RUDA

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El sistema está hecho para que nos maten, porque no nos cuidan

Fotografía: Ketzali Awalb'iitz Pérez Pérez

Compartimos el testimonio íntegro de un mujer que narra su experiencia fallida al buscar justicia en el Ministerio Público.

Hace dos meses, con miedo, me atreví a hacer mi denuncia sobre mi agresor al MP. Primero que todo, la denuncia debe ser colocada, de preferencia, en la fiscalía de la mujer cercana a tu domicilio.

La mía me quedaba lejos, teniendo en consideración que tengo el privilegio de contar con carro. En este punto, agradezco a la Procuraduría de la mujer, quienes me brindaron apoyo y orientación para realizar mi denuncia y quienes me darían seguimiento al tener mi denuncia del MP.

Al llegar al MP (MAI) tuve que esperar media hora ya que no estaban las encargadas. Para esto, me tuvieron que chequear en enfermería ya que me dió un ataque de pánico. Agradezco infinitamente, a la doctora de turno quien fue súper especial y empática al ayudarme.

Al ingresar, para hacer mi denuncia siempre hay dos personas, quien emite la denuncia y una psicóloga. Se me explicó la pena máxima en años de cárcel por cada uno de los tipos de violencia, en caso así lo dictaminara un juez. Me hicieron dudar mucho…

Me contaron cómo,en varias ocasiones, las mujeres se arrepentían de meter presos a sus agresores. De todas las formas en que fui violentada, quise denunciar dos pero me hacían el énfasis en las repercusiones penales y del tipo de evidencia que tenía que tener.

Después de dos horas, me puse a llorar y les dije “no puede ser posible, que yo me encuentre aquí sintiéndome culpable de lo que le vaya a pasar penalmente a alguien que casi me mata. Él no lo hubiera pensado dos veces, yo ya no estuviera aquí, de no haber Sido por un policía…

Él sale ganando de todas las formas, yo no puedo tener algo que me respalde de todo de lo que fui víctima y no me merezco sentir esta culpa y sé que él me hará daño de otra manera”. Me fui con las manos vacías; sin denuncia y sin justicia.

Llegué a una ONG que me ayudó mucho en la parte psicológica, de aquí salí decidida y con el pensamiento de que YO NO SOY RESPONSABLE DE LAS ACCIONES DE MI AGRESOR y que las consecuencias son, por sus actos del cual él es el único responsable. Ya no quería ir al MP.

Fui a Fundación Sobrevivientes para solicitar ayuda, ya que me habían dicho que si en el MAI no me tomaban la denuncia podía ir aquí. Perdí mi tiempo, ya que me indicaron que ellos no toman denuncias en la capital y que me podían ayudar de otra manera. No me quedaba de otra…

Regresé al MAI, esta vez decidida. “Quiero hacer mi denuncia, ya sé los cargos no me los deben de repetir, sólo tomen ni denuncia”. Y ahí, nuevamente, me paran en seco. ¿Qué pretende ud con esta denuncia? Pedir justicia. Y ahí, se empieza a desmoronar todo nuevamente.

Que si el tiempo, que el juez, que la pruebas que … Todo. Bueno pues, entonces un resarcimiento por los daños causados hacía mí persona, no sé algo… Yo no pasé y sufrí esto sin que él tenga consecuencias. La respuesta fue que no iba a obtener nada, lastimosamente.

Ni un antecedente de que si a mí me llega a pasar algo, él es el responsable. Salí con regaños porque no pude hacer la denuncia cuando él me asfixió porque su mamá no me lo permitió. Que yo soy dueña de mi cuerpo y mis decisiones y que no tenía que haberle hecho caso a mi suegra.

Creo que quien no ha estado al borde de la muerte, en estado de shock, con un dolor insoportable porque casi me quiebra el brazo pretenda que uno pueda pensar con claridad y tomar decisiones… Definitivamente, no ha estado en esa situación. Ojalá lo hubiera podido hacer.

En su momento, para no estar mendigando una justicia que me pertenece. Le dicen a uno, salga adelante con su hija, UD es joven y no necesita de nadie más. Trabaje. Cuando mi hija necesita cuidados especiales y por eso no he podido laborar en 6 años.

Yo sé que puedo salir adelante, yo sé lo que debo hacer. Yo sólo pedía que esta persona pagara el daño que me ha hecho y cómo me destruyó la vida. Me fui con una desestimación por presunta violencia intrafamiliar y medidas de restricción que debía solicitar a un juzgado de paz.

De 12 pm a 2 estuve en el MP. De 3 a 7:30 pm estuve sentada esperando unas medidas de seguridad. Habían dos chicas detrás de mí, una venía conmigo desde el MP. A las 5 pm, ambas desistieron de esperar sus medidas. Dos mujeres que pretendían ser cuidadas y prevenir una desgracia.

Se fueron con las manos vacías. Una, con la incertidumbre si iba a encontrar sus pertenencias y sus hijos al regresar, mientras perdía el tiempo sentada esperando. Yo me fui a las 7:30 con las manos vacías, esperando entre reos y policías, con una lluvia torrencial.

Un juez me dijo que no me fuera y yo qué hacía si ya no podía dejar más tiempo a mi hija. Cuando yo salí, habían 3 familias enteras esperando afuera bajo la lluvia, no sé por qué. Justo cuando me fui, hubo 3 apagones y mi mamá me dijo “te imaginas vos sola con reos y polis sin luz”.

Esa exposición tan grande por unas medidas de seguridad, que no sé qué tanto vayan a servir”. Hasta ayer, pude regresar por mis medidas, las cuales YO SOY RESPONSABLE de irlas a dejar a las estaciones de policía cercanas a mi casa y a las de mi agresor para que le notifiquen.

Fui a 3 estaciones porque ninguna cubría mi área y no me sabían decir cuál estación me correspondía. Yo tuve la facilidad de ir porque tengo carro ¿Y las que no? Yo me pude quedar 5 horas esperando unas medidas y me fui sin nada ¿Y las que no pudieron esperar? El sistema te hace pasar por un calvario y desgaste emocional…

Entre los señalamientos de qué y cómo debiste de haber actuado. De que en vez de poner denuncia “salí vos adelante como podas porque sos autosuficiente”, en sentir culpa de cómo “podés dañar” penalmente a quien te hizo daño. En el ir y venir a todos lados y que no te ayuden.

Que no hay un sistema integral dónde la víctima no tenga que ser la responsable de comunicar a entidades las medidas que solicita para que sea eficaz y funcional. ¿Cuántas mujeres se quedan en el proceso y terminan muertas?

En este país, es más fácil encunetarnos que protegernos.