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La desaparición de Luz Leticia, un secreto que el Estado ha ocultado por 40 años

Luz Leticia Hernández era una estudiante universitaria, militante, hermana e hija que está desaparecida desde hace 40 años. Su madre Valentina y sus hermanas Marta y Mirtala no han perdido la esperanza de conocer su paradero y cerrar ese capítulo de sus vidas que les ha causado mucho dolor. Ahora, tienen un atisbo de esperanza de saber qué pasó con ella en el proceso en contra de un expolicía, Juan Francisco Cifuentes Cano, único acusado por la desaparición.

Luz Leticia Hernández Agustín, una estudiante universitaria de Economía, fue detenida y desaparecida en el día de su cumpleaños, el 22 de noviembre de 1982, cuando ella cumpliría 26 años. No hubo celebración ese día. La joven se había independizado de su familia y ya no vivía con ellos. También había dejado sus estudios universitarios para involucrarse con un grupo opositor al gobierno del jefe de facto, Efraín Ríos Montt. Ese grupo, llamado Nuestro Movimiento, posteriormente secuestró a su sobrino, Jorge Mario Ríos Muñoz, lo cual desencadenó una búsqueda hasta liberarlo.

Durante la liberación de Ríos Muñoz, entre el 21 y 22 de noviembre, se produjo el secuestro y desaparición de Luz Leticia, que era una de las mujeres que lo custodiaba. Ella y otra joven, Ana María López, de 18 años, nunca fueron consignadas a las autoridades.

Cuarenta años después, las hermanas de Luz, Marta y Mirtala, y su madre Valentina Agustín, siguen buscando respuestas sobre su paradero. Reconocen que ella participó en el grupo que detuvo al sobrino de Ríos Montt pero indican que tenía derecho a la vida y a un juicio justo.

 

Fue un ser humano que podría haber cometido errores, delinquir, pero que tenía derecho a la vida, a no ser escondida, a no continuar con su familia o tener ese dolor grandísimo de saber que su familia está sufriendo por lo que le está sucediendo a ella, indicó Marta, una de sus hermanas.

Su familia la ha buscado incansablemente por cuarenta años y con la judicialización del caso están cada vez más cerca de conocer qué fue lo que ocurrió.

En enero de 2023, se inició en el Juzgado 5to de Primera Instancia Penal el proceso “Luz Leticia y Otros”, en el que está acusado Juan Francisco Cifuentes Cano, excomandante de la Brigada de Operaciones y Reacciones Especiales (BROE), también conocido como el Quinto Cuerpo de la Policía Nacional (PN) entre 1982 y 1984. Cifuentes Cano fue detenido el 21 de mayo de 2021 por el caso Diario Militar.

A la familia le tomó por sorpresa dicha captura, porque aunque conocían de la investigación del Diario Militar no sabían hasta qué grado ya había avanzado. Ahora, el excomisario de 77 años, quien se moviliza en sillas de ruedas y usa audífonos para escuchar la acusación en su contra, está ligado a proceso en el caso “Luz Leticia y Otros” por los delitos de desaparición forzada y deberes contra la humanidad.

El testimonio de la familia, las audiencias de la primera etapa del caso y documentos del Archivo Histórico de la Policía Nacional (AHPN) permiten reconstruir parte de lo que ocurrió los días 21 y 22 de noviembre de 1982, cuando Luz y Ana María López fueron secuestradas y desaparecidas.

Las mujeres de la familia Hernández Agustín

 Luz Leticia Hernández Agustín era una joven que estudiaba en la Facultad de Economía de la Universidad de San Carlos de Guatemala, quien fue detenida y desaparecida durante el régimen del general Efraín Ríos Montt, quien tomó el poder mediante un golpe de Estado el 23 de marzo de 1982.

