RUDA

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Guatemala aún tiene un modelo educativo excluyente

A pesar de los avances en materia de derechos humanos e inclusión, la realidad para miles de estudiantes en Guatemala dista mucho de ser ideal. La falta de herramientas y recursos adecuados, sumado a la discriminación y la falta de sensibilización, crea barreras difíciles para que las personas de la comunidad LGTBIQ+, o personas con discapacidad ejerzan su derecho a la educación integral en igualdad de condiciones.

Por Angie Ross

Si bien el sistema de registros educativos del Ministerio de Educación (Mineduc), reporta para el mes de junio la inscripción de más de 3 millones 197 mil 809 estudiantes, en los 36 mil 58 centros educativos oficiales  a nivel nacional, no cuenta con datos precisos sobre cuántos pertenecen a estos grupos de población, lo que dificulta la implementación de políticas públicas efectivas para garantizar su inclusión educativa.

“No es lo mismo vivirlo, que contarlo”

Alejandra* (nombre ficticio para conservar su identidad), madre de familia, compartió su historia en Ruda. Contó que al enterarse de que su hijo tenía microcefalia, el proceso para su familia no ha sido nada fácil. “Fue muy difícil, pues no lo esperábamos. Todo el proceso que se venía, porque según el diagnóstico que dieron en Fundabiem, no había nada bueno por delante”.

Explicó las dificultades que ha enfrentado debido a la falta de apoyo en el sistema educativo para su hijo con necesidades especiales. “Los niños y niñas lo molestaban; tuvimos que sacarlo y, prácticamente, los maestros, incluso el director, no podían hacer nada porque no podían cuidarlo solo a él”, expresó la madre. A pesar de sus limitados recursos, recibía ayuda de Fundabiem y pagaba por las terapias, pero existía una discriminación que afectaba la atención que recibía.

Aunque pagaba el mismo precio que otras familias, no le aplicaban descuentos y no le daban acceso a todas las terapias disponibles. Las familias de escasos recursos enfrentaban esta discriminación, pagando lo mismo pero sin recibir la atención completa de los programas, a diferencia de otras familias que sí obtenían todos los beneficios.

Debido a su discapacidad, su hijo no retiene la información, lo que ha impedido su progreso en el aprendizaje, especialmente en la lectura, ya que no puede recordar lo que se le enseña a largo plazo. Finalmente, durante la pandemia, decidieron ya no inscribirlo en ninguna escuela.

En ese sentido, sobre los problemas que ha vivido para encontrar una escuela que pueda satisfacer las necesidades de su hijo, Alejandra indicó, "Pues me han dicho que hay dos escuelas, pero están muy lejos. Viajar hasta allá es difícil porque no me animo a llevarlo en camioneta debido a lo peligroso que está. También está el problema del costo”.

Mencionó que por ahora la familia piensa llevarlo nuevamente a Fundabiem, pero todavía no han visitado esta institución para conocer si le pueden dar alguna ayuda para que aprenda algún oficio. “Inscribirlo en una escuelita especial,por el momento, no lo hemos decidido".

Alejandra piensa que las escuelas deben apoyar a los padres, por lo menos a los de escasos recursos, porque hay padres que sí tienen la posibilidad de llevar y traer a los niños a escuelas especiales, pero hay otros que no pueden. La madre cree que la escuela debería, tal vez, no dedicarse solo directamente al niño, sino colaborar con las maestras y maestros, y sus directores, incluso promover pláticas con los demás compañeros y compañeras del salón, para evitar las burlas. “Más que todo porque los niños con necesidades especiales son víctimas de burlas. Igual, como padres, cada uno ha tenido que vivir con todo eso. Hay familias que discriminan y gente que a veces se les queda viendo, porque no tienen la misma comprensión”.

La madre sugirió que el Gobierno, a través del sistema educativo, debería implementar escuelas especiales más accesibles en la comunidad, ya que cree que hay muchos niños que necesitan ayuda. Propuso la idea de establecer lugares más cercanos con maestras y maestros especializados, considerando que estos son necesarios para niñez con necesidades especiales. Además, enfatizó sobre la importancia de pensar en el futuro académico y profesional de su hijo, explorando opciones educativas que puedan apoyarlo adecuadamente.

