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Las niñas de Guatemala no mueren de amor

El otro día en un taller el facilitador pidió que nos levantáramos quienes tuviéramos algún familiar que se hubiera suicidado. El 80% de la sala se puso de pie; entonces nos pidió vernos y reconocernos entre el grupo, sin hablar, porque no era necesario, todas y todos sabíamos y sentíamos en el cuerpo la vergüenza aprendida, pero también el peso del silencio sobre esas muertes de las que escasamente queremos/podemos hablar. 

Emma López Penados

Ese silencio no es fortuito, deviene, principalmente, de nuestra influencia judeo-cristiana sobre quién tiene el poder sobre la vida y por consiguiente, sobre la muerte; la culpa como mecanismo de coerción, tanto para quien “opta” por hacerlo, como a sus familias, quienes suelen ser señaladas por hacer y no hacer, y de esa forma preferimos que no se hable, que la menor cantidad de personas lo sepan, inventamos explicaciones, etc.

Esto se agudiza cuando las causas del suicidio son también incómodas, tal como el embarazo no deseado/no planeado/forzado. Esto se aborda en la investigación de FLACSO Guatemala, “Vidas silenciadas, una tragedia de la que no se habla” (2019),  y su seguimiento, el documento analítico “Contar con datos para dejar de contar vidas silenciadas. Registros y políticas para prevenir suicidios por embarazo en adolescentes” (2023),  los cuales son ejercicios exploratorios que nos permiten evidenciarlo. 

Adolescentes, la gran mayoría presuntamente agredidas sexualmente, quienes al reconstruir sus vidas a partir de autopsias verbales, evidencian un continuum de violencia y vulneración de derechos humanos, incluidos derechos sexuales y reproductivos, quienes no visualizan mejores opciones para su futuro al vivir un embarazo derivado de violencia sexual, más que terminar con su propia vida. 

Por otra parte, las instituciones encargadas del registro, tales como el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social; Instituto Nacional de Ciencias Forenses; Ministerio Público, Policía Nacional Civil y el Registro Nacional de las Personas; demuestran que los datos con los que se cuenta en la actualidad no representan la fuente para dimensionar la problemática. Cada institución, según su mandato, maneja cifras distintas y distantes entre unas y otras lo cual dificulta su interoperabilidad y las decisiones que puedan tomarse en función de prevenir estas y tantas otras muertes de adolescentes y jóvenes.

Septiembre es un buen mes para hablar de estos casos y que dejen de existir en el silencio:  el 10 de septiembre se conmemora el Día Internacional para la Prevención del Suicidio; el 26 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Embarazo no Planificado y el 28 de septiembre es el Día de Acción Global por el Acceso a la Interrupción del Embarazo Legal y Seguro. 

Y sí, este último también es un tema incómodo a tratar, pero las vidas y muertes de las adolescentes nos obligan a tomarlo con la seriedad que se requiere, porque las niñas de Guatemala no mueren de amor, también mueren por intentar encontrar salida a embarazos forzados. 

Para leer los estudios: 

Vidas silenciadas, una tragedia de la que no se habla: 

https://flacso.edu.gt/wp-content/uploads/2022/10/Vidas-Silenciadas-Segunda-Edicion-Redes-Sociales-2-1.pdf

Contar con datos para dejar de contar vidas silenciadas: https://flacso.edu.gt/wp-content/uploads/2023/08/Paper-Contar-con-datos-Vidas-Silenciadas-FLACSO-final.pdf