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El cabello como parte de nuestra identidad

El cabello suele ser sujeto de críticas y burlas que ponen de manifiesto una sociedad con poco respeto por lo peculiar. Foto: Violeta Cetino

Desde tiempos remotos la humanidad le ha otorgado al cabello distintas connotaciones, muchas de estas descritas en leyendas mitológicas y libros religiosos. A pesar del avance de las civilizaciones y del tiempo transcurrido, muchas de estas siguen vigentes a través de prejuicios y normativas que pisotean la dignidad e identidad de las personas.

Por Violeta Cetino

“Soy la doctora Lucrecia Peinado. Siempre digo que ya no me tengo que peinar porque ya estoy peinada, pero tengo el pelo corto, bastante corto, recibo un poco de críticas machistas porque está muy corto y se espera que las mujeres tengamos el pelo largo, por cliché…”, expresó la primera dama de la nación antes de iniciar el discurso inaugural en un conversatorio sobre la agenda legislativa de las personas con discapacidad, a inicios de agosto.

Sin embargo, la primera dama no es la única persona que ha estado expuesta a críticas y prejuicios con respecto a la manera de portar el cabello.

Ximena Paiz Azurdia es una chica de 15 años y describe su cabello como “loco e imposible de peinar”. Como muchas personas con ascendencia africana, ella tiene un cabello afro, del cual, según dijo, se siente muy orgullosa. Sin embargo, los prejuicios sociales ante lo que luce diferente han estado presentes en su vida. “Mucha gente me dice que por qué no me lo plancho, que sería más fácil de arreglar, pero a mí me gusta mi cabello tal y como es”, aseguró.

La bisabuela de su mamá era garífuna, de Livingston, Izabal, y de su descendencia ella es la última persona, de las últimas generaciones, que nació con el pelo afro. “Ningún primo o prima, ni tíos o tías nacieron con este cabello, y también de parte de mi papá hubo alguien con ascendencia afro”, comentó para explicar cómo el cabello es un signo de identidad que representa la historia y la pertenencia étnica de cada persona.

También contó que es la única en su escuela con el pelo afro y la única con ascendencia garífuna. “Cualquiera podría encontrarme en una multitud solo viendo el pelo de la gente, ya es algo mío, un distintivo único”, dijo.

Pero Ximena también ha debido enfrentar opiniones irrespetuosas de parte de algunas compañeras de su clase o de la misma colonia donde vive. Me han dicho ‘¿Por qué no te peinás?’, o una señora me dijo que qué hacía yo para que mi pelo tuviera esta forma, y al explicarle me dijo que no se veía bien”.

A pesar de las constantes opiniones negativas respecto a su cabello, Ximena ha aprendido a enfrentarse a estas, amándolo como parte de su esencia. “Si a ti no te gusta, no importa, lo importante es que me guste a mí”, responde cuando las escucha, pero no siempre fue así.

Contó que de niña lloraba cuando veía que sus demás compañeras llevaban peinados que ella, por la naturaleza de su cabello, no podía portar.

Cuando cursó la primaria, recordó que los niños mayores le decían que “parecía un niño con falda”, porque su cabello era corto. Por esa razón Ximena nunca tuvo amigos, solamente una amiga, porque nadie quería jugar con ella. “En el recreo comía con la directora”, recordó. Con la llegada de la pandemia, ella culminó la primaria en clases virtuales, y su retorno a clases presenciales fue cuando ya estaba en el ciclo básico, fue allí cuando sus compañeras de clase reconocieron su cabello con respeto y elogios, “quizá porque ya eran un poco más maduras”, aseguró.  

La escuela y la normativa sobre el cabello

En el 2011 el Ministerio de Educación emitió el acuerdo ministerial 01-2011, Normativa de convivencia pacífica y disciplina para una cultura de paz en los centros educativos, publicado en el Diario de Centro América. Según este acuerdo, en su artículo 14. Arreglo y presentación personal, tanto estudiantes como el personal que labora en la escuela, deben cuidar de su apariencia personal respetando las normas establecidas por la dirección. “El aspecto físico no debe contravenir el orden público”, cierra el artículo, dejando a disposición de quienes dirigen las escuelas los reglamentos sobre cómo se debe presentar el cabello.

