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Berta Cáceres vive en las luchas del cuerpo-territorio de Abya Yala

Fotografía: Ámbar Morales

Por: María Alejandra Escalante

Aunque Berta Cáceres no está más aquí, su legado vive en los movimientos por la defensa territorial y de derechos humanos de nuestra región. Berta fue la cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), una organización de base que articula pueblos originarios y movimientos sociales en su país para la defensa de sus territorios ante megaproyectos extractivistas de hidroeléctricas, minería y tala ilegal de bosques. Hoy en día, el COPINH, bajo la coordinación de su hija Bertha Zúñiga, continúa este legado y sigue trabajando para fortalecer la educación popular, además de poner en marcha una red de radios y huertas comunitarias. Berta perteneció al pueblo indígena Lenca, comunidad originaria que guarda una relación íntima con el agua, elemento vivo que transmite la memoria ancestral de sus antepasados y la sabiduría para guiar la lucha por sus territorios.

Considerada guardiana de los ríos, Berta fue asesinada la noche del 2 de marzo de 2016 en su casa, en La Esperanza, después de intentos de persecución y difamación, en un crimen cometido contra su liderazgo en la resistencia de su pueblo contra la construcción de una represa hidroeléctrica en el río Gualcarque, en el occidente de Honduras. Las investigaciones han recopilado pruebas que muestran que los asesinos actuaron por orden de una de las familias más poderosas del país que estaban en la administración de la empresa de energía. Algunos de los hombres acusados de planear y ejecutar su muerte ya han sido juzgados y condenados. Pero los autores intelectuales del crimen siguen libres. Para el COPINH, la justicia para Berta solo se habrá logrado cuando todos los involucrados hayan sido procesados.

Los cinco años de su asesinato, cumplidos la semana pasada, iniciaron una campaña internacional llevada a cabo por COPINH para presionar a las autoridades hondureñas. La muerte de Berta no es un hecho aislado: en este momento, América Latina tiene la tasa más alta de desaparición de defensores y defensoras ambientales y de derechos humanos en el mundo. Para lxs activistas socioambientales de la región, nos remueve recordar que la muerte de nuestra compañera Berta ocurrió apenas seis días antes del Día Internacional de la Mujer – el 8M – una fecha importante en el calendario feminista en la que nos movilizamos para enfatizar nuestros derechos a estar vivxs, al territorio, a nuestros cuerpos, a luchar con seguridad.

La relación extractivista entre cuerpos y ecosistemas guiada por el capitalismo y el patriarcado nos está llevando al colapso a múltiples niveles – económico, político, social y ambiental. La crisis climática no es un problema del futuro, sino una realidad. Los mares están subiendo, las sequías y lluvias son impredecibles y más prolongadas. La pandemia del covid-19 ha expuesto la drástica falta de un actuar colectivo y que se ve representado en las muertes, la desigualdad, el hambre y la violencia que siguen recibiendo los cuerpos de mujeres y personas no binarias. La mayoría de los gobiernos de nuestra región, liderados por hombres blancos y conservadores, además de sus tendencias autoritarias y su falta de compromiso con los derechos humanos y la justicia social, son incompetentes para enfrentar este momento de crisis. Necesitamos urgentemente una nueva ética de gobernanza basada en la solidaridad, el equilibrio, el cuidado colectivo y la armonía con nuestro entorno.

Para este 8M, por lo tanto, hablemos y recordemos a Berta, de quien tenemos tanto por aprender. Como jóven ecofeminista colombiana, trabajando con FRIDA | El Fondo de Feministas Jóvenes para apoyar a los movimientos feministas jóvenes organizándose por la justicia socioambiental en América Latina y otros países del Sur Global, estuve en diálogo y reflexión colectiva con otras defensoras ambientales y de derechos humanos de Centroamérica, incluyendo a Bertha Zúñiga. Se suman a esta conversación Ámbar Morales, de Honduras, quien también convivió junto a Berta durante su niñez, Daniela Cortés de Costa Rica y Marilin Cabezas de El Salvador. Las tres son jóvenes ecofeministas y asesoras en FRIDA en donde nos ayudan a identificar caminos y desafíos para los movimientos en la región. Hablamos sobre el legado de Berta, las dificultades del contexto ante las crisis climática y ambiental, los riesgos que enfrentamos en la defensa de los derechos humanos y lo que es necesario hacer para apoyar la construcción de alternativas en donde podamos finalmente florecer. A continuación compartimos el resultado de esta reflexión. La memoria de Berta Cáceres vive en cada una de estas palabras.

