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Imane Khelif: la boxeadora argelina que lucha dentro y fuera del ring

Foto: Getty

"Esto puede destruir personas, puede matar pensamientos de la gente, espíritu y mente", expresó la joven pugilista argelina de 25 años al referirse al daño causado por la campaña de desinformación que se desató en las redes sociales, donde se intentó deslegitimar su desempeño deportivo en el marco de los Juegos Olímpicos de París 2024. 

Por Celina De la Rosa

La polémica comenzó cuando la boxeadora italiana Angela Carini abandonó el combate a los 46 segundos, dejando a Imane Khelif en el ojo de la tormenta. Mensajes transfóbicos, patologizantes y misóginos buscaron desacreditar el rendimiento de esta mujer cisgénero, quien ha luchado contra numerosos obstáculos desde su niñez para alcanzar las competencias de élite.

Ella llegó a estos Juegos Olímpicos representando a Argelia, un país del norte de África con una extensa costa hacia el mar Mediterráneo. Desde su infancia, mostró un fuerte interés por el deporte, comenzando con el fútbol, luego el atletismo y finalmente, el boxeo. “Envío un mensaje a todos los pueblos del mundo para que respeten los principios olímpicos y la Carta Olímpica, para que se abstengan de acosar a los atletas, porque esto tiene consecuencias, consecuencias enormes”, Imane rompió el silencio y en sus propias palabras declaró a la prensa internacional. 

A lo largo de su carrera, Imane enfrentó en su vida numerosos obstáculos para alcanzar este nivel profesional, convirtiéndose en una de las boxeadoras más reconocidas de su país y una destacada embajadora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en inglés).

"No es para niñas", es una de las frases que más escuchó Imane mientras crecía. Cuanto más se destacaba en el fútbol durante su adolescencia, más enfrentamientos tenía con los chicos de su pueblo natal, Tiaret, en el oeste de Argelia. Fue mientras aprendía a esquivar esta violencia que descubrió el boxeo.

Su decisión de practicar boxeo, un deporte tradicionalmente catalogado como "masculino", la obligó a enfrentar numerosos desafíos, incluyendo la distancia, la pobreza, y el machismo. Cada semana, para entrenar, Imane debía recorrer diez kilómetros hasta una localidad cercana. Para costear el pasaje del autobús, vendía chatarra para reciclaje, mientras su madre la apoyaba vendiendo cuscús (alimento popular mediterráneo). En los inicios de su carrera, no contó con el apoyo de su padre, quien trabajaba lejos como soldador en el desierto del Sahara y no aprobaba que las chicas practicaran boxeo.

“Empecé sin nada y ahora lo tengo todo”, dijo Imane Khelif, en una entrevista cuando fue nombrada como embajadora de UNICEF. “Mis dos padres vienen a apoyarme. Son mis mayores fans”. 

Lo que no te cuentan 

En su camino hubo triunfos y derrotas. No fue tan rápido su ascenso, a pesar de que la desinformación se apoderó en las redes sociales. En 2018, a sus 19 años, tras largas horas de sesiones regulares de entrenamiento llegó al puesto 17 en el Campeonato Mundial de Boxeo Femenino en Nueva Delhi, organizado por la Asociación Internacional de Boxeo (AIB). Al año siguiente, en Rusia, descendió al puesto 33. Hasta ahí, Imane no tuvo cuestionamientos. Cuando comenzó a ganar se pusieron en cuestión sus parámetros hormonales, su aspecto masculino y hasta su identidad de género.

En 2020 representó a su país en la prueba de peso ligero de los Olímpicos en Tokio, pero fue derrotada 5 a 0 por la irlandesa Kellie Harrington, en los cuartos de final. En 2022 llegó a la final del Campeonato Mundial, pero no pudo contra otra irlandesa, Amy Broadhurst, a pesar de los 13 centímetros de altura que le aventajaba. Al respecto de la polémica, la boxeadora profesional escribió en Twitter/X, “Mucha gente me ha enviado mensajes sobre Imane Khelif. En lo personal, no creo que haya hecho nada para ‘hacer trampa’. Creo que es la forma en que nació y está fuera de su control. El hecho de que nueve mujeres la han vencido antes lo dice todo”, defendió Amy Broadhurst a su par argelina.

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La controversia aumentó en el Mundial de 2023, cuando la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) decidió excluir a Imane Khelif y a la boxeadora taiwanesa Lin Yu-ting de la competición femenina. Para justificar su decisión, Ioannis Filippatos, ex presidente del Comité Médico de la IBA, afirmó después que la boxeadora hablara con la prensa que, “según el resultado médico y el resultado de la sangre, el laboratorio dice que estos boxeadores son hombres”. Acentuando su mensaje, tratándola en masculino y definiéndola como “hombre”.