De acuerdo con Johan Contreras, director de la Escuela Oficial Urbana Mixta No. 71 Franklin Delano Roosevelt, “el reglamento interno de la escuela solo menciona que se debe tener un cabello con un corte adecuado y peinado, más no indica un estilo específico”. Añadió que en la escuela que dirige, se apoya que los niños expresen su individualidad según el criterio de madres y padres de familia, pero que siempre deben llevar el cabello corto.

Contreras indicó que un “apropiado” corte de cabello en la escuela refleja una imagen positiva y muestra que el estudiante se preocupa por su apariencia, generando una buena impresión, tanto en maestros y maestras, como con sus compañeros y compañeras.

“Nuestra escuela tiene reglas sobre la apariencia personal, incluyendo el corte de cabello. Seguir estas normas fomenta la disciplina y el respeto por las reglas, aspectos importantes en la formación educativa”, aseguró el director, exponiendo, entre otras razones, que es importante presentar el cabello corto por higiene, aumento de la confianza y autoestima y reducir las distracciones, pues “un corte de cabello sencillo y adecuado puede minimizar distracciones, tanto para el estudiante como para los demás, permitiendo que se concentren mejor en sus estudios”.

En esta escuela cuentan con jornadas de cortes de cabello gratuitas para los chicos que así lo deseen, y para tener acceso a estas, madres y padres de familia deben llenar un formulario de autorización.  Los cortes son realizados por practicantes del Instituto Técnico de Capacitación y Productividad (Intecap).

La antropóloga dominicana e investigadora especializada en estudios etnográficos, en su artículo Peinados, disciplina y centros educativos, explicó cómo el peinado o arreglo del cabello es uno de los motivos principales de sanción y represión hacia la población femenina y masculina en los centros educativos, tanto públicos como privados.

Expuso que los fundamentos culturales que promueven este ejercicio disciplinario se basan en un modelo militar de ejercicio de la disciplina en el sistema educativo. “La revisión de peinados es un reforzamiento del modelo autoritario presente en los cuerpos militares en los que no existe ejercicio de derechos y libertades”, manifestó.

También identificó un enfoque de la disciplina desde matrices culturales autoritarias y violentas, “que desconocen los derechos de la niñez y adolescencia y el respeto a la diversidad”.

Y un ejemplo que respalda esta postura es el de Costa Rica, un país sin ejército desde 1948 que cambió el reglamento sobre las disposiciones del cabello. En agosto del 2020 el Ministerio de Educación Pública del país centroamericano ordenó la revisión y corrección de los reglamentos internos para permitir que las y los estudiantes decidan qué corte, largo y estilo de cabello presentar.

Guiselle Cruz, entonces ministra de Educación de Costa Rica, manifestó que el cambio obedeció al respeto a los derechos fundamentales de libertad, dignidad de la persona, autonomía e integridad física, respeto, tolerancia y libre desarrollo de la personalidad.

Si estas disposiciones fueran aplicadas al sistema educativo de Guatemala, la directora de la escuela donde estudia Ximena no le habría pedido que se presentara a estudiar con el cabello recogido, aún con la “justificación” de que iba a obstruir la vista de las compañeras que estaban atrás del salón. Por su naturaleza, el cabello afro cuenta con mucho volumen y al crecer, lo hace hacia arriba.

Ximena rememoró que esta solicitud le fue hecha aún cuando ella era la última estudiante de la fila. “A partir de eso y para evitar problemas, empecé a hacerme una cola, pero por la presión que este accesorio hacía en mi pelo, se me irritaba el cuero cabelludo”, dijo.

También reconoció un signo de discriminación en esta solicitud, porque no se le exigía a ninguna otra niña que llevara el cabello recogido, por lo que Ximena cuestionó a la directora, “Si mis compañeras pueden usar el pelo suelto, ¿por qué yo no? Y me respondió que no, porque mi cabello no era como el de mis compañeras”.

De acuerdo con la primera dama, Lucrecia Peinado, el control del cabello sobre la niñez y adolescencia en los centros educativos es una forma de inhibir que chicos y chicas expresen su propia personalidad y temperamento, por lo que debería tomarse en cuenta sus opiniones. “Entiendo que hay muchas situaciones que podrían sugerirse o generar rangos bastante flexibles si quieren cuidar la imagen personal, pero debería de tomarse en cuenta la opinión de los propios niños y niñas… Hay que hacerlos partícipes de estas decisiones, conocer qué piensan, qué quieren, concientizar y llegar a un consenso, no una imposición”, opinó.

