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La crisis de los cuidados

Por: Paula Acevedo

La gran esperanza en el fondo del pozo o la caída del patriarcado:

Muchos pensamientos se agolpan en mi cabeza cuando quiero expresar el significado que tiene para mí este tiempo de crisis mundial y nacional. Me surgen el dolor por la precariedad de nuestro país y la vulnerabilidad de nuestro pueblo, mucha rabia por la actitud de los poderosos, también una tristeza tímida y secreta ante la posibilidad cercana de la muerte…Mas la idea que me recurre siempre es la palabra crisis en el sentido que se le da en mandarín: peligro y oportunidad.

Peligro: el patriarcado y la crisis de los cuidados

En este tiempo los peligros que “fuimos construyendo” como sociedad se hicieron visibles con lupa: la gigante desigualdad social, un sistema de salud despojado y colapsado a la vez que un ejército fortalecido para nada, una izquierda desarticulada y desesperanzada, una organización social donde el cuidado de la vida queda fuera del marco visible del sistema económico, cuando sería la única posibilidad para sobrevivir como sociedad. La realidad es obvia cuando el virus viene a poner el dedo en las llagas sociales haciéndonos ver la disfuncionalidad de semejante sistema.

Supe por experiencia que los cuidados son un aporte económico indispensable, hace nueve años, debido al devenir de ser madre tuve que renunciar a mí quehacer artístico remunerado, para trabajar en la crianza de mis hijos y buscar alternativas de cómo seguir produciendo mi parte del dinero para el sustento familiar. Desde entonces vivo en el desequilibrio y la incertidumbre. Supe también de la importancia de la red de cuidados y el desequilibrio que su falta ocasiona cuando me separé del padre de mis hijos, hace casi cinco años, debido a constantes episodios de violencia. Debo decir que tengo la riqueza de haber sido formada por una madre feminista que también tuvo que elegir la separación y llevar el timón en medio de la tormenta como buena capitana, esto me ha guiado como un faro en medio de mi propia tormenta.

Me veo ahora, guatemalteca, artista escénica y madre durante esta crisis, sin poder salir a dar talleres, cuidando sola de mis hijos enfermos, tratando de responder al intento desesperado de normalidad del colegio y limitando aún más la posibilidad de generar ingresos de manera virtual por incrementarse la carga del trabajo de cuidados no remunerados en casa, pensando en cómo sostener el equilibrio en los tiempos que se vienen, en cómo seguir cultivando mi arte como una actividad económica y de aporte social manteniendo la entereza.

Y me pregunto ¿dónde están la mayoría de los padres cuando hay niños pequeños? Cuando intento entenderlo pienso en este simil que históricamente se ha hecho del Estado con el arquetipo del Padre y en este imaginario, la orfandad paterna de nuestra sociedad. La mayoría de familias guatemaltecas han salido adelante a pesar de los hombres, quienes antes que compartir el esfuerzo económico de cuidados exigen ser también cuidados como prioridad. Como hija me considero privilegiada en ese aspecto pues cuento con un padre presente, humanista, amado y amoroso quien ha sido un referente y apoyo durante tiempos de vulnerabilidad, pero como madre me he encontrado en la constante lucha por no cargar con el padre de mis hijos, seguramente mi madre también luchó para no cargar con mi padre en su momento.

Hasta donde llega mi breve memoria histórica el arquetipo de padre de la actual Guatemala viene aún del violento Pedro de Alvarado con miles de hijos abandonados a su suerte, viene del finquero violador y violentador, viene de todos hijos de padres huérfanos que no conocieron el amparo y el cuidado de un padre pero si la carga del mismo. Llevamos en la memoria colectiva el terror de la represión pútrida y descarnada altamente “masculina” y paternalista cuando solamente queríamos ser una sociedad básicamente digna…. Hoy vemos la orfandad en nuestros pobres gobernantes mendigando la aprobación paterna de Trump el asesino, les vemos, aunque ricos, violentar, arrebatar miserablemente a nuestro pueblo lo poco que le queda para sobrevivir en los momentos de mayor vulnerabilidad. La vemos en cada padre que decide violentar y abandonar los cuidados de la familia en el momento en que mantener ese delicado equilibrio familiar haría una diferencia.

