RUDA

View Original

Emy Coyoy, una directora de teatro cruzando fronteras

Fotografía: Karen Lara

En la Muestra de Directoras Centroamericanas de Teatro en Tegucigalpa, Honduras, cuatro directoras de teatro de Costa Rica, Nicaragua, Guatemala y la sede, presentan su trabajo más reciente y conversan sobre el arte dramático. La actriz y directora guatemalteca Emy Coyoy, por medio de una videollamada, nos cuenta lo que representa este encuentro en el país centroamericano y su interés en el teatro.

Coyoy tiene estudios avanzados en teatro por la Universidad de la Rioja y la UNIR de México. Es catedrática y entre las obras que ha dirigido se encuentran “Muñecas”, “El último sueño”, “Memorias”, “Vos, usted y yo… mujeres” y su último estreno “Idiotas contemplando la nieve”.

Su devoción por el teatro viene desde niña, así lo comparte en esta entrevista desde Honduras, donde su mirada refleja alegría y emoción por realizar la presentación de su última obra en la Casa del Teatro Memoria que obtuvo una recepción muy buena ante una audiencia bastante crítica.

Fotografía: Cortesía

¿Cómo se interesó por hacer teatro?

– Yo realmente tuve esa inquietud desde que era muy pequeña, hacía imitaciones de voces de las caricaturas. Eso fue lo más cercano al teatro que tenía en ese momento y poco a poco me fui interesando en cómo representar personajes de unos casetes que tenía de cuentos. Eso fue despertando esa parte de crear personajes. Ya después, cuando tenía unos ocho años, mi mamá me inscribió en un curso del Teatro Abril. Estuve ahí un poco de tiempo y ya formalmente empecé a estudiar en la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD) a los 16 años.

¿Cuál fue la primera obra en la que estuvo?

-¡Uy! La primera obra que hice fue en la ENAD cuando tenía 16 años. Fue “La herencia de la tula” de Gómez Carrillo, fue extraña porque tenía el personaje de una chica muy, muy coqueta. Yo tenía 16 años y así tan chiquitita no me salía el personaje, me frustraba  y lloré mucho, porque siento que nunca logré hacerlo. Siempre digo que esa fue la primera obra formal que hice, pero la primera obra que de verdad tuve experiencia actoral, en la que pasé por un proceso de creación de personaje desde una perspectiva más interna, más orgánica, un entrenamiento muchísimo más riguroso, fue “La maestra” de Enrique Buenaventura, en donde yo era la maestra. Esa para mí es la primera obra de trabajo actoral profundo.

¿Hay pocas mujeres dirigiendo teatro actualmente en Guatemala?

– Sí, hay muy pocas mujeres. Creo que históricamente han habido muy pocas mujeres. De hecho, en la muestra que estoy en este momento en Honduras, es uno de los motivos de hacer el primer encuentro de mujeres centroamericanas directoras. Si hacemos un recuento de la historia de dirección teatral encontramos hombres, hombres por montón, y las pocas incidencias de mujeres no han sido suficientemente fuertes, es decir han montado una o dos obras y tampoco ha habido un trabajo de profesionalización dentro de este rol. 

-Hay muchísimas actrices pero no  muchos actores hombres. Entonces creo que no hay muchas mujeres en el espacio de dirección porque creo que nos hemos interesado más por la parte de interpretación y no hemos obtenido las herramientas disciplinarias de qué es dirigir, que implica ese estudio de dirección, pero eso es en hombres y mujeres. No hay estudio de la dirección por eso es que no entramos muchísimo más  a ese espacio.

Hay directores  hombres, pero eso no significa tampoco que tengan un estudio metódico, sistemático de qué implica ser director, porque en Guatemala no existe ese estudio.

¿Cómo recibió la noticia de ser parte de la Muestra de Directoras de Teatro Centroamericanas y cómo es este espacio?

-Es una oportunidad importantísima que tenemos que tomar como centroamericanas y centroamericanos. Yo creo muchísimo en esa unión centroamericana. Entonces estoy muy contenta, para mí es un honor auténtico. Me sorprendió, me llenó de mucho honor que Inma López, quien es actriz y es productora de Casa del Teatro Memorias en Honduras, me invitara. Yo la conocí el año pasado, ella lleva unos 12 años trabajando aquí en Honduras, en teatro. Me llamó para contarme de esta propuesta, porque Casa del Teatro Memorias ya llevan unos siete años de hacer la muestra centroamericana. 

Todos los años vienen a Honduras diferentes grupos de la región, pero este año a Inma se le ocurrió que podía hacer una muestra en donde hubiera trabajos exclusivamente de mujeres. Lo interesante es que, justamente las directoras que traemos trabajos, abrimos salas de teatro justo en este momento o durante la pandemia, un poquito antes o ahora. Me pareció fabuloso venir a Honduras a representar a Guatemala como una de las directoras guatemaltecas. Yo creo que Casa del Teatro Memorias es del mejor teatro que podemos tener en Centroamérica. Que me llamen y me inviten para presentar en su sala un trabajo mío, cuando yo he visto trabajos de ellos, que son de una calidad excelente, es un honor gigante.

Fotografía: Martin Cálix

¿Qué ha pasado hasta el momento en la muestra?

-Esta muestra está constituida por cuatro grupos dirigidos por mujeres, entonces cada semana viene un grupo, presenta sus obras y se va. También hay un conversatorio con las directoras, la idea es que el público vaya teniendo contacto con las diversas propuestas que están teniendo en este momento las directoras de Centroamérica, cada semana un país.