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Luz Salazar es una maestra y psicóloga clínica de 41 años, además de ser la directora de un centro holístico educativo para niños y niñas, inspirado en las metodologías Waldorf y Montesori.

Estas metodologías respetan la personalidad de las niñas y los niños, les deja ser y tomar decisiones sobre algunos aspectos de su vida. A decir de Luz, cuando niños y niñas son condicionados sobre su conducta, estos realizan las cosas porque las deben hacer, no porque las quieran hacer, ocasionando opresión sobre la construcción de su personalidad.

Una de las justificaciones para controlar el largo del cabello de los niños varones, o el peinado de las niñas, tiene relación con la higiene. Se considera que un cabello recortado representa más limpieza, al igual que un cabello recogido. Sin embargo, Luz indica que la higiene viene de casa y que en la escuela se refuerzan los hábitos, haciendo énfasis a estudiantes  sobre el cuidado, no solo del cabello, sino de todo el cuerpo, pero también el cuidado de los pensamientos y las emociones. “A través de la inteligencia emocional empoderamos a los niños (y niñas) con herramientas de autoestima y del cuidado del cuerpo”, argumentó.

El cabello es un signo de identidad, un elemento importante para la construcción de una autoestima sólida. “Cuando un niño (o niña) decide sobre su cabello y su cuerpo, sobre lo que se quiere poner, eso lo empodera, fortalece su autoestima. Vivimos en una sociedad donde queremos educar a pequeños adultos, cuando ellos no son adultos, son pequeños.  ¿Por qué no darles el beneficio de decidir cómo se quieren vestir y peinar?”, cuestionó la maestra.

También comentó que en el centro educativo que dirige hay niños que les gusta llevar trenzas en el cabello, otras niñas a quienes les gusta estar bien peinadas y otras, con el pelo suelto o despeinadas. “Los niños (y niñas) están formando su personalidad y si les damos el poder y el beneficio de que puedan decidir sobre su cabello, sobre su aspecto, eso es empoderarlos de una manera positiva. Elegir es empoderar al niño y eso es trabajar en su autoestima”.

De acuerdo con Luz, la forma en que niños y niñas deciden cómo llevar su cabello a la escuela o colegio no influye en el desarrollo de la educación, ni en los procesos cognitivos que se requieren para aprender, por lo que no tiene sentido condicionar a las y los estudiantes sobre cómo llevar su cabello. “¿A dónde quieren llevar a los niños? Se requiere de más libertad en el sistema educativo y que los niños tomen decisiones sobre algunos aspectos de su vida”, determinó.

El chico del pelo largo

Sebastián Donis tiene 23 años y es estudiante de agronomía.  Su lisa y negra cabellera cae sobre sus hombros, misma que dejó crecer cuando egresó del colegio.

Comentó que una de las razones por las que decidió llevar el pelo largo es porque debido al remolino que posee, al cortárselo, el pelo se levantaba en esa área. “Cuando estaba en el colegio y me mandaban a cortarme el pelo, sentía incomodidad por esa razón”, recordó.

Sebastián considera que es importante decidir por sí mismo el estilo del cabello, porque a través de este se puede manifestar la personalidad y el gusto estético que se posee. “El pelo también puede resaltar la cara de alguien, o combinar con tu ropa, tu estilo y con todo lo demás”.

Él ha dejado crecer su cabello hasta la espalda baja y aseguró que nunca ha recibido un comentario negativo de forma directa, pero que en ocasiones lo han confundido con una mujer. “Una vez unos señores me gritaron “¡Princesa!”, cuando me vieron de espaldas, pero no me importó”, dijo con una sonrisa.

También opinó que las personas deberían de limitarse a opinar sobre la apariencia y el cabello de las demás personas. “Como el pelo es algo que crece con el tiempo, es modificable, ante los ojos de los demás, el criterio también puede ir cambiando, es algo momentáneo, por eso no veo necesario juzgar a través de eso”, enfatizó.

Narró que en una ocasión llegó de visita a su casa un amigo de la familia, una persona de la tercera edad. Él le dijo que le gustaba su pelo, que le recordaba a un hijo o nieto, que le gustaba cómo se veía.  “Me impresionó porque las generaciones pasadas es más probable que te juzguen por la manera en que llevas el pelo, pero lo que él dijo significa que hay quienes sí pueden cambiar su perspectiva con el tiempo”.

