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Los derechos sexuales y reproductivos de las juventudes a punto de caducar

Más de 220 millones de mujeres en naciones en desarrollo no tienen acceso a métodos anticonceptivos efectivos ni a la información y servicios necesarios para planificar su maternidad, según datos proporcionados por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Las mujeres, especialmente las jóvenes, enfrentan dificultades significativas para evitar embarazos no deseados y tomar decisiones informadas que les permitan ejercer sus derechos sexuales y reproductivos.

Según esos organismos internacionales, Guatemala se sitúa entre los países con índices más altos en maternidades de mujeres jóvenes, incluyendo a niñas y adolescentes. El Observatorio en Salud Reproductiva, también reporta que solo en los primeros seis meses de este año, se han registrado 33 mil 240 nacimientos en niñas y adolescentes con edades comprendidas entre los 10 y 19 años en Guatemala.

Las estadísticas revelan que las niñas de 10 a 14 años y adolescentes de 15 a 19 enfrentan peligros y desafíos al vivir una maternidad a temprana edad, que en la mayoría de casos están asociadas a abusos sexuales y violencias. Esas circunstancias condicionan sus planes de vida y, en algunos casos, los limitan porque sus aspiraciones y deseos son truncados. Esta realidad, según las organizaciones y defensoras de derechos de las mujeres, refleja la falta de políticas públicas y leyes adecuadas para abordar esta problemática desde su origen.

 

Deficiencias 

Ximena Aguilar, coordinadora de Incidencia Política en la organización Incidejoven, destaca la grave situación de los derechos sexuales y reproductivos en Guatemala, y advierte que el país se encuentra en “un punto cercano de inflexión” en esa materia, algo sumamente preocupante. 

Según Aguilar, las escasas políticas públicas que existen en pro de esos derechos, están a punto de expirar o están siendo amenazadas y, la mayoría de ellas, solo tienen un impacto indirecto en lugar de ser integrales. 

En la actualidad, tampoco existe un sistema completo de prevención de embarazos ni de educación en sexualidad en el sistema educativo. 

Aguilar explica “No contamos con una educación integral en sexualidad en todo el sistema educativo, que entendemos como un derecho puerta, ya que permite el ejercicio de otros derechos. Digamos, la educación integral en sexualidad nos brinda herramientas e información para vivir la sexualidad de forma segura. Entonces, la falta de garantía de la educación integral en sexualidad repercute en que tengamos una sociedad muy desinformada.”

La diversidad también enfrenta obstáculos. Según la entrevistada, las personas de la diversidad sexual se ven obligadas a vivirla de manera oculta y estigmatizada, y si se trata de mujeres, también enfrentan restricciones

Ante las restricciones y la falta de acceso, las diversidades y las mujeres jóvenes buscan información a través de fuentes no confiables, algo que también las pone en peligro. 

Por otra parte, también hay una deuda importante para prevenir y abordar las violencias y abusos sexuales, porque existen subregistros o engorrosos procesos judiciales que desmotivan denuncias de las víctimas.

 

Mujeres que se enfrentan al sistema

Irene García, una joven universitaria de 25 años de edad, recuerda que su primera visita a un puesto de salud fue a la edad de 21 años, en la aldea donde vivía, pero su experiencia fue desalentadora. 

A pesar de que ya había iniciado su vida sexual y sabía que era necesario realizar un examen de papanicolau, se le negó el servicio en el puesto de salud de Santa Catarina Pinula. El motivo de esta negativa fue que no tenía hijos, algo que le dijeron era un requisito que consideraban "necesario” para realizar el examen. Además, le indicaron que si quería consultar con un ginecólogo, necesitaría la autorización de su pareja o de sus padres, a pesar de ser mayor de edad.

Irene piensa que en los puestos de salud deberían proporcionar información no solo sobre los derechos sexuales y reproductivos, también sobre el respeto hacia las mujeres. Ella siente que en la mayoría de los puestos de salud que ha visitado, existe la idea que solo se brindan anticonceptivos e información sobre enfermedades de transmisión sexual, pero carecen de un plan integral de educación sexual. 

Esto se convierte en un problema porque muchas personas que viven en áreas rurales, como la aldea donde vivía Irene, tienen la mentalidad de no querer compartir información personal sobre su salud sexual. “Tienen miedo del juicio del médico o de lo que otros puedan pensar”, comenta Irene.

Posteriormente, Irene comenzó su búsqueda de atención médica en una clínica privada cuando experimentó intensos episodios de dismenorrea durante aproximadamente quince días. Con urgencia, acudió a una ginecóloga que le recetó algunos anticonceptivos para aliviar su condición. Hasta ese momento, Irene solo había utilizado preservativos, debido a consideraciones hormonales y económicas relacionadas con otros métodos.