Estas declaraciones contrastan con la posición del Comité Olímpico Internacional (COI), que defendió a las atletas. En su comunicado oficial, el COI afirmó que “todos los atletas que participan en el torneo de boxeo de los Juegos Olímpicos de París 2024 cumplen con las normas de elegibilidad y de inscripción de la competición”. Además, criticó la manera en que fueron descalificadas las boxeadoras, señalando que “la agresión actual contra estas dos atletas se basa enteramente en esta decisión arbitraria, que se tomó sin ningún procedimiento adecuado, sobre todo teniendo en cuenta que estas atletas llevaban muchos años participando en competiciones de alto nivel”. El COI mostró su rechazo al maltrato que están recibiendo las dos atletas y añadió, “Toda persona tiene derecho a practicar deporte sin discriminación”.

Las pruebas de la injusticia en el deporte para mujeres cis, trans e intersex

En el mundo del deporte, la misoginia, el odio hacia las personas trans y el racismo han sido obstáculos persistentes. Estos problemas afectan especialmente a las mujeres atletas del Sur Global, que a menudo se enfrentan a los controvertidos "estatutos sobre pruebas de sexo". Estas normas ponen a las mujeres bajo la lupa, obligándolas en algunos casos a someterse a exámenes médicos innecesarios que controlan sus cuerpos, según definiciones arbitrarias de feminidad y estereotipos raciales.

De acuerdo a un informe de Human Rights Watch, los organismos que gobiernan el deporte, como World Athletics y el Comité Olímpico Internacional (COI), deberían reconsiderar estas reglas. La idea de que las atletas deben ajustarse a criterios de elegibilidad basados en parámetros no médicos es un concepto anticuado que limita su potencial y perpetúa la discriminación.

En los Juegos Olímpicos de París 2024, la participación de atletas trans y no binaries sigue teniendo mínima representación, una situación exacerbada por la desinformación y la narrativa de una supuesta "ventaja injusta" que promueven grupos antiderechos. Esta retórica ha llevado a las federaciones deportivas a implementar regulaciones más estrictas, creando un ambiente cada vez más hostil para estas y estos atletas.

Para ilustrar cómo estas problemáticas afectan a los atletas, podemos recordar a Laurel Hubbard, quien hizo historia en la edición anterior de los Juegos Olímpicos al convertirse en la primera mujer trans en competir. A pesar de no avanzar más allá de la final en su categoría de levantamiento de peso, su participación fue un punto de inflexión. Sin embargo, también fue objeto de intensos debates y desinformación sobre una supuesta "ventaja injusta" frente a sus competidoras cisgénero.

Desde 2021, el COI ha declarado que no hay bases científicas concluyentes para estos argumentos. No obstante, en los últimos cuatro años, las federaciones deportivas han endurecido sus normas con el llamado Reglamento de Elegibilidad para la Clasificación Femenina de Deportistas con Diferencias de Desarrollo Sexual (Regulaciones DSD). Estas normativas apuntan principalmente a mujeres trans, mujeres intersex y aquellas que, de manera natural, tienen niveles altos de testosterona. Nos recuerda a casos como el de Caster Semenya quien fue discriminada por la Federación Internacional de Atletismo, que le prohibía competir por tener altos valores de testosterona.

La lucha por la medalla continúa

El caso de Imane Khelif, aunque distinto, resuena con estas historias de injusticia. Imane, una boxeadora cisgénero de Argelia, se ha enfrentado a cuestionamientos sobre su identidad simplemente por desafiar expectativas y destacarse en su deporte. 

“Mi sueño es ganar una medalla de oro. Si gano, las madres y los padres podrán ver hasta dónde pueden llegar sus hijos. Quiero inspirar especialmente a las niñas y los niños desfavorecidos de Argelia”, remarcó Imane al llegar a estos juegos olímpicos. 

A nivel deportivo, la pugilista se impuso 5-0 ante la húngara Anna Luca Hamori, una victoria que le permitió clasificarse a las semifinales de la competencia y asegurar así una medalla. Este martes 6 de agosto Imane peleó en la semifinal contra la tailandesa Janjaem Suwannapheng, a quien venció consiguiendo el pase a la final donde podría conseguir la medalla de plata.

A pesar de los desafíos, Imane ha demostrado que su verdadera fuerza reside no solo en sus habilidades en el ring, sino también en su capacidad para resistir la adversidad fuera de él. Su historia es un recordatorio de que, aunque el camino pueda estar lleno de obstáculos, la determinación y la pasión siempre prevalecerán.