RUDA

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La violencia que somos

Créditos: Ilustración por Pablo Castañeda

Por: Patricia Cortez Bendfeldt

Estamos a punto de salir para el asueto de semana santa. Se trata de conmemorar un hecho que, a pesar de ser sangriento, supuestamente apoya para ejemplificar que el sacrificio de uno, la falsa acusación y la violencia deberían haber acabado hace 2000 años y todos nos amaríamos.

Hoy por la mañana y anoche me invadieron las imágenes del intento de “tomar control” de un grupo de niñas que terminó en masacre.

No es la primera vez que hacemos eso.

Allí anda un meme que dice que gracias a que nos pegaron de niños no somos malos. Al contrario, pienso yo, debido a que nos agredieron de niños pensamos que eso es amor y que “quien te quiere te apalea” o “la letra con sangre entra”.

Una “revuelta” de adolescentes es reprimida con balas. Si usted no entiende lo duro de eso y piensa “se lo merecían” tendría que recordar las veces que un niño es llevado a urgencias porque papá y mamá no pudieron parar la tortura, porque el niño “se lo merecía”.

La impericia y la creencia de que “un chancletazo quieren” llevan a la muerte.

Hace años me llevaron al centro de salud a una mujer enloquecida, la llevaban entre 20 hombres, atada por la cintura la habían traído caminando por más de una hora, 5 lazos la dirigían, entre los 5 hombres tiraban hacia un lado y otro para dirigirla ella intentaba morderlos y arañarlos, estaba lastimada.

En la puerta del centro de salud se detuvieron, no sabían cómo entrarla.

En un episodio psicótico la persona está aún más asustada que el médico. Tengo un poco de entrenamiento en manejo de pacientes psicóticos, me acerqué y la desaté. Y entramos abrazadas al centro de salud, a pesar de mi bajo nivel de idioma q’eqchí.

Si yo no hubiera sabido lo básico de la atención al paciente psicótico tal vez la hubiera lastimado más. En los 10 días que la tuvimos intentando medicarla con lo casi inexistente que había en el centro de salud jamás atacó a nadie y al final hasta apoyaba a las enfermeras.

Somos violentos, hemos aprendido violencia, recibimos cariño en forma de violencia.
No importan las buenas intenciones si no podemos aplicar amor.

Si anda en las procesiones recuerde: el mensaje no es la sangre, es el amor.