Ilustración: Marilin Cabezas

La defensa del territorio camina con la defensa de la identidad

Berta Cáceres nos enseñó que todo pueblo que defiende su territorio, también defiende su identidad y su existencia. En el contexto de su país, su hija Bertha nos comparte que todo el tiempo hay comunidades organizándose para defender sus territorios contra intereses extractivos, y que los procesos de reconocimiento de la posesión de la tierra por los pueblos indígenas es algo que ha estado históricamente en deuda y que aún no ha sido resuelto.

Tras la muerte de Berta, el COPINH reafirmó fuertemente su disposición para esta lucha al margen de todas las circunstancias de inseguridad expuestas por el crimen. Para materializar su pensamiento y legado, su hija cuenta sobre los objetivos de la organización que ahora coordina: “Buscamos construir el proyecto autonómico del pueblo Lenca y avanzar a materializar espacios más democráticos, más autonómicos, de justicia”. Ella destaca que, para esto, es esencial fortalecer la capacidad que el COPINH tiene de visibilizar la articulación entre el poder transnacional de las corporaciones y empresas extractivistas, que, apoyadas por el sector financiero y la complicidad de los gobiernos, ejercen una militarización sobre los territorios y los cuerpos.

Foto: laprensa.hn

La violencia acaba por hacerle eco a las voces de defensorxs

La persecución que viven los defensores y defensoras tiene por objetivo acallar voces disidentes e infundir el miedo en la búsqueda de justicia. Marilin Cabezas, asesorx de FRIDA, apunta que, si los asesinatos de líderes y lideresas del activismo ambiental y de derechos humanos en América Latina intentan intimidar la defensa que se está realizando en los territorios, terminan teniendo el efecto contrario. “Estas muertes van a potenciar el movimiento porque de alguna forma nos hacen que nos unamos más, que pensemos en estas estrategias, que honremos a nuestros mártires, que nos indignemos y que nuestra lucha y rabia sea una forma para organizarse, movilizarse y difundir el mensaje que estas personas llevaban. Es una forma de hacernos decir que, juntxs, no nos van a amedrentar”.

Ámbar, activista feminista, joven hondureña y también asesorx de FRIDA, analiza que a partir del asesinato de Berta, la lucha de defensores y defensoras se hizo más conocida y que a partir de la crisis ambiental que evidencia el riesgo para todxs, a la defensa de los territorios se le están sumando cada vez más personas. “Cada vez nos damos cuenta que ella estaba en lo correcto con su discurso: despertemos humanidad que ya no hay tiempo”, dice ella.

Los activismos feministas comunitarios y territoriales son una tarea colectiva y una oportunidad de acuerparnos como comunidad tanto en la movilización como en el cuidado. La experiencia de Bertha tras la muerte de su madre es profunda y emblemática: “[Estar en la coordinación del COPINH] ha sido mi propio proceso de sanación al poder tener una plataforma de lucha por mi mamá, y de poder saber que muchas cosas las hemos logrado porque no era mi proyecto personal ni el de mis hermanas ni hermano, sino que era un proyecto que fue asumido colectivamente y eso para mi ha sido bien importante y valioso y siempre le agradezco al COPINH y a toda la gente que ha abrazado nuestra lucha”.

Sobre su propia trayectoria como joven activista ante tremendo desafío y reflexionando acerca de las nuevas generaciones de defensorxs, Bertha añade: “[Esta] es una juventud que tiene una gran experiencia de resistencia en la calle, que también está desesperada por transformar la situación económica y política de Honduras (…) Es una juventud que sabe resistir, que tiene claridad de quiénes son los enemigos del pueblo porque nacieron en un momento de mucha polarización social y que hoy se están pensando un Honduras diferente”.

A partir de la lucha de Berta, como generación, tenemos mayor claridad sobre la necesidad de transformar estas injusticias y desigualdad a niveles estructurales para garantizar los derechos fundamentales de todos los pueblos, así como de continuar formando generaciones más jóvenes para que continúen estos procesos en la región.

