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Aquí estamos: denunciando la violencia epistémica

Foto: Andrea Rodríguez

Dentro de la espiral de violencias que afectan a las mujeres, algunas suelen ser más visibles que otras. Aunque incluso en las formas de violencia explícita, como la física, sigue existiendo silencio social, hay formas de violencia menos percibidas por tratarse de un nivel simbólico. La violencia epistémica es una de ellas, y ha sido denunciada sobre todo desde el feminismo decolonial, a partir de las voces de mujeres de pueblos originarios y afrodescendientes en el ámbito de las ciencias, aunque también puede expresarse en la cotidianidad.

Para la socióloga Victoria Tubin, la violencia epistémica se caracteriza por ser eurocéntrica, porque ha construido un occidentalismo que ha constituido a las mujeres desde una perspectiva donde “desde la epistemología, se define como un ser inferior a los hombres, que carece de igualdad y dignidad. Podemos ver esta construcción europea acerca de las mujeres, desde verlas como brujas, que su lugar es la cocina, el hogar, la reproducción humana, pero no como seres humanos”.

De igual forma, la socióloga Ana Lucía Ramazzini menciona que las relaciones de poder no sólo son patriarcales, racistas, clasistas, heteronormativas, sino también epistémicas. De esta cuenta, dentro de las relaciones de poder también “se niegan, aniquilan, descalifican otras formas de conocimiento. En este sentido, la violencia epistémica también es una forma de invisibilizar “al otro” y de expropiarlo de su posibilidad de representación en ese cúmulo de conocimientos y saberes.”

Identificando la violencia epistémica

Ana Lucía Ramazzini plantea unas cuantas preguntas acerca del conocimiento ¿qué conocemos? ¿Por qué conocemos lo que conocemos? ¿Quiénes construyen ese conocimiento y a quiénes deja fuera? ¿Quiénes son los sujetos autorizados para construir ese conocimiento, quiénes no tienen ese “status epistémico” y por qué? Desde el feminismo, la pregunta sobre dónde están las mujeres es uno de los cuestionamientos básicos para cualquier ámbito, y la construcción de conocimiento es uno de los más relevantes.

Desde las ciencias sociales, Victoria Tubin menciona un ejemplo claro: se dice que estas ciencias tienen padres, pero no hay madres.

Creo que a nivel general la construcción epistemológica de las ciencias está concentrada en hombres pero no hay mujeres y eso nos da esa mirada de que en este país o desde la visión occidental hay una construcción epistémica de la superioridad de los hombres y la inferioridad de las mujeres. Y la inferioridad de las mujeres también se marca por niveles: si son mujeres indígenas su nivel es aún menor, y si son mujeres con discapacidad, si son del grupo de la diversidad sexual también.

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Y es que las formas de violencia epistémica que parten de no reconocer a las mujeres como sujetas creadoras, también afectan los derechos humanos. Tubin hace un recuento de ellos, como la ciudadanía, el empleo, el acceso a la justicia. Esto pudo visibilizarse cuando las mujeres lucharon por el derecho al voto en Guatemala, al observar los argumentos con los cuales los hombres en el poder no querían aprobarlo, por ejemplo, la idea de que las mujeres eran “fácil instrumento del sentimentalismo religioso”.

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Ana Lucía Ramazzini también menciona algunos ejemplos concretos:

No tomar en cuenta a las mujeres en foros, mesas técnicas y de debate, y en aquellas discusiones que les atañen porque son problemáticas que les afectan, invisibilizándolas, así como invisibilizando el impacto de éstas en su propia vivencia. También hay otras evidencias, algunas veces más sutiles pero igualmente violentas, por ejemplo no utilizar como referencia a mujeres -en su diversidad- como autoras, invisibilizar sus aportes teóricos, o deslegitimar las diferentes categorías de análisis que desde diversos feminismos las mujeres han construido para comprender la realidad: patriarcado, cuerpo-territorio, feminicidios.

Se observa también cómo los grupos conservadores suelen descalificar las propuestas creadas desde un enfoque feminista por considerarlas “ideológicas”, argumentando así su “falta de validez” y, con ello, anulando a propósito las experiencias de las mujeres.

Violencias más visibles que otras

Para Victoria Tubin, es evidente que hay formas de violencia a las que se les ha prestado más atención, como la violencia física, aunque la violencia tiene múltiples magnitudes y dimensiones. Esto, señala, puede deberse a que esta forma de violencia tiene una evidencia visible.

La perspectiva que hay es que la violencia solamente es cuando una persona es golpeada brutalmente, pero se le ha puesto muy poca atención a los otros tipos de violencia que al final el feminismo los ha ido evidenciando: la violencia laboral, económica, la violación sexual inclusive en una relación de pareja, la violencia subjetiva, que como al final afecta mi ser, desde las violencias verbales, gestuales, porque nuestro cuerpo muestra grados de emociones y estas pueden ser de mucho enojo, desprecio u odio contra una persona y provoca un daño. El asunto es que no hay una evidencia concreta de decir, a mi me afectó la mitad de mi cuerpo ese odio que yo sentí, por ejemplo las mujeres indígenas son tratadas de lo más grotesco, el racismo, el odio el desprecio, las marca todo el día o varios días, llevan con ese dolor por dentro por esa actitud que recibieron. Pero eso no se dice como violencia, se normaliza.

En el sistema de justicia, por ejemplo, las mujeres se encuentran con que aún cuando denuncian violencia física, los jueces les piden pruebas más grandes de las que pueden dar o minimizan los golpes que las mujeres muestran. Como ejemplifica Tubin:

Cuando las mujeres ponen una denuncia contra su pareja y dicen “es que él me golpeó”, y el juez le dice “bueno, muéstreme dónde” y si ve un golpe pequeño le dice “pero de qué se queja, ese no es golpe, eso no es nada. Váyase a su casa, prepare comida y café y él se va a poner contento, deje de quejarse”

Ante todas estas violencias, las mujeres no han asumido la pasividad. Como explica Ana Lucía Ramazzini, las mujeres han combatido la violencia epistémica a través de rupturas, resistencias y transgresiones.

Ante la violencia epistémica ha reaccionado la epistemología feminista, el feminismo académico, los estudios culturales, los feminismos decoloniales y antirracistas, las epistemologías del sur, argumentando que el conocimiento nunca es neutral, no es un conocimiento desinteresado, apolítico y tampoco es universal. Distintas vertientes teóricas feministas han argumentado que el acto de conocer es contextual, sexual, racializado, situado y encarnado. De ahí la importancia del “lugar de enunciación.”

Es así como las mujeres han construido resistencias contra las relaciones de poder que no las reconocen como sujetas, como personas, en los distintos ámbitos donde se desenvuelven y que han conquistado. Desde visibilizar la violencia hasta generar estrategias para combatirla y prevenirla, las mujeres denuncian y construyen formas de decir: aquí estamos.