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La resistencia del pueblo Xinka y el asesinato de Noé Gómez en defensa de la democracia

El dirigente campesino ha dejado a su comunidad de El Caulote, en Jutiapa, las enseñanzas de cómo acompañar los procesos de resistencia en un territorio complejo como Guatemala. A un año de su muerte, la comunidad Xinka sigue replicando las dinámicas de diálogo y el consenso comunitario.

Por Wellinton Osorio 

El pueblo Xinka se extiende por un territorio que abarca tres departamentos de Guatemala: Jalapa, Santa Rosa y Jutiapa. En este espacio convergen las principales comunidades que participaron en las movilizaciones de campesinos, mujeres y dirigentes, durante los 106 días de resistencia y defensa de la democracia, que se inició el lunes 2 octubre de 2023. 

El Boquerón fue el epicentro de convocatoria que utilizó el Parlamento del Pueblo Xinka de Guatemala (Papxigua) para reivindicarse ante las acciones arbitrarias del Ministerio Público (MP), que dirige la fiscal general Consuelo Porras, que buscaban interrumpir la transición de gobierno establecida el 14 de enero de 2024. 

El plantón de resistencia pacífica en El Boquerón, Cuilapa. Octubre de 2023. Foto del Colectivo Anpük / Wellinton Osorio

Ese 2 de octubre, por la madrugada, decenas de personas de las comunidades del pueblo Xinka se reunieron en el kilómetro 65 de la carretera Interamericana, en el lugar conocido como El Boquerón, en el municipio de Cuilapa, Santa Rosa. 

La mayoría de campesinos de las comunidades más lejanas del departamento se organizaron para movilizarse desde las 3 de la mañana con comida, leña para cocinar, carteles y lonas de plástico sin tener certeza de cuándo regresarían. 

El plantón que se instaló en El Boquerón duró 20 días y reunió aproximadamente a unas 500 personas entre autoridades indígenas, estudiantes, líderes sindicales, pilotos de tuc-tuc y vecinos de Cuilapa, Nueva Santa Rosa, Casillas, Santa Rosa de Lima y San Rafael las Flores. 

Las personas que no pudieron llegar al plantón contribuyeron con alimentos no perecederos, lonas, toldos, agua pura y ollas para cocinar. 

Vecinos entregan bolsas con agua pura a personas que mantuvieron plantón de resistencia pacífica en defensa de la democracia. Octubre de 2023. Foto de Wellinton Osorio

Los efectos de la protesta comenzaron a ser visibles, a las 11:30 de la mañana, cuando el tránsito estaba totalmente detenido, con largas filas de vehículos y transporte pesado que se extendían por unos 50 kilómetros. 

La ruta tomada por el pueblo Xinka fue estratégica, porque conecta la costa de Santa Rosa y es la principal vía hacia El Salvador. Por esta ruta transita el transporte pesado entre El Salvador y Guatemala, además de ser la conexión principal para la población de los departamentos de Jutiapa y Santa Rosa. El Boquerón es un punto clave en esta ruta, ya que conecta las tres zonas del departamento de Santa Rosa y es la principal vía hacia la ciudad de Guatemala.

La presencia del pueblo Xinka se concentró en el plantón de resistencia pacífica en El Boquerón y en el acompañamiento a la toma frente a la sede central del Ministerio Público. Pero no fue el único en el territorio, otros plantones también fueron clave. 

La comunidad indígena de Santa María Xalapán se movilizó en Sanarate, El Progreso; mientras que en Chiquimulilla, Santa Rosa, al suroriente del país, se instaló un campamento importante, donde estudiantes universitarios, dirigentes campesinos del Comité de Desarrollo Campesino (Codeca) y autoridades Xinka de San Juan Tecuaco, Guazacapán, Taxisco y Chiquimulilla se unieron. 

Con el avance del Paro Nacional, a la resistencia pacífica del pueblo Xinka en El Boquerón, se sumaron resistencias pacíficas lideradas por comerciantes en la entrada al libramiento de Barberena, así como un plantón de estudiantes universitarios en la aldea Amberes, del municipio de Santa Rosa de Lima.