Foto: izquierdadiario.es

La defensa del territorio también es feminista

Berta siempre tuvo claro que su liderazgo político no era lo único que despertaba un temblor en las estructuras de poder, sino también lo fue el hecho de ser una mujer perteneciente al pueblo Lenca. Las mujeres – particularmente quienes se identifican como indígenas, afros, parte de la comunidad LBTQIA+ y rurales – han sobrellevado una historia de violencia y explotación contra sus cuerpos a cuentas de una lógica patriarcal que nos ha desvalorado. Es por esto que la lucha feminista comunitaria y territorial nos muestra que la protección de nuestras tierras frente a mayor explotación está ligada con la liberación de nuestros diversos cuerpos.

“La emancipación de los pueblos jamás va a existir sin un proyecto democratizador y libertario, y si no hay justicia, participación política, armonía y si no se le da el lugar que corresponde a las mujeres, a los pueblos y a todas sus expresiones diversas (…) Pienso que si queremos destruir este modelo económico que tanto daño hace a los pueblos, vamos a tener que avanzar muy radicalmente hacia el reconocimiento de esos derechos y hacia la construcción de una sociedad menos patriarcal”, dice Bertha.

Para Daniela, el liderazgo de Berta inspira a la red de mujeres rurales en otros países donde también hay luchas muy fuertes contra hidroeléctricas. Berta era la contrapuesta del patriarcado que pone a los líderes como cabeza; ella se formó y habitó los movimientos, y es así que se ha convertido en referencia para activistas que se ven reflejadas en su imagen. “Muchas mujeres que encaran estas luchas y que, al igual que Berta, continúan rompiendo con esa imagen de que los líderes deben ser hombres, nos fortalecen y nos posicionan a nosotras como capaces de defender lo que creemos” nos dice Daniela.

Es por esto que Berta, tanto en vida como después de su muerte, sigue sembrando nuevos activismos que buscan la liberación de todxs quienes hemos estado en las márgenes históricamente y quienes están en este momento creando alternativas de vida coherentes con nuestros ecosistemas.

El cuidado colectivo y la celebración de la vida

Los defensores y defensoras de derechos humanos y ambientales no deberían temer, pues es obligación de los gobiernos garantizar los derechos que salvaguardan sus vidas y libertad para ejercer sus activismos. El asesinato de Berta – junto al de Marielle Franco en Brasil, Samir Flores en México y los cientos de activistas silenciados en Colombia, entre otros tantos casos en la región – no puede ser una realidad a la que debamos acostumbrarnos. “Es una lástima que fuera solo después de la muerte de Berta que se hayan activado mecanismos de defensa para las defensoras [en el país], aunque sí ayudaron a salvarle la vida a muchas (…) y no hubo tantas Bertas como pudo haber habido”, dice Ámbar.

De la muerte de Berta Cáceres estamos aprendiendo sobre la importancia de invertir en protocolos de seguridad, lo que se torna un desafío aún mayor ante la necesidad de migrar nuestras formas de movilizarnos al ambiente digital a causa de la pandemia. “Las plataformas digitales se convierten ahora en la nueva calle”, acierta Marilin.

Si la seguridad es una responsabilidad de los Estados, la realidad es que aún estamos muy vulnerables. Hasta que los gobiernos cumplan con su papel de protegernos y promover los cambios necesarios para que todos y todas disfrutemos de nuestros derechos humanos, en el curso de esta lucha, es importante que quienes apoyan a los movimientos se aseguren de que los defensores y defensoras estén bien. Los donantes nacionales e internacionales deben poner a disposición recursos financieros y no financieros para que lxs activistas actúen física y virtualmente con seguridad y disfrutando del cuidado que sea necesario.

Berta también nos enseña que la revolución, por intensa y ardua que sea, es también una oportunidad para celebrar la vida. Su hija recuerda la esperanza y alegría que transmitía en el diario vivir, a pesar de las amenazas que recibía: “Ella tenía ese optimismo y esa certeza de que va a tener resultados positivos para las luchas de los pueblos”.

