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Gordoridad, para derribar la gordofobia 

“Mi cuerpa es un arma política y mi gordura es, de cierta forma, un medio. Un medio performático, material, con la potencia de ser algo más que sólo una chica gorda…”

constanzx alvarez castillo



Ser una persona gorda en Guatemala es una situación difícil. Diariamente son obligadas a experimentar distintas expresiones de gordofobia, una de las violencias estéticas que sufren las personas que se salen del canon de delgadez, en todos los espacios en los que se desenvuelven. La gordura, además, es un tema que la sociedad y los feminismos suelen ignorar. 

En septiembre, cuatro chicas, Mafi Pierri, Katy García, Leslie Flores y Lucía Rosales, formaron una colectiva feminista, autogestiva y autónoma, interesada en hablar sobre la gordura. Gordoridad nació en la virtualidad, con “puras mujeres gordas, guatemaltecas interesadas en sacar a la luz y hablar en público (entre todxs) sobre gordofobia y gordo-odio”, según señalan sus redes sociales. Bajo el reconocimiento de que existen temas sobre la gordura aún pendientes de explorar, organizaron el Primer Festival Gordx en Guatemala, que fue cancelado porque decidieron unirse en solidaridad con la resistencia del Paro Nacional Indefinido en octubre del 2023. 

Lucía Rosales, Mafi Pierri, Leslie Flores, fundadoras de Gordoridad.

El festival exploraría diversos temas por medio de conversatorios con personas gordas diversas. Algunos de ellos eran Nuestros cuerpos son políticos, La estética gordx como rebelión, Merecemos servicios de salud dignos y Gordisidencias sexuales. Aunque esta actividad no se llevó a cabo, la colectiva continúa trabajando en otros encuentros, como el conversatorio Sobreviviendo a los comentarios culeros en fin de año que se realizará el 30 de noviembre. 

En esta entrevista con RUDA, las integrantes de Gordoridad reflexionan sobre la situación de las personas gordas en Guatemala, así como sus sueños para la colectiva. 

¿Cómo es la experiencia de una persona gorda en Guatemala? ¿Cómo se expresa la gordofobia en el país?

Mafi: Ser una persona gorda en Guatemala suele ser una experiencia intensa y dolorosa, tanto en los espacios íntimos y personales, hasta a un nivel social. Los espacios donde más fuerte se me ha criticado han sido en círculos íntimos, de "confianza", donde me han sugerido constantemente cómo podría ser "más bonita, más saludable o más agradable" si no tuviera el cuerpo que tengo, como si mi valor dependiera de mi talla, tamaño o peso. Nos condenan a la soledad, la diabetes, la movilidad, los triglicéridos, las hormonas, en fin, un sin número de consecuencias por habitar un cuerpo gordo. 

A nivel social, la gordofobia es sumamente preocupante porque en un país donde casi la mitad de los niños tienen características de desnutrición aguda, severa o malnutrición, tener un cuerpo gordo es muy condenado. Se entiende la "obesidad" como la otra cara de la moneda, como un problema a erradicar. Desde esta lógica, se generan muchos estigmas y estereotipos. 

Estas ideas son muy peligrosas porque investigaciones actuales ya definen el índice de masa corporal (IMC) como una medida obsoleta, clasista, machista y sumamente racista. Si se define quién tiene obesidad o no basado en esta medida, se toman decisiones indocumentadas, obsoletas, machistas, clasistas y racistas en las pocas acciones ejecutadas a nivel nacional. Me parece que este es un tema que se debe seguir analizando desde una perspectiva más crítica, actualizada, pertinente y sobre todo empática. 

Katy: Difícil, es la primera palabra que se me viene a la mente para definir la situación para las personas gordas en Guatemala. Hay muchísimas limitaciones y mucha discriminación. Yo me he sentido humillada en repetidas ocasiones por distintos comentarios y situaciones. Por ejemplo, algo que a mí me causa mucho conflicto son las unidades del transurbano, que tienen un molinillo en el que, por lo menos mi cuerpo, no cabe. Qué incómodo y humillante es no poder usar el transporte público porque entonces, ¿qué hago? Y así muchísimas cosas  más.

El país y la sociedad no incluyen a las personas de cuerpos grandes y la mayoría se siente con el derecho de opinar sobre tu cuerpo de la peor manera. A veces son palabras y otras, son miradas, pero ambas con mucho juicio y rechazo.

¿Cómo son los discursos sobre salud hacia las personas gordas en el país? ¿Expresan gordofobia? 

Mafi: La salud se centra en el peso y en el tipo de cuerpo que habitas. Por todas partes estás bombardeada de propaganda para bajar de peso, o que te dice que “cuentes tus calorías”, “tomes polvos, shakes y cosas raras para quitarte el hambre”, “cuentes los pasos diarios”,  y que “la salud es estar fit, comer saludable” (aunque, con el nivel de contaminación que tiene la comida actualmente hasta las verduras y frutas pueden no ser saludables). Te enseña a “que hagas todo lo posible por hacerte pequeña”, por entrar en espacios y muebles pequeños y por odiar quien eres porque es tu culpa estar como estás. 