Vista panorámica de El Boquerón, el epicentro de convocatoria que utilizó el Parlamento Xinka. Foto de Wellinton Osorio

Defendiendo el territorio 

Una de las razones por las que el pueblo Xinka se unió al Paro Nacional fue porque la resistencia indígena es una lucha constante desde la invasión española, en 1524, según la tradición oral compartida por los abuelos.

 “Ellos lucharon desde hace mucho tiempo. Nuestro territorio, nuestras tierras comunales, han sido defendidas de manera organizada por el pueblo Xinka, con el objetivo de recuperar lo que nos pertenece. Hoy en día, administramos varios territorios comunales, pero siempre bajo la constante amenaza del gobierno. Nosotros percibimos al gobierno casi como un enemigo, ya que hemos sufrido despojos, persecuciones y criminalización. Sin embargo, cuando el pueblo está organizado, como lo hacemos a través de la asamblea del Parlamento Xinka, eso nos fortalece”, explica el expresidente y uno de los principales voceros de la resistencia indígena, Aleisar Arana. 

Aleisar recuerda que la principal motivación del pueblo Xinka para movilizarse, en octubre de 2023 fue la indignación ante el secuestro de las actas electorales y algunas cajas de votos, durante la madrugada del sábado 30 de septiembre, tras la segunda vuelta de elecciones, lo que consideraron un ataque directo a su decisión y voto. 

“Esta lucha no es algo reciente, es una lucha heredada. Nos hemos unido a otros pueblos, como el pueblo maya, y a diversas comunidades, como los 48 Cantones de Totonicapán. No fue algo espontáneo, no es que de un momento a otro decidimos levantarnos. Esto se venía trabajando desde hace tiempo, y nuestros abuelos hablaban de que llegaría el momento. En 2021 se comenzó a discutir y a preparar, y fue hasta 2023 cuando decidimos salir”, recuerda. 

Para el Parlamento Xinka, la defensa de la democracia está vinculada a su lucha histórica contra la persecución, el despojo y la criminalización, sufridos desde la época colonial, pasando por la Reforma Liberal, y más recientemente con la concesión de licencias mineras en los departamentos de Jalapa, Santa Rosa y Jutiapa. 

Esta situación se agravó, en 2014, durante el gobierno de Otto Pérez Molina, cuando se implementaron diversas acciones represivas, como los estados de sitio, para permitir la operación minera en territorio Xinka. Estas agresiones han obligado a este pueblo indígena a defender no solo su voto, sino también su territorio y sus derechos. 

El dirigente Xinka señala que las movilizaciones de los pueblos indígenas durante el paro “no fueron espontáneas, sino el resultado de un proceso de organización y resistencia que mantienen desde hace más de 500 años”. 

Velar por el bien común 

La lucha colectiva Xinka estaba motivada por la necesidad de defender sus intereses, pero también los del país en general. Se trataba, dice Aleisar, de “una responsabilidad ancestral y comunitaria”, que está ligada a la cosmovisión Xinka de velar por el bien común y la convivencia armónica en Ixiwa (la creación). 

Una autoridad del Parlamento, que habló a condición de anonimato, por temor a la persecución menciona que “la unión de los pueblos, tanto indígenas como mestizos, fue clave en este proceso. En muchos años no se había visto esta cohesión social en Guatemala. Yo estuve dos semanas de corrido en El Boquerón; aguantamos frío, calor, aire y hasta una lluvia fuerte que nos botó los toldos. Nos dejó mojados y sin refugio, pero así pasamos la noche porque nuestra lucha era por el bien común”.

Plantón de resistencia pacífica en defensa de la democracia, El Boquerón, Cuilapa. Octubre de 2023. Foto de Wellinton Osorio

La autoridad ancestral termina diciendo que “el Paro Nacional de 2023 nos ha dejado (a todos los pueblos, comunidades y personas de Guatemala) una enseñanza invaluable sobre la importancia del apoyo comunitario. Agradecemos profundamente a la población que estuvo a nuestro lado en nuestra lucha, ya que su ayuda fue fundamental para mantenernos en pie. La sabiduría y guía que Tata Tiwix (el hacedor y observador) puso en nuestro camino nos ayudaron a no caer, y siempre recordaremos a aquellos que nos apoyaron”. 