Como jóvenes feministas, no queremos seguir celebrando mártires en nuestra región. En vez de eso, queremos en vida a todxs quienes luchan por mundos más equitativos. Además de la seguridad, aprender a cuidarnos y sanar las heridas de vivir en una sociedad patriarcal y extractivista es esencial para sostener las luchas. “Algo muy importante que se está promoviendo es el autocuidado y el cuidado colectivo. Es necesario que insistamos que también somos personas que sienten, que tienen familia, que pasamos por distintas vulneraciones y que si bien es cierto que estamos acompañando las luchas y las resistencias, también es necesario cuidarnos”, dice Marilin.

Como impulsadas por la energía feminista que Berta emanaba, las mujeres defensoras no solo estan resistiendo, también están cultivando vida en toda la región. El luto por su pérdida ha reforzado el tejido de la solidaridad feminista transnacional, haciéndonos entender aún más que los territorios van más allá de fronteras administrativas y que es necesario seguir construyendo una articulación en los movimientos sociales si queremos lograr cambios de fondo a los sistemas de opresión que vivimos.

“Fue muy sorprendente para nosotras las mujeres hondureñas que siempre nos veíamos muy invisibilizadas y en un país pequeño, (…) y de repente estaba en las noticias de todos lados de Latinoamérica y era como una inspiración para todas las mujeres feministas. Tuvimos un sentido de la importancia de nuestras luchas, de que no estábamos solas”, nos cuenta Ámbar.

Para las jóvenes ecofeministas, justicia, apoyo y reconocimiento

La ausencia de justicia por el crimen de Berta también incrementa la vulnerabilidad de todxs lxs defensorxs de derechos humanos y ambientales en la región. La persecución y el silenciamiento no pueden normalizarse ni quedar en la impunidad.

“Queda todavía esa estructura criminal que la asesinó y que representa también una amenaza vigente para la lucha por la justicia para ella y para quienes somos parte de esa voz”, dice Bertha, que complementa haciendo un llamado a la sociedad: “Nosotros sentimos que las luchas en defensa de los territorios, las luchas por democratizar el mundo no son luchas que solo nos competen a nosotros, ni como organizaciones ni como pueblos indígenas. Es una situación que nos afecta íntegramente y que afecta el futuro de la humanidad. Es una lucha que debemos asumir con mucha fuerza todos y todas”.

A medida que reconstruimos las estructuras sociales, económicas y políticas tras los impactos de la pandemia del covid-19, estos movimientos de base y grupos activistas van a requerir una mayor cantidad de recursos no condicionados para alcanzar la protección de los territorios y el buen vivir de los pueblos. Si gobiernos, empresas, personas y sociedad civil tienen el rol de promover los cambios estructurales necesarios, la filantropía también – por su capacidad y posicionamiento -, puede garantizar los recursos para los movimientos de base que enfrentan los más grandes desafíos y, aún así, están liderando la construcción de alternativas hacia la autodeterminación, igualdad y justicia.

Los fondos y organizaciones internacionales deberían prestar mayor atención a los que se encuentran en los territorios. Es necesario acudir hasta las bases, escucharles y poner a su disposición apoyos económicos y no económicos, flexibles, capacitaciones acorde a sus necesidades, promover el acceso a espacios de toma de decisiones y amplificar sus voces. Sobre todo, es necesario saber que los y las activistas conocen sus comunidades y realidades, saben lo que necesitan, y los donantes deben centralizar estas experiencias y no imponer proyectos y prioridades, o incluso cargarles con condiciones para acceder a recursos.

“Las organizaciones de base siempre buscan financiamiento no condicionado. A veces en el COPINH sabemos que el financiamiento de las instituciones del Estado tiene unas intenciones. Necesitamos financiamientos cercanos a los movimientos sociales, coherentes, que no tengan dinero de los mismos que han asesinado a los pueblos”, afirma Bertha.

Esperamos que este #8M esté cargado de una fuerza renovadora para todas las feministas y territorios de la región. Que estas reflexiones y voces en conjunto sean una razón para recordar la alegría, la convicción y el legado de Berta Cáceres en momentos como estos de incertidumbre y desafíos. Que su memoria inspire y nos acerque cada vez más a la liberación del cuerpo-territorio latinoamericano.

Nota: Bertha Zúñiga, Ámbar Morales, Daniela Cortés y Marilin Cabezas, les agradezco por hacer parte de esta reflexión y por su confianza para construir en conjunto. Gracias por sus liderazgos, voces y acuerpamientos.