¿Cómo estuvo la presentación de Guatemala?

-Estamos felices. Nos fue muy bien. Estábamos muy a la expectativa porque somos  conscientes que el público de esta sala ya tiene formación teatral. Ellos ya han consumido teatro y  son críticos. Ya saben de teatro porque las obras que se presentan aquí son de un alto nivel técnico.  En Guatemala no tenemos ese público en ninguna sala. Después nos damos cuenta que tenemos una recepción muy positiva, la gente todavía entiende a Guatemala como una referencia de creación artística y creo que eso nos sorprendió muchísimo.
En cuanto la gente se enteró que íbamos a estar acá, vinieron a comprar entradas y a comentar.  La gente se fue muy contenta. Vinieron los de la Escuela Nacional de Arte Dramático de Honduras y hubo un chico que se acercó a mí y me dijo, “justamente estaba hablando con un profesor, porque en la escuela nos están preguntando qué tipo de teatro quiero hacer y yo le estaba dando vueltas, y ahora que vengo a ver esta obra, ya se lo que quiero hacer, quiero hacer algo como eso. Ya tengo palabras para entender qué es lo que quiero hacer”. Nadie es profeta en su propia tierra, aquí es un amor, un respeto gigante que no  lo solemos tener en Guatemala. La obra fue recibida maravillosamente, hubo suficiente público, la gente la disfrutó de principio a fin, porque la obra es de humor. Inma también  ha recibido mucha buena crítica de la obra. 

¿Cuál es la situación del teatro actualmente en Guatemala?

-Estamos pasando por un momento de alta evaluación, más bien de diagnóstico. La evaluación fue durante la pandemia. Tuvimos dos años para evaluar cómo venía el teatro como estaba en ese momento y hacia dónde iba el teatro. En este momento que estamos regresando a los espacios presenciales, creo que ya se nos está dando un diagnóstico y es un diagnóstico bastante negativo, no quiero ser pesimista ni alarmista ni decir que no hay teatro, no. Yo sé que sí hay, pero respecto a la pregunta, si lo tomamos como un cuerpo, y el diagnóstico a mi parecer es una falta altísima de tecnificación, una falta muy alta de profesionalización y tenemos un alto grado de dogmatismo dentro del teatro.

-Ese diagnóstico nos lo arrojó la pandemia. Veo que nuestro teatro se ha quedado detenido por algunos años, después de que tal vez hubo un momento. Yo recuerdo que cuando era estudiante hubo muchas propuestas y grupos con investigaciones o propuestas muy interesantes, podrían no ser de mi gusto, pero eso es otra cosa. En este momento tengo la percepción de que no hay un movimiento real, no hay un movimiento teatral de verdad, lo que hay es un montón de individuos tratando de hacer teatro desde la no tecnificación, desde la improvisación, y que ahora que regresamos a los espacios presenciales solo se evidenció más, porque pareciera solo nos detuvimos en el tiempo, solo fue una pausa. Mientras que esos dos años pudieron haber servido para investigar, formar lazos, generar nuevas dramaturgias. Yo tengo la esperanza que después de este bache tengamos que resurgir.

Foto: Martin Cálix

Para terminar esta entrevista, podría contar una anécdota sobre hacer teatro en Guatemala.

-Yo siempre quise ser actriz y me empeciné hasta el último momento en que yo quería actuar, no dirigir. Me gustaba la dirección pero mi corazón completo estaba en la actuación. Yo miro el entrenamiento con los actores y se me van los ojos. Pero también me encanta la dirección. Sin embargo, yo tuve este conflicto desde que empecé mis estudios, desde que estaba en la escuela, yo quería dirigir y actuar, siempre estaba en los dos espacios. Resulta que una vez no terminada de tomar la decisión de si dejaba de ser actriz, porque yo creo que si voy a ser directora tengo que dedicarme a esto y especializarme, no puedo estar haciendo 20 cosas al mismo tiempo. En ese momento no lo tenía claro. Me metí a autodirigirme, el peor error. 

-Yo me dirigí, fue una cosa terrible. Como yo dirigí mi escena y ponía cosas en escena para donde moverme, era así como el Chavo del ocho. Al final, cuando ya presentamos eso ante el público, yo no dudo que haya sido una catástrofe porque no tenía una visión ni de directora ni de actriz porque estaba haciendo las dos. Lo peor es que era un monólogo, esa vez hicimos la presentación y yo estaba en escena pero estaba pensando, “¿será que me moví donde yo misma me había dicho, será que la luz me está dando, será que me están escuchando?”, todo eso estaba pensando  en escena, por supuesto fue un fracaso total. Esa anécdota me sirvió para entender: o sos actriz o sos directora. Y finalmente me decidí por la dirección. 

Aunque la pandemia de COVID-19 hizo que el teatro cerrara sus puertas, la directora guatemalteca trabajó con el director Aníbal Tubac y el videoescenista Henry de Paz en la compañía artística Midas para abrir la sala de teatro Prometeo en zona 1 de la ciudad de Guatemala. Un proyecto que iniciaron en octubre de 2021 y finalmente lograron abrir hace un mes con la temporada de “Idiotas contemplando la nieve”. Además, tienen dos montajes en proceso, porque la idea no solo es alquilarla a otros grupos sino mostrar sus propias propuestas. Entre sus planes también se encuentra crear una academia de teatro para enseñar actuación teatral.