En esta crisis en nuestro sistema Estado/Familia me pregunto ¿qué pasará si la crisis del COVID19 llega en Guatemala a los niveles que ya llegó en Italia, España y Nueva York? ¿Quién mantendrá a los hijos? ¿Quién los cuidará mientras salimos a ganarnos la tortilla? ¿Quién cuidará de ellos si morimos? ¿Quién cuidará a la población vulnerable por edad y le llevará el sustento? ¿Qué hospitales hay que alberguen a toda la población y cuiden gratuitamente de sus vidas? ¿Quién cuidará al personal de salud para que nos cuide? ¿Qué sentido tiene pagarle a un estado que no nos garantiza nada? ¿De qué sirve la cultura en tiempos de crisis y qué lugar tengo en este país como artista? ¿QUIÉN?, ¿QUÉ SOSTENDRÁ NUESTRO PRECARIO SISTEMA? 

Oportunidad: Soltar y dejarnos caer

Pienso que el peligro en una crisis tan grande trae consigo la gran oportunidad, está en el fondo del pozo, en los miles de pedazos rotos… Es bastante difícil pero absolutamente digno ser mujer y renunciar al ideal de ese equilibrio inexistente de la tradicional familia feliz y resulta absolutamente digno, aunque difícil, como sociedad renunciar a al ideal de ese equilibrio inexistente en la construcción de un Estado tradicional que excluye a las mayorías. Estamos en un momento en que humanamente perderemos mucho, el pueblo resultará más pobre que antes siendo como siempre las mujeres, las niñas, los niños y las personas mayores las más afectadas y también es posible que haya una cantidad dolorosa de fallecimientos en todos los sectores, pero también pienso que si todo esto pasa tocaremos fondo. No habrá kit solidario, ni fusiles y frijoles ni atol con el dedo que nos salve para mientras. O hay dignidad real o literalmente no hay vida.

Y he allí, en medio de la caída, el lugar de la cultura, he allí nuestro lugar como artistas en nuestro papel de animar en el sentido de infundir vida al espíritu para que renazca, para que despierte, en nuestro papel de visionar posibilidades más humanas de vivir. Lo estamos haciendo ya, aun desde el aislamiento y las dificultades económicas la creatividad empieza a desbordarse sin freno, esto apenas empieza. Me resuena en el corazón las palabras de una querida maestra mexicana, Alicia Martínez que hace unos días decía una y otra vez: “es importante respetar y escuchar los ritmos de los procesos”.

Mi gran esperanza es que el sistema económico colapse y podamos atar de otra forma los cabos, renunciar a una forma de vida donde solo podemos ser esclavas y esclavos. Si podemos caer también podemos levantarnos y construir desde cero una apuesta por venerar la vida y el compartir los recursos de manera inteligente, escuchar los ritmos de los procesos.

Para que este renacer de las cenizas sea posible es necesario empezar a escucharnos como sociedad y sumar con fuerza, con fe a esa nueva creación. La oportunidad es trabajar más en la sensibilización humana para contactar en todas y todos las fibras sutiles de nuestra humanidad, crear nuevas vías de comunicación, tecnologías autónomas e independientes, crear una relación más directa de paridad y reciprocidad con las productoras y productores del campo, con todas las cuidadoras y cuidadores del sistema, es la oportunidad de generar con más fuerza la asociación económica solidaria entre mujeres que incluya crear redes de cuidado, es necesario trabajar con mucha más fuerza en las nuevas propuestas políticas feministas para la administración soberana de nuestro pueblo y de las familias, necesitamos muchos nuevos liderazgos femeninos en los puestos de poder y mucha validación entre nosotras. Mi esperanza y la de muchas es que podamos pensar novedosas formas de gobierno y la creación de un sistema donde el cuidado de la vida en todas sus manifestaciones este en el centro. Estoy segura de que si con suerte esta llega a ser la caída del capitalismo también lo será del patriarcado. Somos muchas y muchos, si sobrevivimos apostamos únicamente por RENACER.