Marta con su madre Valentina y su hermana Mirtala. Las tres mujeres han encabezado una lucha por encontrar a Luz Leticia. Foto Juan Rosales

Han pasado 40 años pero el dolor sigue siendo el mismo para la familia. Su madre Valentina Agustín, una mujer bajita, de rostro moreno y redondo, llora al recordarla y prefiere no hablar de su hija. En una entrevista con la familia permanece callada, escuchando a Marta y Mirtala, que son las hermanas que han tomado la batuta para encontrarla y que han acudido a todas las audiencias del caso, desde que inició en enero pasado.

El 21 de noviembre de 1982 fue la fecha que marcó el destino de la universitaria, hija mayor de una familia de migrantes internos. Los orígenes de los padres de la joven eran humildes, su padre Jorge Hernández López solo estudió tercero básico y era mozo colono en una finca en Colomba Costa Cuca.

Marta, hermana de Valentina, estudio por un año los documentos del Archivo Histórico de la Policía Nacional para conocer más del caso de su hermana. Foto Juan Rosales

En la ciudad de Guatemala él conoció a Valentina Agustín, una mujer mam de Huehuetenango y se casaron, tuvieron 6 hijas e hijos, de los cuales Luz Leticia era la mayor.

Los hermanos crecieron en la zona 7, en la Colonia Landívar, y luego se trasladaron a la zona 12, donde un conocido de la familia les facilitó un lote.

Al contrario de sus progenitores, la joven sí pudo estudiar, primero en el Instituto Belén y luego en la Escuela Nacional de Ciencias Comerciales número 1 donde estudió la carrera de Perito Contador. Cuando finalizó ingresó a la Facultad de Economía de la Universidad de San Carlos (USAC) y al mismo tiempo trabajaba en el Almacén del Mar, ubicado en la Sexta Avenida de la zona 1, para poder costear sus estudios, según recuerdan sus hermanas.

La familia desconoce el momento en que ella se involucró en la insurgencia. Sin embargo, recuerdan que conocieron a una joven que estaba participando activamente en el movimiento estudiantil y que fue ella quien se acercó y comenzó a involucrar a Luz en el movimiento.

Juan Francisco Cifuentes, excomandante del BROE y único acusado por la desaparición de Luz Leticia. Foto Juan Rosales

Esa joven era Ileana del Rosario Solares Castillo, quien fue detenida y desaparecida el 25 de septiembre de 1982. Luego de la desaparición de Solares Castillo, la organización a la que ella pertenecía comenzó a planificar cómo salvarla. El plan consistió en el secuestro de Jorge Mario Ríos Muñoz, sobrino del jefe de Estado de ese entonces, Efraín Ríos Montt, con el fin de pedir un canje, su liberación por la de Ileana. Ríos Muñoz fue secuestrado el 13 de octubre de 1982, según informó la PN en ese entonces.

Todo esto lo cuentan las hermanas de Luz, pero documentos del AHPN muestran que desde la organización Nuestro Movimiento se planeó el secuestro de Ríos Muñoz con la finalidad de canjearlo por Ileana del Rosario y que en el operativo de su secuestro participó el hermano de Ileana, Clementino Solares Castillo.

Según una persona que fue parte de la organización y que declaró a las autoridades, se eligió al sobrino de Ríos Montt “tomando en cuenta la influencia política, la capacidad económica y el peso que a nivel de Gobierno, tenía el secuestrado.

Marta describe a su hermana como una persona con conciencia social, por las raíces humildes de sus padres. Era la única que tenía capacidad de lideresa, desde pequeña, “porque de ahí las tres mayores éramos muy tímidas, muy calladas, por el entorno”.

Mirtala dice que con ella, Luz Leticia era muy amorosa, pero también recuerda que era muy callada y muy reservada. Esas cualidades, considera, fueron una fortaleza que los salvó. “No sabemos los tratos crueles que le infligieron, pero sabemos que ella tuvo el valor de enfrentarse a ello, a cambio de su vida” indicó, dando a entender que ella nunca delató a su familia.

