven, el paradigma con el cual definimos la salud mental, define quién llega a ser  visto como humano, y en justificar un “otro” se justificar la opresión contra elles.

Cuando politizamos la salud mental nos damos cuenta que la psicología va de la mano con la justicia social, y que sin un lente crítico, decolonial, sin un llamado al fin del heteropatriacado no viviremos plenamente lo que es la salud mental.  

Referencias:

Crowe M. (2000) Constructing normality: a discourse analysis of the DSM-IV. Journal of Psychiatric and Mental Health Nursing, 2000, 7, 69–77

Chavez Alvarado, Pol Morales, Morales Pantó & Barone, 2012, 2015)

China Mills, (2015) Decolonizing Global Mental Health: The Psychiatrization of the Majority World. Routledge.

Gorbach F., & Train  M.(2005). From the Uterus to the Brain: Images of Hysteria in Nineteenth-Century Mexico. Palgrave Macmillan Journals

Suman Fernando (2003). Cultural Diversity, Mental Health and Psychiatry: The Struggle Against Racism. Brunner-Routledge