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En el Día Internacional de la Enfermería en Guatemala persisten las carencias para ese gremio

Fotografía: David Toro

En 1855, una publicación de The Times centró la atención en una mujer que con una pequeña lámpara en mano recorría de manera solitaria los pabellones con heridos de guerra, monitoreando sus signos vitales cuando todos los oficiales médicos ya se habían retirado de la faena. Esa mujer era Florence Nightingale y en homenaje a su trayectoria y legado el Consejo Internacional de Enfermería proclamó la conmemoración del 12 de mayo como el Día Internacional de la Enfermería, una profesión que ella ayudó a dignificar y reconocer.

La situación de guerra que enfrentó Florence en la península de Crimea, en el mar Negro en contra de la dinastía Románov, atendiendo a los miles de heridos y enfermos de los ejércitos franceses y británicos junto al Imperio otomano y el Reino de Piamonte y Cerdeña, se asemeja a la que hoy enfrentan miles de enfermeras y enfermeros en el mundo por la pandemia de coronavirus que una vez más se encuentran sin recursos suficientes, personal y reconocimiento a su profesión.

“A raíz de la pandemia a nivel nacional, Enfermería como tal no ha recibido algún beneficio específico”, aseguró Brenda Medina, magíster y Coordinadora de Enfermería del Hospital Temporal Parque de la Industria, uno de los cinco centros que se habilitaron en Guatemala para la atención de los pacientes de COVID-19 durante la emergencia sanitaria.

Medina tiene a su cargo 295 personas que conforman el área de enfermería de ese hospital.

Pese a las condiciones adversas, ser enfermera significa tener la oportunidad de brindar cuidados especializados e integrales, pero además “poder representar la humanización del cuidado a los pacientes, ya que los cuidados los brindamos con un enfoque psicobiosocial y nuestra mayor gratificación es ver la recuperación del paciente sabiendo que se lleva un recuerdo amable de nuestras intervenciones”, dijo Medina a Prensa Comunitaria.

Entre las mayores gratificaciones de la profesión, además del agradecimiento de los pacientes recuperados y su familia, se encuentra “la satisfacción personal de saber que servimos al prójimo y contribuimos a nuestro país con lo que mejor hacemos y poder hacernos más humanos, caritativos y profesionales con mayor experiencia y conocimientos”, añadió la entrevistada.

Sin el personal de enfermería, la población del país no vería ni la sombra de los servicios de salud mínimos. En varias comunidades de los departamentos, son las enfermeras y enfermeros los que coordinan junto a la población y sus autoridades comunitarias muchos de los programas y servicios de salud, sobre todo durante la pandemia.

En una publicación de la oenegé Medicus Mundi, en mayo del año pasado, la enfermera Juana Millán, con 27 años de carrera de enfermería refería que durante la pandemia las comunidades, en su mayoría, se han enfrentado a la emergencia con mucha determinación, organización y coordinación con el personal de salud.

“En lugares fronterizos son ellos, junto con el personal de enfermería, los que vigilan y monitorean la entrada de personas ajenas a la comunidad. El apoyo y la involucración de los líderes ha sido fundamental, principalmente en la búsqueda activa de casos en las comunidades, en asegurar el aislamiento social (cuarentena) y en evitar los contactos foráneos; han brindado acompañamiento y apoyo al personal de salud en las visitas para la vigilancia activa de casos, investigación de muertes, han apoyado en la divulgación de mensajes claves para la prevención de la COVID-19”.

Para la Coordinadora de Enfermería del Hospital Temporal Parque de la Industria, en los niveles de prevención y curación a través de brindar cuidados fundamentados en evidencia, el área de enfermería que se han fortalecido con la investigación y la constante actualización de conocimientos que el gremio ha demostrado por propio interés.

“Somos los pilares en cada establecimiento de salud, representamos el mayor número de personal y lo administramos efectivamente, ya que somos un gremio con normativas bien sustentadas y respaldadas”, dijo.

Principales obstáculos

El salario promedio de una enfermera graduada es de 6 mil quetzales, según información del Colegio de Profesionales de Enfermería de Guatemala, que a julio del 2020 reportaba mil 610 profesionales de enfermería activos.

“La carga laboral es uno de los mayores obstáculos, además de las dotaciones de personal que no están establecidas con los estándares mínimos para que enfermería pueda brindar cuidados de calidad, debido a la falta de presupuestos en el nivel público y la generación de ganancias en el nivel privado”, agregó Medina.

El incentivo económico es inadecuado, lo que lleva al personal de enfermería a tener hasta dos empleos, lo que genera consecuencias a nivel físico por agotamiento, aseguró.

Medina resalta que en el país no se da el reconocimiento debido a la profesión y sus especializaciones y como consecuencia no existe una oferta de profesión acorde a las necesidades del país, “cada día hay menos recurso humano de enfermería”.

Medina considera, entre las mayores necesidades que existen en el gremio, una “mayor injerencia en la gestión de los servicios de salud y mayores oportunidades de formación a nivel nacional e internacional”. Es importante que los profesionales de enfermería busquen las oportunidades para hacer de la profesión la más incluyente, humana, empática, especializada y con las mejores capacidades para influir en las decisiones tomadas en los establecimientos de salud y poder así contribuir al desarrollo de la profesión en Guatemala, concluyó.