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Las estrategias de Walter Mazariegos para atacar al movimiento estudiantil

Foto: Kristhal Figueroa

La resistencia de estudiantes de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) cumplió ya 100 días. Rechaza el denominado fraude electoral que permitió que Walter Ramiro Mazariegos Biolis fuera declarado rector de la única universidad pública del país. Durante este tiempo, Mazariegos, junto a la estructura con la que trabaja, ha utilizado diversas estrategias para atacarles.

El 27 de abril, un grupo de estudiantes tomó las instalaciones del Museo de la Universidad de San Carlos (MUSAC) para impedir que las elecciones se llevaran a cabo. Esto desencadenó un efecto dominó: otros 6 centros universitarios también fueron tomados. Durante los últimos meses, se conformó una Coordinadora General de Estudiantes que reúne a diversos sectores estudiantiles. En la actualidad, varias facultades y escuelas se encuentran en paro académico.

La estructura que trabaja junto a Walter Mazariegos ha implementado diversas estrategias para detener el paro. El estudiantado ha sido atacado por actos que van desde intimidaciones, hasta la violencia física. Pero “las estudiantes continuamos en digna resistencia”, expresó una de ellas.

Las intimidaciones

En mayo, representantes estudiantiles ante el Consejo Superior Universitario (CSU) de oposición fueron expulsados de una de las sesiones después de que se les acusara de transmitirla para el público general. Seguido de esto, recibieron llamadas de números de teléfono desconocidos. Camilo García, representante de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia denunció que fue amenazado con que “sacaran a luz toda su información”. “Sabemos quién tiene la culpa (...), nos están negando el derecho a todos los estudiantes”, afirmó.

Leslie Vásquez fue electora independiente de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia en las elecciones para rector. En junio, denunció por medio de una publicación en facebook, “intimidación, hostigamiento, persecución y ataques” en su contra. Un vehículo desconocido la persiguió, mientras la insultaban e intentaban que bajara del automóvil.

Pero Vásquez no fue la única estudiante perseguida. Afirmó que, durante la semana del suceso, otras dos personas experimentaron hechos parecidos, una de ellas, una estudiante de psicología. “Esto no fue un incidente común, fue un acto cobarde de intimidación por mi participación como estudiante y electora de oposición ante el fraude de rectoría”, señaló. “Lo que buscan es reprimirnos, desorganizarnos y acallarnos porque tienen miedo, las mafias tienen miedo a que recuperemos la USAC”.

Así, una de las principales estrategias de Mazariegos y la red de personajes con las que trabaja es infundir el miedo en la población estudiantil que ocupa los distintos campus universitarios. Desde el inicio de las tomas, se han difundido distintos rumores de desalojo forzado por la PNC o grupos de choque.

El 24 de junio, el Movimiento Trinchera, conformado por asociaciones estudiantiles de la USAC realizó una feria de emprendimiento. Decenas de estudiantes, profesionales y docentes visitaron los negocios participantes. Por la noche, la organización H.I.J.O.S realizó un festival musical en memoria de las víctimas del conflicto armado interno.

Sin embargo, por la tarde, un pelotón de antimotines se formó en la entrada al Campus Central por el lado de la Avenida Petapa. Más tarde, otros también llegaron a las instalaciones. La policía dijo que era una manera de prevenir bloqueos. “Este fue un acto de intimidación. La presencia de la PNC provoca que las actividades no ocurran con normalidad. La gente no se acerca y asusta al estudiantado”, señaló una estudiante. “Generan miedo porque sus acciones suelen ser violentas o duras. Se ha visto cómo golpean sin pensar en que somos personas y estudiantes”, agregó.

El 7 de agosto, estudiantes del Centro Universitario de Occidente (CUNOC) denunciaron al Registro Académico de dicha casa de estudios por “usar información sensible del estudiantado para amenazas”. Integrantes de la resistencia estudiantil recibieron correos electrónicos con el título “próximo mártir USAC”, el cual contenía sus datos personales a manera de amenaza.

Según Nahomy Valdes, “es evidente que existe el terror de Estado en generar terror psicológico dentro de los estudiantes”. Ante ello, es necesario sumar esfuerzos para continuar con la digna resistencia, expresó.

