RUDA

View Original

#EntrevistaRuda María Bolaños: «tenemos derecho a elegir no ser madres”

Cuando María Bolaños tenía 27 años atravesó por una ruptura amorosa. Cuando la boda se canceló le surgieron muchas dudas por resolver. Una de ellas era si de verdad quería casarse y la otra, si en realidad quería ser madre. Hoy a sus 45 años, lo tiene claro. No desea ser madre y aquí cuenta su historia. 

***

Es el 21 de septiembre y la hora de almuerzo en el empleo de María Bolaños empezó hace algunos minutos. Ella trabaja para una empresa privada en el área de compras internacionales. Toma un momento de su descanso para contestar la llamada. De su lado del teléfono se escucha una voz risueña, quizás algo nerviosa por el tema de la entrevista: las mujeres que deciden no ser madres, pero se muestra dispuesta a abrirse y a contar cómo llegó a esta decisión.

Empieza contando que es originaria de la Ciudad de Guatemala y que creció en un hogar con tres hermanas y un hermano. Todos ellos están casados y tienen hijos. Aclara que no ser madre no fue algo que le inquietara siendo pequeña y admite que incluso jugó con muñecas y a la casita. 

“Me emocionaba la idea de ser mamá”, cuenta. 

Entre los 25 y 27 años, después de dar por terminada la relación con su novio,  empezó a cuestionarse si el matrimonio y la maternidad eran parte de una decisión consciente y voluntaria que quería cumplir o si, más bien, era parte de un constructo social impuesto a las mujeres. 

“Tome la decisión de ya no casarme y fue mi punto de reflexión para saber qué es lo que quería y qué estaba buscando para mi vida más allá de las ideas románticas con las que crecemos. Buscando ese camino, me di cuenta de que el modelo -el matrimonio y la maternidad- no funcionaba para mí”.

Su familia, católica aunque no conservadora, según los describe, no le impusieron la maternidad, pero sí cuestionaron su decisión.

 “Me han dicho: mirá y ¿en algún momento no quisieras tener? Pero no ha llegado más allá”, manifiesta. 

“Para mí era más fácil responder a la pregunta por qué no quiero hijos. Cuando me cuestionaba por qué sí debía de quererlos, me quedaba sin muchos motivos. Empecé allí la reflexión”, dice.

No ser madre no significa que no le gusten las niñas y las bebés. En realidad, admite que disfruta la convivencia con sus cinco sobrinos y única sobrina, pero tiene claro que “no es algo que desee para mi vida”.

“Decidirlo es entender que hay muchas formas de vivir. Habiendo convivido de tan cerca con mis hermanas y hermano, y con sus hijos, te empiezas a dar cuenta que tenés romantizada la idea porque conlleva mucho sacrificio. Requiere mucho tiempo y mucha paciencia. Entonces te vas cuestionando si te quieres dedicar tanto tiempo a criar a otra persona. Porque es una tarea muy demandante”.

La maternidad como mito cultural y la idea de la soledad

Cristina Palomar en la publicación “Maternidad: historia y cultura”, asegura que “la maternidad no es un hecho natural, sino una construcción cultural multideterminada, definida y organizada por normas que se desprenden de las necesidades de un grupo social específico y de una época definida de su historia. Se trata de un fenómeno compuesto por discursos y prácticas sociales que conforman un imaginario complejo y poderoso que es, a la vez, fuente y efecto del género. Este imaginario tiene actualmente, como piezas centrales, dos elementos que lo sostienen y a los que parecen atribuírsele, generalmente, un valor de esencia: el instinto materno y el amor maternal. A partir de la consideración de que la naturaleza femenina radica en una biología que asegura ambos elementos, la maternidad es entendida como algo que está separado del contexto histórico y cultural”.

Liliana Ibeth Castañeda Rentería en el artículo “Mujeres profesionistas sin hijos: la defensa del modelo tradicional de maternidad desde la no maternidad”, refiere que el “mito mariano -es- uno de los pilares que soportan históricamente la  identidad  de  género  de  las  mujeres  como  madres. “La no maternidad se resignifica por medio del trabajo y se le da sentido con proyectos personales, lo que indica que el abanico de vida de las mujeres se extiende cada vez más” escribe Castañeda. 

Y este mito está ligado al control de los cuerpos de las mujeres. 

María lo identifica, como lo hace Palomar, como un “tema cultural” en donde las mujeres son definidas y se tienen expectativas de ellas por una función biológica. Una función que tiene tiempo de caducidad por el “reloj biológico”. 

“Socialmente ha sido un tema que te cuestionan más las amistades o personas que recién te conocen. Te preguntan si tenés familia, si tenés esposo y si vas a tener hijos. Si no estás casada, si tenés a alguien. Siempre tienen este concepto que si una no está con pareja o no tienes hijo, estás sola”.

Pero el feminismo ayudó a María a entender que no estaba sola. 

“Empecé mi indagación muy joven. No tenía conocimiento. Cuando lo vas platicando y ves que es una decisión que puedes tomar -de forma individual-, la tomas. No es necesario que la gente se nombre feminista o no, pero si logras ver de dónde nace tu necesidad de ser madre, por qué quieres una boda grande y lo logras entender. Eso es más valioso. En el feminismo, caminar en colectividad es mejor y te ayuda a ver las diferencias al dialogar, conociendo la historia de otras mujeres. Así vas interiorizándolo. Me ayudó bastante”, indica.

Acepta que ella misma tenía una expectativa social por cumplir con la idea de casarse y elegir no hacerlo le permitió darse cuenta de que “tiene un costo social”. 

“Te aísla un poco, pero lo fantástico es que te encuentras con personas en el camino que van siendo más afines con tu forma de vivir. No podría decir que en mi vida ha tenido un impacto dramático, pero sí ha sido una decisión muy cuestionada”, reitera.

RUDA: ¿Cómo te sientes con tu decisión años después? Hay un discurso muy fuerte de que las ganas de tener hijos le surgen a la mujer cuando está en pareja… ¿qué piensas de esto?

María Bolaños: “Estar soltera pone la mira en el tema de la sexualidad. Estás eligiendo libremente ciertos caminos, no es solo que te cuestionan el no tener hijos sino otros temas de la vida. A las personas muy conservadoras y muy religiosas les crea cierto choque. Cuando estás en pareja esperan que te cases. Igualmente, cuestionan tu sexualidad y cómo la llevas a cabo. Con la edad, vas teniendo seguridad y te das la libertad de saber a quién responder y a quién no. Decidir qué no quieres es parte de entender que hay muchas formas de vivir”.

 Y no, María no ha cambiado de opinión al respecto. Sin importar que la maternidad ha sido naturalizada y es la regla que la sociedad espera que cada mujer cumpla, dice. 

“He conocido personas que me han preguntado: ¿cuándo cumpliste 35 no te surgió el deseo de tenerlo? La verdad es que no. 

Desde que lo dejas de ver como una obligación y te cuestionas si de verdad lo deseas, te das cuenta de que no. Entiendo y tengo muy claro el sacrificio que conlleva. En mi proyecto de vida, realmente, no hay cabida para ser madre. Entonces no me lo cuestiono”.