En gran parte de los plantones de resistencia pacífica, fueron las juventudes y mujeres quienes lideraron la organización, proyectando su resistencia a través del arte y la cultura. Así lo narra Estela García, una mujer joven Xinka que se movilizó junto a estudiantes, mujeres y líderes indígenas de la costa de Santa Rosa. Juntos, articularon uno de los plantones de resistencia pacífica en Chiquimulilla.

Algunas personas de la zona costa del departamento de Santa Rosa, que participaron en el plantón de resistencia pacífica de “El Campamento”, Chiquimulilla recuerdan las represalias de grupos de choque ligados al narcotráfico y a empresarios locales, que los amenazaron y agredieron. 

“La noche del 12 de octubre, estábamos finalizando una velada artística; en su mayoría éramos mujeres, adultos mayores y jóvenes. Acabábamos de repartir la cena cuando comenzó a caer brisa y, de repente, un grupo de hombres armados irrumpió en nuestro campamento. Nos tiraron los toldos al río, las canastas y hieleras con comida. A algunas señoras las golpearon y amenazaron. Esa noche fue difícil, sentimos miedo y nos quedó el sentimiento de impotencia, pero aun así seguimos resistiendo”, narra una de las personas que participó en el plantón.

A pesar de los daños materiales y físicos sufridos por algunas personas, y de las múltiples denuncias presentadas, las autoridades no iniciaron ningún tipo de investigación. Días después de este incidente, los vecinos decidieron voluntariamente levantar el plantón de resistencia para salvaguardar su integridad.

La movilización de las juventudes y las mujeres durante el Paro Nacional mostró la importancia de su inclusión en los procesos democráticos en Guatemala. Este movimiento planteó la necesidad de un sistema político que no solo reconociera, sino que también valorara la diversidad cultural y social del país. 

La lucha por un futuro en el que toda la ciudadanía, especialmente aquellos históricamente marginados, pudieran tener voz y voto se convirtió en un objetivo común, marcando un camino hacia la justicia social y la igualdad. Para Estela “el paro nos dejó la oportunidad de poder organizarnos y expresarnos; nos dimos cuenta de que solo el pueblo salva al pueblo”.

Resistencia pacífica en defensa de la democracia. Octubre de 2023. Foto del Colectivo Anpük / Wellinton Osorio

Noé Gómez, una vida de resistencia 

El sábado 28 de octubre fue asesinado el dirigente Xinka, Noé Gómez Barrera, cuando regresaba a su casa después de una jornada de trabajo en el caserío El Caulote, en Jutiapa. 

Habían pasado 27 días del Paro Nacional. Estuvo liderando el punto de resistencia en El Caulote. La toma duró 12 días y después se unieron al plantón de El Boquerón en Cuilapa, Santa Rosa.

En este lugar, Gómez Barrera pasó sus últimos días, rodeado de consignas de resistencia, canciones, historias, noches de desvelo y mensajes de esperanza por un país mejor, hasta que el 19 de octubre, después de un ejercicio asambleario, en donde las autoridades del pueblo Xinka, decidieron levantar el plantón para sumarse a las movilizaciones masivas en la ciudad de Guatemala.

Conoce más detalles acá: https://prensacomunitaria.org/2023/10/asesinan-a-dirigente-xinka-y-defensor-de-derechos-humanos/

El dirigente campesino era el cuarto de siete hermanos. Emi Gómez, una de sus hijas, recuerda que siempre fue cariñoso con sus hijos y su abuela. “Siempre preocupado si mi abuela tenía suficiente leña o si había algo que hacer en la cocina”, narra.

Noé Gómez durante la marcha del 20 de octubre del 2023 en la ciudad de Guatemala. Foto de Wellinton Osorio

Sirvió en el Ejército de Guatemala y en la extinta Policía Nacional en donde se dio cuenta de los tratos inhumanos y las constantes violaciones contra la población. “Nos contaba lo difícil que fue para nuestros hermanos mayas en el occidente del país, y decía: Desde ese momento sentí que mi espíritu era defender los derechos humanos y el medioambiente”, comparte Emi, recordando el origen de la lucha de su padre. 

Y continúa recordando: “Nos educó con esa convicción; crecimos con la idea de que debíamos cuidar el medioambiente y defender los derechos humanos. Siempre nos decía: ‘Si en algún momento les toca liderar o ser jefes, protejan al empleado, porque no es bueno que las personas sufran’”.

