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La crisis migratoria tiene rostro de mujer

Las hermanas Manuela Griselda y Carla Catarina Carac Tambriz fallecieron intentando cruzar el Río Bravo, frontera entre México y Estados Unidos. Sus cuerpos fueron encontrados sin vida el 18 y 19 de junio y repatriados a Guatemala el 17 de julio. Cada mes, cientos de mujeres, al igual que Manuela y Carla, migran hacia Norteamérica de manera irregular.

El Consulado de Guatemala en El Río, Texas, Estados Unidos y el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) trabajaron en conjunto para lograr la repatriación de los cuerpos de las hermanas. Su familia las recibió a su llegada a Guatemala. Posteriormente, fueron enviados a Nahualá, Sololá, lugar donde Manuela y Carla vivieron por 19 y 24 años antes de migrar. 


Arribo de los restos de Manuela Griselda y Carla Catarina Carac Tambriz. Foto: Minex

cNo existen datos certeros sobre la cantidad de personas que migran de manera irregular. Según el Instituto Guatemalteco de Migración, 25 mil 307 migrantes guatemaltecos retornaron vía aérea entre enero y julio del 2022. De ellos, 6 mil 929 son mujeres. En 2021, 9 mil 186 migrantes volvieron en las mismas condiciones durante el mismo lapso de tiempo, entre ellos, 1 mil 511 mujeres. 

Expertas caracterizan al nuevo aumento de los flujos migratorios como una “crisis migratoria”. Según Ursula Roldán, directora del Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales (IDGT), de la Universidad Rafael Landívar, son flujos de migración forzada porque las personas se ven obligadas a migrar porque no encuentra condiciones de vida dignas en sus países.

“Quieren mejorar sus condiciones socioeconómicas, pero también huyen por violencia y por la constante degradación de los medios de vida como consecuencia del cambio climático”, agregó.

Ante el aumento de personas migrantes, los países de tránsito y destino han optado por establecer políticas de contención. “En todos los países los migrantes irregulares pueden ser deportados y detenidos”, explicó la experta. “Estas medidas, como el Título 42 en Estados Unidos, retienen los flujos en los cinturones de frontera, generando una crisis en estos territorios”, añadió.

Las mujeres son las más vulnerables en estos contextos. Según el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, en el año 2014, como mínimo 1 de cada 5 mujeres refugiadas o desplazadas fueron víctimas de violencia sexual. “Pueden sufrir violaciones y maltrato en el trayecto, incluso pueden ser víctimas de trata de personas”, señaló Roldán. “Los riesgos a los que son expuestas son múltiples y se agravan cuando el crimen organizado está inmiscuido dentro de las redes de coyetaje a nivel internacional. Abusan de las mujeres y pueden provocarles hasta la muerte”, indicó.  

Son diversas las condicionantes de contexto que obligan a las mujeres a migrar. Una de ellas, es la violencia. “Pueden ser de tipo cotidiano, intrafamiliar o de maras y pandillas. Ellas son vulnerables en sus comunidades y deciden huir. Pero no lo hacen solas, en muchas ocasiones van acompañadas de sus familias”, indicó Roldán. Entonces, para que la migración forzada disminuya, “es necesario generar condiciones de protección y acceso a la justicia en los casos de violencia de género, la cual hoy, en el país, está en total deterioro”. 

La estrategia no debe ser buscar frenar la migración, pero sí generar condiciones para que las mujeres no migren de manera forzada.

“La única manera es que tengan acceso a la protección, salud y educación, ellas y su familia, pues recordemos que las mujeres son regularmente quienes se encargan del bienestar familiar. Muchas veces huyen por salvar a sus hijos”, expresó la experta.

“Se necesitan sistemas de protección social, de acceso a los servicios básicos y por supuesto, también la posibilidad de tener ingresos económicos y trabajo”, finalizó.