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Agresiones buscan silenciar a las mujeres en la vida pública

Cualquier persona podría pasar horas frente a la computadora, y notar en los comentarios de las redes sociales una diferenciación entre los mensajes dirigidos hacia hombres y mujeres. Especialmente el fuerte rechazo hacia las mujeres que desempeñan cargos de gobierno o influyen en la opinión pública, esgrimiendo ideas críticas al pensamiento conservador. 

Por Andina Ayala

Click tras click, burlas y groserías. ¿Por qué hablan de sus cuerpos o su forma de vestir y no del tema en cuestión? En el caso de las funcionarias, pareciera que por ocupar ese puesto cualquiera puede ejercer violencia en su contra. Y, ¿qué hay de aquellas que son insultadas por ser reconocidas en redes sociales? 

Estos ataques no tendrían resonancia si no estuvieran atravesados por una visión patriarcal y misógina, que dicta qué tipos de cuerpos femeninos son más aceptables y la estética a la que todas estarían forzadas alcanzar.

Este es un tipo de violencia de género, que académicas feministas han nombrado violencia estética. Según Esther Pineda -socióloga, escritora y activista feminista-  los pilares de la violencia estética son “el sexismo, el racismo, la gordofobia y la gerontofobia”. 

La violencia estética no solo revitaliza los estándares y roles de las sociedades patriarcales, sino que dichos cánones de belleza se confrontan con los que están distanciados de la belleza occidental, misma que pondera de mejor manera a las mujeres jóvenes, blancas y esbeltas, es decir, las más parecidas al estereotipo del hemisferio norte.

No se puede negar que la violencia estética afecta el bienestar emocional y psicológico de las mujeres, pudiendo  tener efectos negativos en la autoestima y salud mental de quienes la experimentan. Puede manifestarse contra cualquier persona, sin distinción de clase o edad y cuando es dirigida a mujeres en la vida pública, se hace más visible  en redes sociales. 

En Ruda recopilamos algunas experiencias de mujeres reconocidas en distintos ámbitos, político y social.

Violencia estética presencial

Exoperadoras de justicia compartieron con Ruda que durante sus años más activos en juzgados y audiencias, experimentaron comentarios sobre su aspecto físico.

Estas prácticas solían usarse cuando los abogados de la defensa no tenían más elementos en los careos. “Nos atacaban con comentarios sobre cómo íbamos vestidas y se cuestionaba mucho nuestra inteligencia, decían que no sabíamos hacer nuestro trabajo, según ellos, para hacernos sentir inseguras”, agregó. 

Ataque a los cuerpos de las mujeres

Uno de los objetivos de la violencia estética es intentar frenar las acciones de las mujeres en posiciones de autoridad o visibilidad.  Al respecto, Sandra Xinico, investigadora independiente y columnista para medios digitales, nos cuenta cómo enfrenta la violencia estética desde el racismo y le parece que hay dos momentos. 

“En algunos espacios de la presencialidad, la gente intenta ser políticamente correcta, pero en la calle, sí he registrado comentarios como indita, es como el acoso que se ejerce, pero no por quién soy o por lo que pienso y escribo”, mencionó.

Sandra ha dedicado más de una década de su vida a reflexionar sobre el racismo estructural en Guatemala, desde las ciencias sociales; a evidenciarlo y cuestionarlo en sus columnas y en sus redes sociales, en donde ha enfrentado fuertes ataques,  especialmente en la cuenta de X (Twitter).“Estos ataques se dan porque la gente no acepta el racismo que reproduce. Interpelar siempre es incómodo y esperan que lo hagas en sus términos para que sea válido”, dijo.  

Sobre la frecuencia y en los tipos de redes sociales en donde  más se observan estos  ataques, nos dijo que “cada vez que te dicen:  tenés cara de monolito, o  cosas como esa, la gente continúa comentando cosas con la intención de agredir, de ejercer violencia. Escribirlo en una red social es mostrar poder, y a la gente no le importa porque piensa que están devolviéndome mi lugar, castigándome, principalmente en Twitter (X)”.

Foto: Archivo Ruda

Para Xinico, la idea de estar en X es  llegar a más personas con un perfil público, al mismo tiempo es lo que posibilita esas dinámicas de violencia. “Empeora porque no sabés con quién estás hablando, las personas saben quién es una, pero nosotras no podemos identificarlos porque algunos no tienen ni foto”.