Noé ocupó varios espacios de servicio comunitario. Estuvo durante 11 años en el Comité de Agua potable de su comunidad, fue miembro en varias ocasiones del Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODE) del caserío El Caulote, y en los últimos años había sido miembro activo de la comunidad indígena Xinka del departamento, desde donde acompañó diversos procesos comunitarios.

A principios del 2000, en esta comunidad de Jutiapa, se vivieron momentos decisivos cuando un grupo de vecinos –, “entre ellos mi padre y yo”, recuerda Emi–, se enfrentaron a la instalación de un basurero sin tratamiento de residuos. 

“En ese entonces, apenas me estaba familiarizando con la Constitución (de la República) y lo que implicaba hacer resistencia pacífica, pero mi papá comenzó a investigar en los ministerios de Ambiente y Salud, para ver si había una licencia para esto”, cuenta Emi. 

“Al principio éramos pocos los que nos sumamos a la lucha, pero mi papá siempre insistía: ‘No tengan miedo’ y eso fue lo que nos mantuvo firmes. Organizábamos plantones y hacíamos pequeñas parrilladas en la entrada del terreno, compartiendo comida y, más que todo, ánimo entre nosotros. 

Retrato de Noé Gómez. Foto de cortesía de la familia para Prensa Comunitaria

Llegábamos con una libra de carne, pero siempre comprábamos más para compartir con todos”, dice con una sonrisa al recordar los momentos en los que, incluso sus hijos pequeños se unían desde temprano al plantón, convirtiendo la resistencia en un esfuerzo familiar.

Extractivismo 

En la finca Argelia comenzaron a notar movimientos de tierra que anunciaban la llegada de una minera, en el lugar se instaló la empresa Alternativa de Energías Renovables S.A. que buscaba instalar un proyecto de generación de energía de biomasa provocando la explotación forestal del cerro Las Flores, en Quezada, Jutiapa, un cerro que es la zona de recarga hídrica y abastece de agua a varias comunidades de ese municipio. 

Inspirados por la resistencia en Santa Rosa, donde las comunidades resignificaron su identidad en defensa del territorio, en el año 2017, lograron paralizar las actividades mineras en el municipio de San Rafael las Flores y que el Estado reconociera que no consultó al pueblo Xinka sobre la concesión de la licencia minera El Escobal. 

Los Xinka de Jutiapa organizaron una consulta municipal en la que el 99.7% de los vecinos rechazaron la minería. Noé Gómez era en ese momento líder del Comité de Agua, y junto a su yerno Moisés Santos, presidente del COCODE, exigieron a las autoridades que respetaran la voluntad popular. 

A pesar de que la empresa minera intentó ocultar su identidad bajo el nombre de Alternativa de Energías Renovables S.A., la comunidad mantuvo turnos de vigilancia de 24 horas durante tres años para impedir la explotación.

 “Nos movíamos con el plantón, persiguiendo a la empresa de un lugar a otro”, recuerda uno de los líderes de la comunidad. En 2019, la empresa anunció su retiro, lo que se celebró como una victoria, pero la lucha continuó. En 2021, la población Xinka de Quezada logró una sentencia histórica que confirmó el daño ambiental y protegió los cerros que abastecen de agua al municipio. “Mi papá y yo lloramos con la gente cuando yo les enseñé el documento”, “Él, emocionado, gritaba: ‘sí se pudo y sí se puede’”, dice emocionada Emi. 

Conoce más detalles acá: https://prensacomunitaria.org/2019/03/pueblo-xinka-celebra-el-retroceso-de-la-destruccion-del-cerro-de-las-flores/

Nuevas empresas llegaron. Entre 2021 y 2022, otra compañía llegó al territorio a querer instalar un proyecto de megagranja que contaminaría el único río que abastece de agua a la comunidad, lo que los llevó nuevamente a plantar resistencia pacífica. A lo largo de esos meses, “mientras mi papá lideraba los plantones, yo me dedicaba a formar mujeres y jóvenes en sus derechos. Fue una etapa intensa, de muchas madrugadas y pocos descansos”, recuerda Emi, hija y compañera de las batallas de Noé.