Sebastián indicó que muchas personas asocian el cabello largo con ser mujer, pero que los hombres también pueden dejarlo largo sin que eso signifique otra cosa más que tenerlo largo. “Un día, al salir de la universidad, un chico me vio con la boca abierta y al pasar de mí dijo en voz alta, ‘Pensé que era mujer’”.

Además, él ha escuchado que el cabello largo no solo se relaciona con ser mujer, sino con ser metalero (que gusta del género heavy metal) o drogadicto. “Aunque me gusta el heavy metal, no por eso me lo dejé largo. No le pongo atención a los comentarios, como es gente desconocida la que emite esas opiniones y puede que nunca las vuelva a ver, no tienen ninguna importancia para mí”, finalizó.

La estilista del cabello afro

En la Sexta Avenida del Centro Histórico de la ciudad de Guatemala hay un lugar, a la altura del parque Enrique Gómez Carrillo, popularmente conocido como Parque Concordia, que ha sido tomado por mujeres garífunas que se dedican a estilizar el cabello con sus peculiares peinados afro.

El cabello afro es un distintivo de las mujeres garífunas o con afrodescendencia.  Crédito: Violeta Cetino

Allí trabaja Berta Gamboa, una mujer garífuna de 28 años, quien trabaja como estilista de cabello afro.

Berta asegura que ama su trabajo. “Desde niña aprendí a trenzar, desde los seis años. Mi mamá no me podía comprar una muñeca para practicar, pero cerca de mi casa habían muchos pastos, entonces yo trenzaba los pastos porque me encantaba ver cómo mi mamá ganaba dinero con eso”. Contó que al principio le interesaba trenzar para obtener dinero, pero después le tomó gusto y amor a lo que hace.

El cabello afro requiere de cuidados especiales. Ximena aseguró que tiene una rutina especial de peinado, el cual consiste en humedecer el cabello y aplicar por secciones una crema con la que acondiciona el pelo, para enseguida peinarlo con un peine de dientes abiertos. Finalmente lo acomoda para que las secciones vuelvan a unirse.

De acuerdo con los datos de la Organización Negra Guatemalteca (Onegua), en Guatemala viven más de 17 mil garífunas, dentro de los 17 millones de habitantes totales del país. “Se requieren ciertos conocimientos para el manejo de este cabello: volumen, corte, textura”, afirmó Berta, y asegura que debido a  que en Guatemala no hay mucha gente garífuna o afrodescendiente, encontrar a una estilista que conozca cómo cortar o tratar estos tipos de cabello, es muy difícil.

Respecto a cómo el cabello representa la identidad de cada persona, Berta dijo que su cabello la identifica como mujer garífuna. “Es bonito, pero a la vez un poquito enredoso. Es un cabello que llama mucho la atención; cuando las personas no han visto nuestro pelo, a veces lo quieren tocar, me preguntan si es mi pelo o si uso peluca, y tocan hasta el cuero cabelludo para comprobar lo que les digo”.

A pesar de sentirse orgullosa de sus raíces afro, Berta también mencionó que en ocasiones ha recibido burlas  o comentarios despectivos sobre su pelo. “Las personas que no conocen de nuestro cabello se ríen y dicen ofensas, pero no les doy importancia  porque sé quién soy y de dónde vengo. Además, mi cabello es caro, porque para tener un cabello así hay que tener capacidad de cuidado, conocimientos, cremas y otros artículos que son caros”.

Según contó, en Livingston es muy común que las niñas vayan a la escuela con el pelo trenzado y que los niños varones tengan el cabello largo, sin que esto represente ningún motivo de sanción.

Berta trabaja en la capital desde hace 10 años, porque en Livingston no existen fuentes de trabajo, dijo. También se ha desempeñado en otras labores y su cabello nunca ha significado un impedimento para trabajar, “pero si llegara el momento en que me marginaran por eso, yo no lo aceptaría, pues yo nací así y es algo que nadie puede cambiar”.

Indicó que ama su cabello, “Mi cabello es rebelde y a veces no le tengo paciencia, pero cuando voy a una discoteca me lo dejo bien bonito y llama la atención, es hermoso. Tengo un lunar de canas en medio y eso más llama la atención”.

Aconsejó a quienes han sido reprendidas y reprendidos por su corte de cabello o peinado, “No se sientan mal, ese cabello que ustedes tienen es valioso. Siempre el autoestima arriba, que nadie logre derribar ese amor propio”, puntualizó.