Dice que la doctora le explicó que antes de implementar cualquier método, era necesario realizar análisis de sangre para verificar posibles desequilibrios hormonales y resistencia a la insulina. 

 En la clínica encontró un ambiente comprensivo y recibió información detallada. proporcionando orientación sobre qué tipo de anticonceptivos podrían adaptarse mejor a su caso, considerando su síndrome de ovario poliquístico. Además, le explicaron que había métodos anticonceptivos libres de hormonas disponibles para controlar su ciclo y evitar un embarazo no deseado en ese momento.

 Con determinación y con el apoyo de profesionales médicos comprensivos, Irene pudo explorar opciones anticonceptivas que se ajustaran a sus necesidades y condiciones de salud específicas.

Fotografía: Kristhal Figueroa

 Acompañamiento en la salud sexual 


Allison Arias, una joven de 22 años, comparte su experiencia en relación a los servicios de salud. Aunque nunca ha acudido a un puesto de salud, sí ha visitado una clínica privada, pero no para hablar específicamente sobre anticonceptivos, sino para someterse a chequeos médicos relacionados con sus ovarios. "Cuando tenía 13 años tuve que ir con ginecólogos, a veces he ido a chequeos y me han dado anticonceptivos para mis ovarios", comenta.

 

Sin embargo, Allison recuerda un evento en el que su mamá, quien tiene contactos con médicos, participó en una jornada gratuita de vacunación contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) en la zona 13. Allison cuenta que le explicaron que la vacuna es para prevenir infecciones de transmisión sexual, específicamente relacionadas con el VPH. Dice que por precaución y siguiendo el consejo de su madre, Allison decidió ponerse la vacuna. 

Alison menciona que su mamá ha sido muy abierta en cuanto al tema de la salud sexual. Alison describe a su madre como alguien que está presente en su entorno doméstico y siempre le ha brindado apoyo y disposición para hablar sobre cualquier duda que pueda tener. 

Para su madre, no existe ningún tema tabú y constantemente le indica a Alison y a sus hermanos que estén dispuestos a hablar sobre cualquier cosa relacionada con su cuerpo. Además, su madre les ha enseñado a discernir entre lo que está bien y lo que no lo está, en cuanto a su salud y decisiones.

Ella se siente afortunada de contar con amistades y personas en su vida que también son abiertas y dispuestas a hablar sobre temas relacionados con la salud sexual.

 

Sistema de salud

​​Aunque en varios puestos de salud pública no se brinda atención adecuada para las mujeres, diversidades y juventudes, Ángel Gómez, coordinador de programas quien juntamente con el apoyo del puesto de salud en la zona 9 de Mixco, Ciudad Satélite, explica que sí implementan acciones en su lugar de trabajo y el enfoque principal que usan es el programa de planificación familiar.  

Este programa, según Gómez, tiene como objetivo garantizar que las mujeres en edad sexualmente activa tengan acceso a servicios que les permitan disfrutar de una vida sexual plena, pero también asumir la responsabilidad correspondiente. Además, se hace hincapié en la prevención de embarazos no deseados. La mayoría de las mujeres que utilizan este servicio tienen entre 16 y 19 años y ya han iniciado su vida sexual.

Para llevar a cabo este programa de manera integral, se cuenta con un plan de trabajo. Sin embargo, Angel señala que, desafortunadamente, en muchos casos no se cuentan con los recursos necesarios para implementarlo en su totalidad. 

Por esta razón, se realizan talleres informativos en fechas específicas, con una frecuencia mensual, donde los participantes pueden adquirir conocimientos y reforzar los temas relacionados con la planificación familiar. Estos talleres incluyen demostraciones prácticas y grupos de enseñanza aprendizaje.

Gómez considera que es fundamental utilizar estrategias de educación y concientización en toda la población, aprovechando todos los espacios disponibles. También destaca la importancia de fortalecer el trabajo desde las escuelas, abordando la temática de manera integral.

Además, destaca visibilizar y reconocer las diversas manifestaciones de la orientación sexual. Reconoce que es fundamental sensibilizar a los prestadores de servicios de salud para que sean conscientes de estas diferencias y contribuyan a tratar a todas las personas con el respeto y la dignidad que merecen. “Este enfoque inclusivo y respetuoso ayudará a aumentar la confianza de las personas y fomentará el acceso a los diferentes servicios de salud”, puntualizó.