Los operativos para liberar al sobrino de Ríos Montt 

 Entre el 21 y 22 de noviembre de 1982 hubo dos operativos en la ciudad capital donde se involucró el ejército, el Estado Mayor Presidencial y la Policía Nacional (PN).

En el primer operativo, en la colonia Melgar Díaz, ubicada en la zona 2, fueron detenidas 14 personas, incluyendo 9 niños y en el segundo fueron detenidas cuatro personas, en una casa ubicada en la colonia Monterreal, ahora zona 4 de Mixco. Es en esta última ubicación donde estaba secuestrado Ríos Muñoz, el sobrino del general Efraín Ríos Montt.

Un documento del AHPN dirigido al “Capitán de Cuartel y Oficina de Orden Cuerpo de Radio- Patrullas” da cuenta que alrededor de las 13 a 19 horas del 21 de noviembre de 1982, con la radio patrulla 89, “de orden de esta jefatura y del señor comandante del Comando Especial, del teniente coronel de Policía Juan Francisco Cifuentes Cano” realizó un cateo en la casa ubicada en la Manzana E, Lote 11, Bloque 4, Montserrat II, zona 7, lugar donde se encontraba una persona secuestrada.

Parte policial sobre el cateo y la liberacion del sobrino de Ríos Montt, del 21 de noviembre de 1982. Foto AHPN

El parte policial también indica que en el lugar se escuchaban “voces femeninas” y que al mismo se presentó el presidente de la Cruz Roja que habló con ellas. De este operativo tuvieron conocimiento “el señor jefe de la “c” II del Estado Mayor del Ejército y comandante del Comando Especial (5to Cuerpo del Ramo)”.

Las hermanas de Luz, que conocen muy bien el caso y que incluso han estudiado a profundidad los documentos del AHPN, señalan que hasta que “cayó esa casa en la Melgar Díaz” fue que las autoridades supieron de la otra residencia, en Monterreal, donde estaba secuestrado el doctor Ríos Muñoz y donde Luz fue detenida.

Gustavo Morataya Hernández, una persona que perteneció a la organización guerrillera detrás del secuestro y capturado en abril de 1983 dijo a Policía Nacional dijo que en Monterreal fueron detenidas Luz Leticia y Ana María López Rodríguez que eran conocidas con los sobrenombres de “Sofía” y “Cristina”, así como “Carmen” y “Williams”. Estos dos últimos eran María Cruz, hermana de Ana María y Leandro Gabriel Calate, quienes sí fueron presentados ante las autoridades. La declaración de Morataya Hernández está en uno de los documentos históricos consultados sobre este caso.

Declaración de Gustavo Morataya quien indicó que cuatro personas fueron detenidas en el lugar donde se liberó a Ríos Muñoz. Foto AHPN

Supuestamente las autoridades hicieron negociaciones con las personas que mantenían secuestrado a Ríos Muñoz, quienes pedían ser trasladadas a Nicaragua. Lo que es claro, según lo expuesto por la Fiscalía de Derechos Humanos del MP y documentos sobre este caso, es que en el lugar fueron detenidas cuatro personas y solo dos fueron consignadas a la justicia.

“Fueron cuatro los que estaba ahí y fueron cuatro los que fueron sacados” indicó Marta.

La familia de Luz señala estar muy consciente del contexto en las que ella fue detenida pero manifiestan que era importante que las fuerzas de seguridad que la detuvieron la pusieran a disposición de la justicia puesto que ella fue capturada en circunstancias “que para nosotros también era preocupantes”. Sin embargo, eso nunca ocurrió.

 La participación de Cifuentes Cano en los operativos

 Cifuentes Cano es un expolicía oriundo de Quiché, nacido el 17 de abril de 1946. En la Policía Nacional (PN) empezó a laborar como guardia y culminó su carrera en la institución como comisario general, hasta el 3 de junio de 1986.