Guiando a la comunidad en las elecciones generales de 2023

¿Qué vamos a hacer? ¿Por quién votamos? Eran las preguntas que Noé y Emi recibieron durante el año electoral. Decirles por quién votar no les parecía lo más ético. El dirigente campesino pensó que lo mejor para su pueblo era crear un proyecto de formación para que la comunidad entendiera los planes de gobierno y los temas que se incluyen en las agendas políticas. 

Se logró iniciar un proyecto que formó 100 personas de El Caulote, Jutiapa, sobre la importancia de su participación política. Empezaron la formación en mayo, a solo un mes de las elecciones y aunque pensaron que podrían descansar una vez electo el presidente esto apenas comenzaba. Desde el Parlamento Xinka empezaron a promover reuniones, diálogos y acercamientos con otras autoridades indígenas para enfrentar el reto postelectoral, hasta que el 27 de septiembre se hizo el llamado al Paro Nacional. 

Emi recuerda que aquel 2 de octubre, su papá junto a cientos de campesinos Xinka en el sector llamado La Lechería, de El Caulote, Jutiapa, se mantuvieron de forma pacífica a pesar de la presencia de antimotines.

En el plantón los vecinos compartían alimentos, grandes ollas de sopas. La Iglesia católica de Santa Rosa apoyó la movilización y fortaleció a los asistentes con misas. “La vamos a ganar”, decía Noé. La frase se ha convertido en un recuerdo de lucha para quienes lo conocieron en aquellos días. 

El 19 de octubre deciden levantar el plantón y sumarse a las movilizaciones masivas en la ciudad de Guatemala para conmemorar el 20 de octubre, que hace alusión a la Revolución de 1944. 

La marcha hacia la capital les recordó aquella que habían hecho, el 19 de julio de 2017, cuando las comunidades desde Santa Rosa, Jutiapa y Jalapa solicitaron a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) el cierre definitivo de las licencias mineras de El Escobal y San Juan Bosco, otorgadas en el departamento de Santa Rosa a la empresa minera San Rafael, propiedad en su momento de Tahoe Resources Inc, que en 2019 fue comprada por Pan American Silver. 

En esa ocasión fueron casi 5 mil personas mostrando la resistencia tras casi diez años de negación por parte del Estado que concedía licencias de exploración y explotación minera en su territorio sin consultarles.

Ese mismo sentimiento sintieron aquel 20 de octubre de 2023, en el que Emi le dijo a Noé que debía bajar el perfil. Ya había recibido varias amenazas, aun así, lideró la movilización hacia el barrio Gerona, en la zona 1 de la capital de Guatemala. 

“Partimos de la zona 15 de Vista Hermosa (donde nos dejaron los buses), y nos unimos a otros pueblos indígenas, estudiantes y líderes para caminar hacia la sede del Ministerio Público”, dice Emi. 

“Me sentía fuerte junto a mi papá. Aunque a veces no estábamos juntos físicamente, su presencia me llenaba de energía. Trabajábamos arduamente, y teníamos planeada otra movilización para el 3 de noviembre”, recuerda Emi. “Vamos a ir a esa movilización. No te preocupes, ya tengo a la gente lista; voy a reunir a todos en los buses”, insistía don Noé.

Sombrero de Noé Gómez, colocado dentro de su tumba. Octubre de 2023. Foto de cortesía de la familia para Prensa Comunitaria 

Seis días antes de ir a la movilización planificada fue acribillado regresando de su trabajo. “Ver a ese gran hombre, lleno de emoción y amor por defender el ambiente y los derechos humanos, tirado en el suelo, hizo que me desplomara”, dice Emi, que al mismo tiempo destaca en la fortaleza que le transmitía su papá. “No les iba dar gusto verme caer”, dijo. 

Cuadro en memoria de don Noé Gómez. Foto de Efraín Alvisurez

Su hija y otros líderes cumplieron su último deseo de participar en esa movilización para defender la democracia, a pesar de la persistencia de amenazas y represión. 

Noé legó a su comunidad de El Caulote las enseñanzas de cómo acompañar los procesos de resistencia en un territorio complejo como Guatemala. A un año de su asesinato, la comunidad Xinka sigue replicando las dinámicas de diálogo y el consenso comunitario. 