“Tiene que aprender a comportarse”

La comunidad LGTBIQ+ en Guatemala enfrenta una discriminación arraigada en prejuicios patriarcales, religiosos, culturales y sociales. A pesar de los avances globales en la defensa y protección de los derechos de las personas LGTBIQ+, en Guatemala, la intolerancia y la violencia contra esta comunidad prevalecen.

George Cordón, hombre trans, fisioterapeuta y director ejecutivo de la asociación Comunidad Amigable de Diversidad Independiente (CADI), contó que desde la niñez ha enfrentado numerosas dificultades.

¿Quieres conocer más de su historia? lee aquí https://www.rudagt.org/temas/cmo-se-vive-desde-la-diversidad-sexual-en-guatemala 

Mencionó que en donde él estudiaba, las maestras y maestros hacían actividades y en parte de estas, dividían a los niños y niñas. Esto hizo que sus tutores educativos se dieran cuenta de que George “no encajaba en las normas establecidas”, considerándolo más “rebelde", especialmente en situaciones específicas por género.

George estudió en varios colegios, pero en todos ellos fue discriminado. Le decían que estaba loco, que debía ser diferente y que no podía gustarle lo que le gustaba. Insistían en que no era un hombre, que no era varón, y que debía aprender a comportarse según sus expectativas.

Finalmente, George encontró un colegio más abierto donde pudo ser él mismo. Ahí lo llamaban George, como apodo, un nombre que le gustaba mucho más que su nombre de pila. Adaptó y adoptó este nombre, haciéndolo parte de su identidad, lo que le ayudó a mejorar su rendimiento en el colegio.

George resaltó que las principales dificultades que enfrentan las personas  LGTBIQ+ en el sistema educativo actual, incluyen la discriminación, la falta de respeto a su identidad de género, la exclusión de actividades y programas, y la estigmatización por parte de maestros, maestras y autoridades.

"Me tuve que haber graduado hace 10 años y en ese tiempo he hecho alrededor de ocho tesis, pero ninguna me la han dejado pasar por el mismo hecho de que hubo un cambio de nombre primero, y después porque yo no correspondía al género asignado al nacer", expresó George.

Él explicó la compleja situación que enfrenta debido a la falta de una Ley de Identidad de Género en Guatemala. A pesar de haber obtenido su título universitario como licenciado, su nombre legal no coincide con su identidad de género actual. Esto le ha generado obstáculos al buscar empleo,  ya que las empresas no reconocen su título debido al nombre anterior impreso en el documento. Aunque algunas universidades permiten el cambio de nombre en los títulos, la ausencia de una ley que respalde este derecho impide que George tenga pleno reconocimiento de su identidad en el ámbito laboral y académico.

Cordón abordó con profundidad la importancia de impartir charlas educativas sobre diversidad sexual en colegios y escuelas para promover la inclusión. Destacó que muchos jóvenes trans y sus familias enfrentan significativas barreras debido al rechazo y la discriminación en entornos educativos. Mencionó cómo, a pesar de la existencia de una ley que prohíbe hablar sobre sexualidad y diversidad a la niñez, como lo es la iniciativa de ley 5940, “Ley para garantizar la protección integral de la niñez y adolescencia contra los trastornos de la identidad de género”, que busca restringir la educación sobre diversidad de género y orientación sexual, solo profundizan los desafíos que enfrenta la comunidad. 

Estas medidas no solo perpetúan el desconocimiento y la discriminación, sino que también limitan las oportunidades de educar de manera inclusiva y respetuosa en las escuelas y colegios. 

Finalizó diciendo que como parte de la diversidad sexual y de la población LGTBIQ+, también tienen derecho al estudio y a la educación. Cuando se les niega este derecho, se les priva de oportunidades para superarse. George hizo un llamado a la reflexión, "Las personas LGBT somos iguales a todas y merecemos respeto y dignidad. De la misma manera, tenemos que subsistir en este en esta sociedad, que no se nos excluya más”.