Criminalización

En junio, ocho estudiantes fueron denunciados por las tomas del MUSAC y el campus central de la USAC. Entre ellos se encuentran Nahomy Valdés y Kenya Urrutia, denunciadas por el delito de usurpación agravada. En la actualidad, las investigaciones continúan.

Nahomy Valdés afirma que el objetivo de la criminalización es evidente. Es desarticular las acciones que llevan a cabo como estudiantes, indicó.  “Es un recurso de miedo y de terror estatal que utiliza el status quo y las redes de mafia que se manejan dentro y fuera de la universidad. El objetivo no fue logrado porque la resistencia no son solo 8 personas, es toda una colectividad que trabaja para defender la autonomía universitaria y prever que no se privatice la única universidad pública en el país”.

Fotografía: Kristhal Figueroa

La violencia de la PNC

El 14 de mayo, el resultado de las elecciones a rector fue definido en el Parque de la Industria. Walter Mazariegos fue electo ganador en un evento donde solo participaron 72 de 170 electores. Al resto, se le negó el ingreso.

En las afueras, estudiantes, catedráticas y trabajadoras de la universidad manifestaban su rechazo a las circunstancias en las que el proceso electoral era celebrado. La respuesta de la Policía Nacional Civil (PNC) fue desplegar un grupo de agentes antimotines, que con el uso de golpes y gases lacrimógenos, dispersaron el plantón.

La PNC custodió que el fraude se concretara, señaló Amparo Gómez, estudiante maya K’iche’ exintegrante de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU). “Estaban custodiando a sicarios mientras en las puertas reprimían a estudiantes y ciudadanía”.

Fotografía: Prensa Comunitaria

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A esto también se suma que el 21 de junio, el CSU se congregó en el hotel Tikal Futura con el objetivo de elegir al nuevo magistrado ante la Corte de Constitucionalidad. Un grupo de estudiantes tapó la calzada Roosevelt con el propósito de ejercer presión para que los consejeros se dirigieran al lugar de los hechos y escucharan sus exigencias. Pero el resultado fue diferente.

Agentes de la PNC se hicieron presentes para disolver la manifestación y capturar a quienes participaron. Golpearon estudiantes y periodistas, rodearon el autobús donde se resguardaban y lanzaron gases lacrimógenos. Además, detuvieron al estudiante Michael Castillo.

Una de las estudiantes afirmó que la intención de la policía de golpear y violentar era evidente. “Los gases lacrimógenos no fueron usados para dispersar (como debería hacerse), eran apuntados directamente al cuerpo de las y los estudiantes. Sentimos mucho miedo, en especial porque no había policías mujeres”, expresó.

Carlos Castañeda, agente de la PNC, afirmó que la presencia policial fue solicitada por la USAC. Pero, al cuestionarle, Pablo Oliva, el entonces rector en funciones y decano de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacia, señaló que no fue responsable de ello.

Amparo Gómez señaló que el uso excesivo de la fuerza por parte de la PNC es un patrón habitual en el gobierno de Alejandro Giammattei. “Desde que inició, se ha visto reiteradamente cómo busca reprimir manifestaciones y protestas. Toda crítica que cuestione su forma de gobernar es objeto de violencia y represión”.

El vínculo entre el gobierno central y Walter Mazariegos no es comprobable, pero sí deducible. “Algunas publicaciones periodísticas hacen referencia a ello. Pero no sabemos cuál es el trato que tienen”, explicó.

Los grupos de choque

Desde el inicio de las tomas de las diversas instalaciones de la USAC, han existido rumores sobre posibles desalojos por grupos de choque aliados a Walter Mazariegos. Esto se concretó el 4 de agosto, cuando personas no identificadas ingresaron por la fuerza al campus central seguidos por personal de la Dirección General de Administración (DIGA).

“Fue un shock ver cómo todas las personas entraron a la fuerza sin que pudiéramos hacer nada para detenerlos”, expresó una estudiante. “Persiguieron a nuestros compañeros y nos quedamos solo mujeres, esperando que no nos hicieran nada porque eran hombres en su mayoría. Se les pidió que salieran de las instalaciones, pero ellos, abusando de su poder de hombres, intentaron intimidarnos”, agregó.

Las estudiantes formaron una cadena humana para expulsar a quienes ingresaron. En el proceso varias de ellas fueron lastimadas. Pero el desalojo pudo ser detenido.