A eso sumale las malas experiencias que vivimos con profesionales de la salud que son sumamente gordofóbicxs y que ante cualquier padecimiento que tengas, la recomendación es bajar de peso. Hace falta demasiada sensibilización y documentación también para contrarrestar la cultura de dieta tan violenta en la que vivimos actualmente. 

Katy: El sistema de salud está centrado en el peso, tanto que al momento de una consulta médica (aún sin ser nutricional) siempre se alude al peso y apariencia física como primer factor sin antes hacer un diagnóstico como lo harían a una persona delgada. Los médicos se toman la libertad de “sugerir” dietas sin que se les solicite o que esa sea su área de expertis.

¿Existe gordofobia en los feminismos? ¿Cómo se expresa? 

Leslie: Hay mujeres que saludan con la bandera feminista, pero dentro de su discurso de "sororidad" hay muchísima gordofobia. Es como: “sí, apoyémonos, acompañémonos, aceptémonos, pero no dejemos de idealizar la delgadez”. Es como que el feminismo gordo fuera menos importante y menos esencial.

Lucía: Ahora entendemos que existe el feminismo blanco y hegemónico y es el primero al que llegamos por muchas razones y es por eso mismo que cuestionar la cultura de la dieta desde los feminismos es necesario y pertinente. La gordofobia se expresa dejando afuera a las activistas gordas de espacios importantes o de liderazgo, menospreciando el conocimiento de mujeres gordas y también desde el mero hecho de invisibilizar y no querer cuestionar la violencia estética y la gordofobia, como sí lo hacemos con otros temas.

¿Cómo surge la idea de crear una colectiva de feminismos gordos? ¿Qué les motivó?

Mafi: Lucía Rosales, a través de su proyecto de @LaOtraDieta ha creado mucho contenido sobre este y otros temas súper interesantes. Ella tuvo la inquietud de crear un espacio para personas gordas y trajo sus experiencias de otros países con nosotras. Nos invitó a algunas y nos sumamos cuatro en total para organizar el Festival Gordo. Entre nosotras tenemos espacios de conversación e intercambio de experiencias e información. Ha sido hermoso porque por primera vez en mi vida puedo hablar de estos temas con alguien que siente y vive muy parecido a mí. 

Katy: Surge de las vivencias propias y la necesidad de hablar de estos temas que nos han causado mucho daño. Era algo simplemente necesario. La idea surge por la falta de representación y comunidad en el país. Todas hemos coincidido con Lucía como centro de distintas formas y ella tomó la iniciativa de crear un grupo de activistas antigordofobia en el país tomando como referencia a grupos de otros países como México. Ese fue el parteaguas para que, entre conversaciones, se creara una colectiva. 

Lucía: empecé a encontrar información sobre organización entre mujeres y activistas gordas en Ciudad de México desde 2021 y fue en 2022 que visité la ciudad por primera vez. Allí conecté con muchas cosas que vi y rasqué por los lugares que transité. 

Me mudé a la Ciudad de México en febrero de 2023 y empecé a integrarme a los grupos de activismo con estas compas. Empecé a entender cómo se tejen y acompañan entre ellas y sentí que dos chicas a quienes acompañaba (como nutricionista antidieta) podrían interesarse en empezar a tener diálogos activistas. Ellas invitaron a una tercera persona y así empezamos a dialogar entre las cuatro sobre nuestras vivencias como personas gordas con distintas características y formas de transitar el mundo con nuestras diferencias y similitudes. Mi principal motivación fue entender, en sesiones individuales de acompañamiento, que nos hace falta dejar de sentirnos solas, dejar de segregarnos y abortar la vergüenza que nos aísla de diálogos vulnerables y necesarios con otras.

¿Cómo definirían a los feminismos gordos? 

Como espacios de lucha, resistencia, cuestionamientos y desencuentros como en todos los demás feminismos. Se interconectan, en muchas ocasiones, con vivencias trans/no binarias en el sentido de desconexión o desconocimiento de nuestros propios cuerpos desde una imposición hegemónica: las personas gordas desde la delgadez, las personas trans desde lo cis. También con el antirracismo siendo fundamental en los cuestionamientos porque la medicina occidental es la que rige y determina los estándares de salutismo.

¿Cuáles son sus sueños y expectativas para la colectiva en el futuro?

Mafi: Tenemos un montón de ideas y sobre todo muchísimas ganas de entrarle al tema con todo. Por ahora, nos enfocaremos en espacios de diálogo y seguro retomar y reagendar el Festival Gordo. Para un futuro no tenemos tan claro el panorama, pero hay muchas ideas de generación de contenido, investigaciones, festivales y más.

Katy: Llevar la información para que haya verdadera inclusión. Darnos a todas las personas gordas una perspectiva de la vida sana, digna y plena porque todxs merecemos eso. También ser red de apoyo y comunidad para acompañarnos en todo este proceso.

Leslie: Que exista información, que las personas se sientan representadxs  y puedan encontrar un espacio seguro de todo prejuicio. Nuestros sueños son tan grandes y variados que esperamos materializarlos pronto. 


Lucía: Sostener el espacio, mutar, cocrear desde lugares amorosos de cuestionamiento y resistencia. Lograr que la colectiva pueda sentirse como un lugar de descanso, resistencia y lucha utilizando diferentes metodologías y ejes.