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Ausencia de salud menstrual e insumos afecta a adolescentes en situación de calle

La falta de acceso e insumos para menstruar dignamente se convierte en un desafío para las adolescentes y personas menstruantes que viven en situación de calle.  Aunque sí existen organizaciones que se dedican a asistir a esta población con comida y abrigo, muy pocas les apoyan en temas de salud sexual y reproductiva.

Por Jimena Porres

Para Carolina Escobar Sarti, directora de La Alianza Guatemala, menstruar en situación de calle tiene un impacto psicológico. “Hay dos momentos de mayor estrés en la vida de una mujer, el ingreso a la adolescencia y la maternidad. El ingreso a la adolescencia es por todos los cambios hormonales que se sufren y la llegada de la menstruación”. Al aparecer la sangre se sufre  por la escasa información y por los desafíos que se suman.  Además, esto significa que las niñas  pueden quedar embarazadas. 

Las mismas adolescentes han manifestado su necesidad de abastecerse con toallas sanitarias, pero no le dan tanta prioridad como a otros factores. El dinero que obtienen prefieren utilizarlo para comprar alimentación, solventar los gastos de un lugar para dormir o comprar sustancias que respondan a su adicción. Los lugares que ofrecen asistencia con estos insumos se desabastecen rápido; las adolescentes no llegan a recibirlas por vergüenza, o por falta de confianza en las personas que provisionan estos productos, o por el espacio en donde se encuentran. 

Otra de las problemáticas a las que se enfrentan es al rechazo por la ropa manchada, dice Miguel Ángel López, director ejecutivo de la Asociación Nacional Contra el Maltrato Infantil (CONACMI), debido a que en algunos servicios de salud pública, se les discrimina.  Describe que la atención es más reactiva a alguna infección o problemas de salud. 

Incluir a la comunidad trans en la conversación

La comunidad trans también enfrenta retos, porque huye de sus hogares al no ser aceptadas; prefieren vivir en la calle. “Al tener una identidad transmasculina, una de las crisis más grandes llega durante la adolescencia por el tema menstrual” explica Alex Castillo, cofundador y coordinador del colectivo Trans-Formación. “Nuestro cerebro procesa una cosa y nuestro cuerpo nos brinda otra”. Es un momento de choque muy fuerte, especialmente si se vive en desprotección y sin información. 

En estos casos el reto no solo es acceder a productos de higiene menstrual, sino acceder a estos mientras se reafirma la identidad transmasculina. “Si vamos a utilizar un bóxer, no hay uno que se adapte a toallas sanitarias”, refiere Castillo. Entran entonces los insumos como copas o discos menstruales, pero al tener un costo elevado y requieren de mantenimiento constante, son difíciles de obtener en situación de calle. 

Además de entregar kits menstruales, las personas menstruantes deberían recibir educación integral en sexualidad para la prevención de infecciones, embarazos no deseados, aprender a llevar el control del ciclo menstrual y los cuidados generales que se deben tomar en cuenta durante la menstruación. Los lugares que proveen estos servicios deben estar libres de sesgos sociales, culturales y religiosos para una atención integral, reiteró el coordinador de Trans-Formación.

La salud menstrual debería abordarse de manera integral y transversal para todos los cuerpos menstruantes. “De esta forma se puede comenzar a normalizar la idea de que un hombre trans, personas intersex o una persona no binaria, pida un producto de higiene menstrual en un centro de salud, y que sea atendido de forma adecuada y sin discriminación” agrega Castillo. 

Sensibilización

La sensibilización a nivel social acerca de la menstruación es clave para considerarla un proceso natural por el que pasan los cuerpos nacidos femeninos. Al vivir a través de esta sensibilización, se elimina el estigma y la población se vuelve más empática con las personas menstruantes y con los síntomas visibles e invisibles de la menstruación. “Es una oportunidad de abordar la salud mental en conjunto con la salud física, de brindar herramientas de gestión emocional y que deje de ser una experiencia traumática”, asegura Sarti.