Las estudiantes reconstruyen el muro que protege la USAC. / Foto: Kristhal Figueroa

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De la misma manera, el 5 de agosto, el estudiantado que ocupa el Centro Universitario Metropolitano (CUM) fue alertado de la presencia de grupos de choque afines a Mazariegos en los alrededores. “Por diversas fuentes nos enteramos de que querían venir a desalojarnos. También algunos vecinos confirmaron ver encapuchados organizarse en las afueras”, narró una estudiante.

Para las estudiantes fue una situación estresante y de temor. “Una no sabe si creerlo todo. Nos llegaban muchos rumores sobre automóviles que rodeaban las instalaciones o de motocicletas con encapuchados”, explicó. Pero también fue un momento de mucha organización. Docentes, estudiantes y egresadas acudieron a las instalaciones a apoyarles.

La manipulación de la opinión pública

Estudiantes señalaron que, durante los últimos meses, la actividad en las redes sociales de la USAC aumentó. Diariamente se publica información sobre actividades y servicios que la universidad brinda. También han compartido comunicados responsabilizando a quienes ocupan las instalaciones de “afectar a los y las estudiantes”. Pero, en facebook, la sección de comentarios ha sido bloqueada.

Según las estudiantes, las redes sociales de la USAC previo al fraude electoral estaban en abandono. Esta actualización continua es parte de una estrategia de comunicación para ganarse a la opinión pública, señaló una de ellas. “Es su manera de decir: “miren cómo nosotros sí trabajamos a pesar de todas las limitantes que pone el estudiantado en resistencia”. Buscan jugarle la vuelta a lo que se está haciendo por parte de estudiantes, docentes y egresadas para rescatar la USAC”, agregó.

Amparo Gómez opinó que esta es una estrategia para generar desinformación. “Esto es muy característico de los regímenes autoritarios. Se genera una maquinaria de la desinformación para generar confusión pero, sobre todo, para que el régimen se mantenga impune”, señaló.

La negativa al diálogo

Han pasado más de 100 días desde que la toma del MUSAC inició. Desde entonces, los esfuerzos del CSU y la administración por establecer el diálogo con el estudiantado en resistencia han sido mínimos. El 13 de julio, dos meses y medio después del inicio de las ocupaciones, personal de la DIGA se presentó a la entrada del CUM con el propósito de dialogar con un representante y buscar abrir las instalaciones. Pero las estudiantes les explicaron que era necesario realizar una solicitud formal.

El 19 de julio, personal de la DIGA acudió al campus central con el mismo propósito. Días después, integrantes del CSU también se hicieron presentes. Aseguraron ir “a título personal” y como un “acto de buena fe”. En ambas ocasiones, la resistencia estudiantil les indicó que solo dialogarían con una comisión conformada por el CSU.

Luis Pedro Ortiz, director de la DIGA, ingresó al campus central el 4 de agosto, luego de que grupos de choque intentaran desalojar la toma. Según las estudiantes, se negaba a abandonar las instalaciones sin “establecer un diálogo para recuperarlas”. La propuesta fue rechazada por el estudiantado en resistencia: “¿Cómo podemos dialogar después de que nos violentaran?”, cuestionó una estudiante.

En la toma de 2019, el CSU llevaba todas las de perder, según Amparo Gómez. En este proceso, se logró ganar el 80 o 90% de los puntos del petitorio presentado, aseguró. En la actualidad, “aunque aparentemente tengan mayoría en el CSU, este ente es muy poco representativo y eso le quita legitimidad. Ellos lo saben y como esta es una cuestión política, no quieren negociar. Ahora, también llevan las de perder”, señaló.

Pero la decisión de no negociar refleja también el carácter de Walter Mazariegos. “Así como Giammattei es autoritario, él también lo es. No accede a la negociación porque cree que la única opción es imponer su voluntad. Más bien, trata de apaciguar o minimizar la crisis”, explicó Gómez.

Pero, a pesar de los ataques de Walter Mazariegos y sus allegados, la resistencia estudiantil continúa de pie. El jueves, 11 de agosto, miles de estudiantes salieron de las instalaciones de la USAC rumbo a la Plaza de las niñas denunciando la corrupción en el Estado y la universidad. Según una de las estudiantes que resiste en la toma, los sucesos de la semana pasada fueron agotadores, “pero nos fortalecieron. Vimos que estamos juntas y que no nos sacarán de acá”, expresó.