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Los caminos hacia la justicia feminista parte II: #YoTeCreo

#YoTeCreo

Con la irrupción de la comunicación por redes digitales e internet, las formas de violencia se han diversificado. De igual forma, la denuncia de las mujeres se ha planteado desde estos nuevos códigos. Sobre todo, cuando se trata de violencias que se consideran invisibles o que, como en el caso del acoso sexual, no están consideradas como un delito reconocido en el código penal.

Ahora se encuentran distintos perfiles anónimos donde las mujeres pueden enviar sus testimonios, que generalmente son de mujeres jóvenes. Se plantea que, ante las deficiencias del sistema de justicia, la desconfianza y la constante revictimización de las mujeres, la sanción social es una de las vías para hacer justicia a las mujeres y advertir a otras. Algunas de las cuentas como @yotecuidoamiga y @calladasnomas publican los testimonios de mujeres de manera anónima para proteger su integridad.

Esta forma pública de denunciar y nombrar a los agresores parte desde un ejercicio de creerle a las mujeres, contar la experiencia propia y, como mencionan las jóvenes en las redes “cuidarnos entre nosotras”. De esta manera, se ha denunciado a distintos hombres de ámbitos como el arte, la academia y organizaciones sociales.

Estos ejercicios se corresponden con la ola del fenómeno digital del #MeToo iniciado en agosto de 2017, donde mujeres de todo el mundo denunciaron públicamente haber sido víctimas de acoso y violencia sexual por parte de hombres reconocidos por ser artistas, directores de cine, actores y en general sujetos en una posición de poder alta desde donde violentaban a las mujeres.

En 2018 y 2019 se vieron distintas expresiones de esta ola, traducida al español como #YoTambién o #YoTeCreo en Centroamérica. Se denunció a artistas, políticos, docentes y autoridades universitarias. En septiembre de 2019 también se presentaron los resultados del Estudio Exploratorio sobre Acoso Sexual en la USAC, basado en los reportes anónimos enviados por más de 700 estudiantes, realizado por la Comisión de Género de AEU.

Con la puesta en escena de las denuncias anónimas, muchas mujeres han sentido confianza de denunciar a los agresores y han descubierto no ser la únicas que tuvieron experiencias de violencia y acoso. De igual forma, cuando los testimonios han reflejado actos que sí se reconocen como delitos, en algunos casos el MP inicia una investigación de oficio, como con la denuncia al del Colegio La Asunción César Alejandro Moreno Cano en junio del 2020.

Este tipo de denuncias también ha mostrado la desconfianza social hacia los testimonios de las mujeres. No es extraño ver en las respuestas a los testimonios frases que culpan a las mujeres de lo que les sucedió, les acusan de mentir o resaltan la reputación de la persona denunciada.

Otra respuesta común es cuestionar por qué las mujeres no denunciaron antes o por qué lo hacen desde el anonimato. A esto, las mujeres responden que el anonimato es un derecho, sobre todo en un contexto de inseguridad para ellas, y considerando las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres y específicamente de las posiciones de poder que tienen los sujetos denunciados. De igual manera, se responde que cada proceso de decisión para denunciar es personal, algunas pueden tomar años para decidir hacerlo ya sea por la vía legal o pública.

¿Qué puedo hacer?

En este texto se abordan algunos de los caminos que, en Guatemala, se han planteado como medios para acceder a la justicia después de experiencias de violencia. El énfasis es que cada decisión es personal y no debe ser sujeta de ninguna presión. El reconocimiento de las violencias es un elemento en común, y la ruptura del silencio por parte de las mujeres que se reconocen como sobrevivientes luego de empezar a sanar las historias de violencia y victimización.

El carácter social de la violencia contra las mujeres, sostenido desde la enseñanza de roles de género, la falta de voluntad en los funcionarios públicos para corresponder los compromisos del Estado y las formas de violencia que no se reconocen como delitos han sido elementos analizados desde el feminismo para problematizar la violencia y nombrar los actos más normalizados que suelen no reconocerse como violentos.

Es así como las mujeres pueden apoyarse de marcos distintos para nombrar, denunciar, sanar. En cada ruptura del ciclo de violencia, se remarcan los efectos positivos que tendrá para otras mujeres, ya sea para animarles a tomar acciones, para fortalecer las redes de apoyo, generar estrategias de prevención y tener más herramientas que permitan tomar decisiones sobre sus vidas.