Defender los derechos humanos en Guatemala es un desafío, especialmente en regiones donde persiste una estructura de poder paralelo al Estado. En los departamentos del oriente del país se ha identificado una estructura de poder local -municipalidades, alcaldías auxiliares, diputados- presuntamente ligados al narcotráfico. 

Conoce más detalles acá: https://prensacomunitaria.org/2023/06/arnoldo-vargas-el-primer-narcotraficante-que-gano-una-eleccion-en-guatemala/

Una historia de resistencia 

El pueblo Xinka es una historia de resistencia que se hace constar en la historia de invasión y colonia. Pedro de Alvarado, en una carta de 1524 dirigida a la corona de España, hace mención de un pueblo que habla otro idioma (el Xinka).

La crónica de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán que detalla la defensa de los Xinka contra la invasión en Atiquipaque en el que demostraron ser un pueblo de lucha por su identidad (Del Busto, 1962; Fuentes y Guzmán, 1933).

Según la antropóloga Claudia Dary, esta resistencia no fue únicamente física, sino también una expresión de la organización comunitaria y espiritual, que ha perdurado a lo largo de los años. 

En su libro Historia e Identidad del Pueblo Xinka, detalla cómo formaron alianzas entre sus propias comunidades indígenas, como las de Jumay y Jalpatagua en el siglo XVI, para resistir colectivamente las amenazas coloniales. 

Estas alianzas reflejan la capacidad estratégica y comunitaria que sigue siendo parte esencial de su lucha hasta la actualidad en las comunidades de 21 municipios de los departamentos de Santa Rosa, Jutiapa y Jalapa. 

El pueblo Xinka al igual que el pueblo Maya, ha sido sometido históricamente a estrategias de control territorial, ladinización e invisibilización, las cuales comenzaron con la colonización y se prolongaron durante los periodos liberal y conservador, alcanzando su auge bajo el gobierno de Jorge Ubico. 

“El pueblo Xinka en resistencia”, la consigna que sostuvo esta población indígena durante los 106 días del Paro Nacional. La fotografía fue tomada en El Boquerón de Cuilapa, Santa Rosa. Foto de Wellinton Osorio

La violencia sistemática y el despojo territorial se vieron reflejados en eventos como la resistencia de los indígenas de Jumay en 1524, quienes, según Fuentes y Guzmán, defendieron su territorio con máquinas y artificios militares, como una armazón de madera para lanzar piedras con la fuerza de un cañón.

La invisibilización de los pueblos indígenas en Guatemala fue una práctica común, afectando a todas las comunidades originarias del país. Sin embargo, en el caso específico del pueblo Xinka, las estructuras coloniales y, posteriormente, las del Estado evitaron incluso reconocerlos por su nombre, refiriéndose a ellos simplemente como “gente de las montañas”. 

Esta negación de su identidad se prolongó hasta el conflicto armado interno (1960-1996), cuando las organizaciones ancestrales del pueblo Xinka se vieron forzadas a ocultarse, modificando sus estatutos y adoptando nombres como “comunidades agrícolas” para evitar ser perseguidas.

Tras los Acuerdos de Paz, en 1996, el reconocimiento formal por parte del Estado de la existencia de los Xinka como pueblo originario no puso fin a la invisibilización. Con el proyecto minero El Escobal se alegó la inexistencia de este pueblo indígena y la empresa omitió la consulta comunitaria. 

Como menciona Claudia Dary, la territorialidad Xinka está profundamente ligada a su identidad, se ha construido a lo largo de la historia en los territorios entre los ríos Michatoya y La Paz, desarrollando formas específicas de interacción con la naturaleza.

Durante más de 15 años, las comunidades se han movilizado en defensa de su existencia. Desde 2017, las comunidades Xinka de Santa Rosa y Jalapa han mantenido plantones permanentes de resistencia pacífica en defensa del territorio. 

En el 2018, una sentencia de la Corte de Constitucionalidad (CC) suspendió la actividad minera hasta realizar una consulta con el pueblo Xinka y ordenó una evaluación del impacto ambiental y cultural de la operación minera antes de otorgar nuevas licencias. El censo de 2018 realizado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) registró a 268,223 personas bajo esa identidad. 

Conoce más detalles acá: https://prensacomunitaria.org/2024/11/el-parlamento-xinka-denuncia-actos-de-mala-fe-de-la-mina-el-escobal-en-proceso-de-consulta/