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Feminismos, desigualdades y derechos reproductivos

Por: Marcela Arias

De acuerdo con Thomas Piketty, existen dos tipos de desigualdad: la desigualdad de ingreso y la desigualdad de riqueza. La primera se relaciona con los altos índices de pobreza, y la segunda se relaciona con la distribución desigual de la riqueza. El segundo tipo de desigualdad tiene un carácter más estructural. Esto significa que las políticas para disminuir la pobreza extrema, como la entrega de bonos a las personas más pobres, no son sostenibles mientras la riqueza no sea distribuida de manera igualitaria. OXFAM asegura que el 1% de la población (en su mayoría hombres), posee más del doble de riqueza que 6900 millones de personas. A su vez, los impuestos sobre la riqueza equivalen únicamente a 4 centavos de cada dólar recaudado, es decir que, el peso fiscal recae de manera desproporcionada sobre los trabajadores y trabajadoras[1].

América Latina y el Caribe, es una de las regiones que más recibe el impacto de estas economías neoliberales y se ubica como la región más desigual del mundo, seguida de los países subsaharianos.

Las consecuencias de la desigualdad extrema son muchas: debilitamiento del crecimiento económico, la restricción y privatización de los servicios de educación y salud, la disminución de la esperanza de vida, el aumento de la violencia, entre otras. Una de las consecuencias más graves es que se acentúan las desigualdades de género ya existentes. Las mujeres tienen menos acceso a la salud y a la educación, menos ingresos, mayor precarización laboral, menos acceso a tierra y menos posibilidades de participar de la vida política[2].

Para las mujeres de la región centroamericana esto resulta aún más preocupante, debido a la vinculación que existe entre la desigualdad y los gobiernos autoritarios y dictatoriales. Durante los últimos años, las tendencias hacia la militarización y la represión de la protesta son más notorias en Guatemala, El Salvador y especialmente Honduras.

La llegada de la COVID-19 a América Latina ha despertado una serie de debates en las organizaciones y movimientos sociales. Las conclusiones más populares sostienen que la pandemia ha venido a: i) develar la fragilidad del sistema económico y político, ii) profundizar el impacto que este genera sobre la vida de las mujeres a nivel mundial, iii) evidenciar la importancia del trabajo reproductivo y de cuidados.

En este sentido y muy lejos de retomar las actividades “desde casa”, los movimientos feministas, particularmente de la región centroamericana, estamos obligadas a poner en perspectiva nuestra apuesta por el derecho a decidir. Ir a la raíz de los derechos reproductivos. Específicamente, las luchas por la despenalización y legalización del aborto iniciaron con mayor potencia a partir de la Conferencia de El Cairo en 1994, cuando por primera vez se declaran los derechos sexuales y reproductivos como una condición necesaria para garantizar la dignidad y autonomía de las mujeres. En este sentido y con el propósito de afianzar los horizontes feministas, cualquiera que sea nuestro accionar social y político debe tener como punto de partida que: i) existe una vinculación político-ideológica entre la penalización absoluta del aborto y la explotación de las mujeres a través del trabajo reproductivo y de cuidado; ii) el movimiento feminista necesita articularse con las organizaciones de mujeres trabajadoras (maestras, enfermeras, trabajadoras domésticas, trabajadoras sexuales) para enriquecer y sobre todo, situar las perspectivas de lucha incorporando la visión del trabajo reproductivo y de cuidados en Centroamérica y iii) el movimiento feminista por el derecho a decidir necesita perfeccionar su respuesta en términos de acompañamiento, para lo cual es indispensable aumentar el trabajo de campo, salir de la oficina y apostarle a la organización comunitaria feminista.

Que la pandemia no pase en vano.

¡Será Ley! 

[1] Disponible en: https://www.oxfam.org/es/cinco-datos-escandalosos-sobre-la-desigualdad-extrema-global-y-como-combatirla

[2] OXFAM. (2014) Iguales. Acabemos con la desigualdad extrema. Es hora de cambiar las reglas. Disponible en: https://www.oxfam.org/es/informes/cronica-de-una-desigualdad-anunciada