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La higiene menstrual: una deuda pendiente con la adolescencia

El 28 de mayo se conmemoró el Día Internacional de la Higiene Menstrual. Diferentes organismos a nivel mundial exigen brindar la debida importancia a la salud menstrual y calificarla como una cuestión, no solamente de salud, sino de derechos humanos.

Por Violeta Cetino

Miriam, de 33 años, solicitó no revelar su identidad. Recordó que a la edad de 13 años, cuando llegaba su periodo menstrual, se ausentaba de la escuela a la que asistía, ubicada en el municipio de Mixco. La razón: no había agua, ni jabón, y los baños no contaban con las condiciones mínimas de limpieza para llevar a cabo las acciones de higiene que conlleva la menstruación. 

“En mi casa sí teníamos acceso a toallas sanitarias, pero por las limitaciones económicas de mis papás, solo podíamos comprar de las toallas más sencillas y baratas y, en ocasiones, mi ropa se manchaba porque estas no retenían tanto flujo”, contó. Esta era también otra de las razones por la que no asistía a estudiar durante la llegada de su periodo. 

De acuerdo con datos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), una de cada tres  escuelas a nivel mundial dispone de recipientes para los residuos menstruales en los sanitarios de las niñas, aunque esta cifra cambia en los países menos desarrollados, como Guatemala, donde uno de cada cinco baños cuenta con estas características. 

A pesar de que la menstruación es un proceso natural y saludable, las adolescentes no tienen acceso a un sanitario limpio u otro espacio privado para hacer el cambio de los productos menstruales en la escuela, además del acceso desigual al agua y al jabón: las niñas de zonas urbanas, colegios privados y escuelas para niñas, tienen más probabilidades de contar con un lugar privado con estos servicios, lo que expone las desigualdades a las que muchas adolescentes se enfrentan en un mismo país.

Un grupo de diputadas guatemaltecas presentó en marzo de 2022 la iniciativa de Ley para el Fomento de la Salud Menstrual Digna en Guatemala, la cual busca promover la salud menstrual digna a través del acceso universal, igualitario y gratuito a productos para las mujeres menstruantes y en condiciones de vulnerabilidad.

Foto: Archivo Ruda

Una de las diputadas ponentes de esta iniciativa de ley es Andrea Villagrán, del partido Movimiento Semilla, quien indicó que los centros educativos públicos no tienen las condiciones apropiadas de higiene, como agua y otros insumos, al igual que en las cárceles para mujeres. Villagrán también dijo que le han cuestionado la ponencia, pero que esta únicamente busca que los productos de gestión menstrual sean gratuitos para la población que no tiene acceso a ellos. 

Esta iniciativa contempla la implementación de un programa para el fomento de la salud menstrual, que estaría a cargo del Ministerio de Salud y Asistencia Social (MSPAS) en el que se priorizarían las escuelas del sistema educativo estatal, hospitales, albergues para mujeres sobrevivientes de violencia, centros psiquiátricos, entre otros.

La canasta de salud menstrual es otra de las medidas consideradas por esta iniciativa de ley; el MSPAS entregaría una canasta con insumos para la gestión menstrual a las estudiantes de escuelas e institutos, a partir del sexto grado de primaria e incluiría toallas sanitarias, copas menstruales, ropa interior absorbente, tampones y telas limpias absorbentes. 

Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la mala salud e higiene menstruales socava los derechos fundamentales de las mujeres, niñas y personas que menstrúan, empeorando las desigualdades sociales y económicas, y señala que los recursos ineficientes para el manejo de la menstruación, sumado a los patrones de exclusión y vergüenza, atentan contra la dignidad humana.  

Foto: Archivo Ruda

En el año 2022, la Organización Mundial de la Salud llamó a dejar de considerar la menstruación como un asunto de higiene, para tratarlo como un asunto de salud y de derechos humanos. Al respecto propuso a los Estados tomar aplicar tres acciones. 

La primera, reconocer la menstruación con dimensiones físicas, psicológicas y sociales, que requiere ser dirigido con perspectiva de la trayectoria vital de las mujeres, desde antes de la menarca (primera menstruación), hasta después de la menopausia. 

La segunda, reconocer que la salud menstrual requiere que las mujeres tengan acceso a información y educación sobre ella, así como acceso a los productos de gestión menstrual, agua, limpieza y facilidades para desecharlos, considerando los cuidados empáticos y competentes hasta vivir, trabajar y estudiar en un ambiente donde la menstruación sea apreciada como algo positivo y saludable. 

Por último, requirió asegurarse de que estas actividades sean incluidas en los planes de trabajo y presupuestos sectoriales y que su desempeño sea medido y cuantificado.