Según documentos, estuvo de alta en la Brigada de Operaciones Especiales (BROE) del Quinto Cuerpo de la Policía entre el 1 de enero de 1983 al 3 de mayo de 1985, desempeñando el puesto de primer jefe.

En el caso de Luz Leticia, el MP lo acusa de los delitos de desaparición forzada y deberes contra la humanidad. Según medios de convicción que tiene la Fiscalía, Cifuentes Cano ordenó a personal bajo su mando el despliegue para el apoyo del operativo que dio como resultado la captura de Luz Leticia, Ana María López, María Cruz y Leandro Gabriel Calate.

Cifuentes Cano también está acusado de desapariciones forzadas del Diario Militar o “Dossier de la Muerte”, las que habrían ocurrido cuando él se desempeñó como jefe del BROE.

Una testiga clave en el caso de Luz

 Como detectives y por la inacción del Estado, las hermanas han investigado y escrutado en documentos y archivos históricos. Han acudido a organizaciones de derechos humanos, a la Comisión Interamericana, a la Procuraduría de Derechos Humanos y al Ministerio Público.

El padre de Luz, Jorge Hernández, quien falleció en 2021, dijo en su declaración de anticipo de prueba que fue leído en la audiencia, que se enteraron de la captura hasta unos tres días después. Su familia acudió a la morgue, a la Policía y a los bomberos, sin tener respuesta sobre su paradero.

Hernández junto a Valentina, su esposa, formó parte del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) como un esfuerzo para encontrar a su hija. Desde esa organización, publicaron comunicados en los periódicos, exigiendo saber dónde estaba Luz.

El padre describió que después de la desaparición ellos vivieron “terror y zozobra”, había noches que la familia no dormía y él les decía que se durmieran mientras él quedaba despierto hasta las 3 de la mañana, trabajando.

Del secuestro de su hija hubo una testiga clave que les contó que vio a Luz en los túneles de la antigua Escuela Politécnica. Se trata de María Cruz López Rodríguez, hermana de Ana María detenida junto con Luz, quien sí fue consignada a las autoridades. “Ella pasó por Tribunales de Fuero Especial, fue condenada a 30 años” indicó Marta. En 1984, en el gobierno de Óscar Mejía Víctores, fue amnistiada y trasladada a la Prisión para Mujeres Santa Teresa, en la zona 18, donde los progenitores de Luz la visitaron, según el testimonio del señor Hernández.

“Ella nos dijo, nos capturaron y nos llevaron a los túneles de la antigua Escuela Politécnica. Solo a mí me consignaron, pero su hija quedó ahí en los túneles. Nos carearon con Ileana Solares Castillo, hay más personas, hay jóvenes, señoritas” le dijo Cruz. En una carta publicada en el Diario La Hora, el 15 de septiembre de 1983, Cruz denunció que su hermana Ana María y Luz Leticia fueron detenidas con ella pero que no fueron llevadas a la justicia.

Pero Marta y Mirtala nunca pudieron hablar con María Cruz, quien posteriormente fue liberada y cambió de nombre y de identidad para proteger su vida.

La condena a María Cruz, acusada del delito de secuestro de Jorge Mario Ríos Muñoz, sobrino de Ríos Montt, efectivamente fue de 30 años, rebajada a 10 años, según documentos del Archivo Histórico de la PN que fueron revisados por Prensa Comunitaria.

En otros documentos de la PN, una persona cercana a Leticia Hernández indicó que tras ese operativo solo fueron consignados María Cruz y el señor Leandro Gabriel Calate Temú, a quien, según la versión oficial, murió mientras era trasladado a la Granja Penal Pavón.

Desafortunadamente María Cruz también ya falleció y ninguna de las hermanas pudo conversar con ella. “Solo mi papá y mi mamá fueron los únicos que tuvieron la oportunidad de verla y hablar con ella. Y yo cada vez que venía, hablaba con los abogados y les pedía que necesitaba hablar con ella. Pero toda la vida eran muy herméticos” dice Marta.

