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Antil, la historia de un migrante Chuj de la diversidad sexual

Fotografía: conectas

En Guatemala, históricamente las poblaciones indígenas en áreas rurales son los protagonistas de la migración hacia México o Estados Unidos. Estas dinámicas migratorias no son nuevas, pero sí las causas que la provocan. Con la llegada inesperada de la pandemia de COVID-19 y las tormentas Eta y Iota en 2020, cientos de guatemaltecos se vieron obligados a migrar, porque la desesperación y la falta de apoyo del gobierno central para atender sus necesidades fueron muy escasas.

En la teoría migratoria son reconocidos como migrantes económicos, quienes huyen del país en busca de mejores condiciones de vida en un espacio desconocido. Sin embargo, se invisibiliza a a personas de la diversidad que experimentan la migración forzada interna o internacional, y las causas que la empujan se asocian a la violencia, la discriminación, y el rechazo de la propia familia y la sociedad por exponer su orientación sexual en un espacio público. Este grupo de migrantes son reconocidos como personas con necesidad de protección internacional.

En esta realidad se encuentra la historia de Antil*, un migrante Chuj de Huehuetenango que reside actualmente en Estados Unidos. Él dejó el país en 2019.

Antil, la historia de un migrante gay

Antil (Andrés Pérez) salió del país por exponer su orientación sexual en su propio núcleo familiar, comenzó a recibir amenazas de agresión física, discriminación y el rechazo social. “Tengo 19 años, salí de Guatemala cuando tenía 17. Aproveché el programa de niños no acompañados que ingresaron por las fronteras de Estados Unidos. No quería dejar mi lugar de nacimiento y, por declarar que soy una persona gay mi familia me dio la espalda, además no tenía necesidad de dejar la casa, mis amigos y mi lugar de origen, pero el rechazo hacía mí no solo de mi familia sino de la sociedad, me obligó a migrar a Estados Unidos”.

“Corría el riesgo de ser linchado, porque en la comunidad donde vivía, la práctica de una orientación sexual opuesta a la tradicional, -hombre mujer- no es reconocida, unos amigos que viven acá me apoyaron con recursos económicos. Ahora trabajo en un restaurante chino, los dueños del restaurante, al principio no querían aceptar que soy gay pero con el tiempo me han aceptado, aunque me cuesta asimilar el espacio de trabajo, porque estaba feliz en mi lugar de origen. Soy estudiante de bachillerato y mi sueño que era seguir la carrera de medicina en Guatemala se rompió por mi identidad sexual”.

La historia de Antil coincide con lo que plantea Juan José Hurtado, de la Asociación Pop Noj, las personas de la diversidad sexual son muy propensas a migrar por dos situaciones concretas: la carga de racismo que sufren por la misma comunidad trans en un espacio urbano y por la homofobia a la que son sujetos por su propia comunidad de origen indígena. La diversidad sexual sí existe en las comunidades indígenas, pero se visibiliza menos porque hay poca o nula aceptación de estos grupos en estas comunidades.

“En Guatemala las personas de la diversidad sexual tienden a desplazarse de forma interna, de su pueblo a las ciudades, pero las condiciones de racismo y discriminación a las que se ven expuestos por asumir una identidad con orientación sexual los empuja a una migración forzada internacional”, destacó Hurtado.

Los riesgos durante el tránsito también existen, son objetos de discriminación, violencia física y en gran escala, suelen ser sujetos de violencia sexual, ya sea por los mismos migrantes, autoridades de gobierno o por los guías de viaje.

Hurtado ejemplificó está situación con tres personas de habla mam de Huehuetenango, que tuvieron que salir del país para establecerse en México y Estados Unidos. Estas personas migraron más por la condición de seguridad que por oportunidades laborales, “huyeron de sus casas porque tenían el rechazo de toda la comunidad, incluyendo la familia, por asumir una identidad con orientación sexual”.

Las condiciones de inseguridad provocan una diáspora más fuerte en busca de condiciones seguras, para sobrevivir ante las constantes agresiones y el rechazo.

Estas acciones de rechazo implican un escenario de desprotección y vulneración para este grupo de personas. Muchos han encontrado en la migración la salida perfecta para garantizar por su seguridad: migrar de una manera forzada. Han salido de sus pueblos, la familia y su lugar de origen para resguardar su vida, ya sea en el propio país o en otros lugares como México y Estados Unidos.

Posiblemente las condiciones de rechazo seguirán siendo las mismas en el destino, que son la inseguridad y la violencia; sumado a estos, la xenofobia y la neofobia a las que se enfrentan diariamente. Las oportunidades de trabajo también son otras limitaciones. Se le niega el acceso al trabajo y en ocasiones se cuestiona su identidad.

El contexto en el que se celebró en Guatemala el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia sigue siendo un desafío para las personas que buscan el reconocimiento de la diversidad sexual en un marco legal, que aboga por el derecho a la igualdad de las personas LGBTIQ y el derecho a la protección de sus familias, el matrimonio civil igualitario y los derechos patrimoniales, así como el reconocimiento de la identidad y expresión de género, a través de procedimientos sencillos y expeditos para la adecuación de los documentos y registros personales de las personas trans, según las demandas de las Organizaciones y Colectivos de personas trans en Guatemala.

El reconocimiento de estos derechos generan distintas reacciones en la sociedad guatemalteca, todas con una fuerte carga de violencia y rechazo, discursos de odio, detenciones arbitrarias y asesinato, prácticas de discriminación de las autoridades de gobierno, sector empresarial y fundamentalismos religiosos.

Aunque no hay datos precisos de cuantas personas migran, sí hay un reconocimiento de las causas que la provocan. En una reunión virtual que sostuvo la vicepresidente de los Estados Unidos, Kamala Harris con el presidente Alejandro Giammattei, ella reconoció que además de la pobreza, el desempleo, los efectos de la pandemia y las tormentas que empujan la migración guatemalteca hacía este país, también existen otros factores de empuje, como la violencia y la inseguridad que provoca la migración de la población de diversidad sexual.

En Guatemala, son casi inexistentes las fuentes de trabajo formal para estos grupos, de las pocas oportunidades que existen para las persona trans la encuentran en la prostitución. Tres razones podrían explicarlo: no se les reconoce la identidad, no hay leyes que protejan sus derechos y hay un rechazo total hacia ellos de parte de las instituciones del Estado y la propia sociedad.

No hay registros oficiales que cuantifiquen cuántas de estas personas salen de país. Por lo tanto, la creación de leyes que reconozcan sus derechos cobra mayor relevancia en la actualidad.

*El nombre del migrante es ficticio para su proteger su identidad.