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¿Dónde queda Guatemala en la lucha por el aborto?

Al enterarme sobre la despenalización federal del aborto en México, frente a mis ojos no vi más que esperanza. Comprendí que Guatemala y sus diversos feminismos están en camino  hacia garantizar la salud sexual y reproductiva. En el libro Marea Verde y El Derecho al Aborto, las autoras María Fernanda Telléz Girón García y Tania Gonzáles Kazén, señalan que el aborto no debe ser un dilema ético o moral, sino un asunto de justicia y bienestar público. El libro además expone la estrecha relación entre el Estado y la estigmatización de los derechos de las mujeres, tejiendo falsos argumentos que rodean la interrupción del embarazo y los roles de género impuestos por la visión heteropatriarcal.

Este libro pinta un retrato político de la situación de la salud sexual y reproductiva en México, pero las compañeras mexicanas ya marcaron un momento importante al lograr la despenalización del aborto a nivel federal. Según un artículo de Beatriz Guillén titulado La Suprema Corte despenaliza el aborto en México a nivel federal, la organización feminista Grupo de Información en Reproducción Elegida (Gire) consiguió que el Código Penal Federal mexicano reconociera que criminalizar el aborto viola los derechos humanos de las mujeres y personas con capacidad de gestar, lo cual representa un avance significativo. Las Instituciones Federales de Salud ahora están obligadas a brindar servicios de interrupción para toda la población. Con toda esta información, me pregunto: ¿Dónde queda Guatemala?

En el artículo 133 del Código Penal de Guatemala se define el aborto como la “muerte del producto de la concepción en cualquier momento de la preñez”. Pero si tomamos la definición construida por las compañeras feministas, el aborto se convierte en un derecho fundamental en el ámbito sexual y reproductivo de las mujeres y personas gestantes, como también lo es la libertad de decidir si desean o no tener hijxs. En este tema se entrelazan los derechos humanos y la salud pública.

Una investigación del Guttmacher Institute dictamina que por cada mil mujeres en edad reproductiva (15-49 años de edad), son realizados 24 abortos cada año en Guatemala. Estos son procedimientos inducidos o practicados por profesionales no capacitados. 

Estas cifras revelan la necesidad de una ley que garantice el acceso a asuntos de salud pública, como la interrupción del embarazo, y coloque el foco de atención en aquellas mujeres que son vulneradas en estos espacios. 

Tenemos que observar también la situación de los embarazos infantiles. Conocemos que Guatemala está presente entre las estadísticas más altas por violaciones y embarazos en niñas y jóvenas y  que el suicidio ha sido un factor presente como solución a quienes se les estigmatiza socialmente y no son apoyadas por su familia o por el Estado.

A lo que reitero, ¿dónde está la protección a la niñez por la que el Estado tanto vela? Nuevamente nos vemos sumergidas en la indignación constante, donde las leyes no están hechas para las personas que las necesitan, sino que están manipuladas por un cúmulo de títeres que no conocen estas realidades.

Sin embargo, las movilizaciones sociales están presentes. Por ejemplo, el 29 de septiembre, las jóvenas organizadas movilizaron a sus compañeras, allegadas y simpatizantes en la lucha por el derecho a decidir sobre sus propias cuerpas. La sexta avenida resonó con consignas que exigían un Estado más justo y políticas públicas que protejan a niñas, jóvenes y adultas, garantizando una mejor salud reproductiva y sexual. Además, abrieron espacios de diálogo y reflexión para cuestionar las políticas implementadas por el Estado en la construcción de leyes públicas. 

Considero esto necesario para desarrollar un cambio y visibilizar las vivencias de lasmujeres, jóvenas y niñas que han sido traumáticas de enfrentar, sobre todo para aquellas que han muerto en el proceso y su voz ya no puede ser escuchada.

Guatemala no se queda atrás; estamos en movimiento, inspiramos y gritamos por aquellxs que ya no pueden hacerlo ante el Estado. Continuamos luchando hasta con los dientes por un aborto que cumpla con los cuatro pilares esenciales: disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad, para todxs y desde nuestros propios espacios. Anhelo el día en que podamos celebrar junto a nuestras compañeras mexicanas por la despenalización del aborto y la creación de instituciones públicas que protejan nuestra independencia y seguridad sobre nuestras cuerpas.