Aunque ella ya no vive en Guatemala, viene con su mamá cada año para seguir indagando sobre el caso de su hermana. E incluso fue mucho más allá. En 2008 tomó un año sabático de su trabajo y regresó a Guatemala para trabajar en el Archivo Histórico de la Policía Nacional con el objetivo de conocer más sobre qué le sucedió a su hermana. Si bien en el Archivo encontró documentos que cuentan la historia de lo que ocurrió, son generalidades, pues no hay nombres de los responsables.

Según el MP, en el operativo en que se detuvo a Luz se presentó el jefe del Estado Mayor Presidencial (EMP), Víctor Manuel Argueta Villalta, (quien falleció en febrero de 2022) el presidente de la Cruz Roja y altos oficiales del ejército, ya que este era un caso de alto perfil por ser el sobrino de Ríos Montt el que estaba secuestrado. La otra persona cuyo nombre se menciona es Cifuentes Cano.

“Mi hermana era mi héroe”

 La familia Hernández Agustín está cada vez más cerca de la verdad. El caso de Luz llegó hasta los tribunales porque desde 2012 la familia insistió en que querían obtener justicia y por eso no aceptaron un acuerdo de solución amistosa con el Estado.

Mirtala Hernández afirma que para ella su hermana es su héroe y que solo quieren justicia. Foto Juan Rosales

En su lugar, una organización de derechos humanos procedió a efectuar una investigación privada sobre el caso, luego de que la oficina del Procurador de Derechos Humanos (PDH) fallara en realizar un procedimiento Especial de Averiguación. La investigación que hizo la organización especializada en memoria histórica fue bastante completa y ha sido una de las mejores que se han realizado, indican las hermanas con satisfacción.

Al preguntarles porqué acudieron a la justicia guatemalteca para esclarecer lo que pasó con su hermana, en un momento en que el sistema de justicia está cooptado, Marta responde que es porque se trata de un derecho universal, que en Guatemala se convierte en una súplica, pero que no debería de ser así.

“Porque en realidad esto es una vergüenza, en cualquier país civilizado uno se acerca al MP e investigan, aquíí han pasado 40 años, cuando nosotros nos acercamos a todas las entidades del Estado en su momento, aquí fue un juego desde su inicio o fue una manera de protección, todo el Estado en sí, las instituciones fallaron” dice Marta.

La familia envió cartas al general Mejía Víctores, jefe de estado de facto entre 1983 y 1986, a la Policía Nacional (PN) y presentó recursos de exhibición personal en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) tras la desaparición de Luz sin ninguna respuesta positiva. El caso también fue llevado al Sistema Interamericano, que ordenó que se investigara.

Marta agrega que lo único que quieren al impulsar este proceso es saber dónde está su hermana. “Esa es la premisa. Y justicia, porque si el Estado de Guatemala pudiera, o si nosotros pudiéramos llevar al ejército como institución por todo lo que ha hecho lo haríamos” dijo.

En tanto Mirtala señala que no desconoce la impunidad que hay en Guatemala y agrega: “Yo tengo como héroe a mi hermana, para mí es mi héroe” señalando que ella no se va a conformar con la historia oficial y que si lo hace sería conformarse.

También indica que es consciente de que su existencia terminará un día, pero que hasta ese día no llegue no dejará de luchar porque se haga justicia.

“Y el día que termine nosotras vamos a luchar hasta el final, no vamos para atrás, vamos para adelante. Y sea contra lo que sea, creemos en algo mejor. No solo para nosotros. Para todos” expresó, mientras la emoción la embarga.

Y es por eso, indica, es que continúan con esta lucha para encontrarla, para cerrar algo que destruyó a su familia desde que ella desapareció. Y si bien les duele hablar de ella, considera que ese dolor también se está transformando. “Y esa es la idea, cambiar del dolor al amor. Que eso era mi hermana para mí” culminó.