Además, comentó que si expresa una idea sobre racismo, en específico sobre un tema de coyuntura, la situación de agresión, empeora. “También hay usuarios dedicados esperando a responder a cualquier otra  cosa que yo publique”, explicó. 

Sandra analiza que la gente espera que ella no esté reflexionando, pensando y escribiendo en una plataforma pública, lo que ella llama el estereotipo de “su lugar en el mundo” por portar indumentaria indígena, no debería ser debatido en la opinión pública. 

La violencia estética se ejerce con la intención de menoscabar la labor o la libertad de expresión de las personas y se emite fácilmente en un ambiente público o digital, donde el atacante es anónimo. 

Violencia estética en la política 

Las mujeres políticas suelen ser objeto de campañas orquestadas en su contra, en donde  los comentarios despectivos en línea pueden generar un entorno hostil y difícil de soportar. 

Las plataformas de comunicación y las redes sociales juegan un papel crucial en la facilitación de la violencia estética y la perpetuación de estereotipos heteropatriarcales. En 2016, llegó al Congreso de la República de Guatemala Sandra Morán, exdiputada por el partido Convergencia; fue la primera mujer en nombrarse abiertamente feminista y lesbiana dentro del legislativo, por lo que  enfrentó ataques de discriminación y ataques por su orientación sexual. 

Comentarios en redes sociales como “no es una mujer normal”, “qué asco y mal vestida”, “pinche tortillera”, “por más exitada que esté, de ver tanta mujer, esta marimacho no van a lograr su cometido”, o “la diputado”, la siguieron en diferentes momentos de su carrera política, una situación que se visibilizó en varias denuncias en medios de comunicación y organizaciones nacionales e internacionales de mujeres. 

En 2017, Andrea Villagrán llegó al Congreso en medio de una crisis política, en la que ella tomó una postura de transparencia y fue expulsada del partido TODOS. Debido a sus posturas políticas, ganó visibilidad y después de un tiempo comenzó a ser atacada por su forma de vestir y su aumento de peso. 

Puedes leer la historieta aquí:
https://www.rudagt.org/temas/mujeres-en-el-poder-desafiando-la-violencia-esttica

En 2024, Elena Motta se convirtió en la diputada más joven de la X legislatura; ahora compañera de Villagrán por el partido Movimiento Semilla, ha enfrentado ataques masivos en redes sociales que intentan deslegitimar el trabajo que ella y su equipo realizan.

Se contabilizan alrededor de 100 a 125 cuentas falsas que se dedican a menoscabar su trabajo, con comentarios como “inexperta”, “ponte a dieta, mejor, Elena”, “no sabe hacer ni un oficio”, “aprenda sus funciones”, “Elena, la vi en campaña y no estaba tan gordita”, “limpie sus zapatos”, “corrupción es aceptar cargos para los cuales no se está capacitada”, etc.

Elena conversó con Ruda y reconoció que ha observado la descalificación y las agresiones que se emiten, con más fuerza, contra las mujeres del partido Semilla. “Me dicen que no he estudiado, que no sé de qué estoy hablando. Intentan descalificar todo el trabajo que hacemos, cuando yo ya cerré pensum”, enfatizó. 

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A Elena no la critican por los temas de su agenda legislativa -trabajo, discapacidad y juventud-. “Esto no lo hacen con mis compañeros diputados o con otras colegas diputadas de otras bancadas”, expresó. La diputada consideró que existe una diferenciación entre los ataques hacia ella y los diputados hombres, ya que en su bancada tiene dos colegas de su misma edad: 23 años. “A ninguno le hacen comentarios como a mí, por ser jóvenes”, agregó. 

Motta cree que reciben más ataques quienes están más presentes en redes y, en su opinión, aunque están haciendo un buen trabajo, les inventan cosas para atacarlos. “Soy fiel creyente que hay que criticar a los diputados por su trabajo, si son corruptos, pero no por su apariencia”. 

Estos ataques no aportan al debate público en el plano de las ideas, sino  menosprecian y ridiculizan su apariencia, con un tono agresivo. Para la experta en violencia de género, Claudia Say, esto se da fácilmente y de manera diferenciada porque “las mujeres han estado supeditadas a cómo concibe la sociedad lo que es ser mujer y ser hombre a lo largo de la historia, este último ligado al ámbito público, a actividades fuera de la casa”, dijo. 

En Guatemala hay algunas formas de violencia penalizadas en la Ley contra el Femicidio, porque todavía existen hombres que obligan a las mujeres a que no se desarrollen, “incluso las mujeres que quieren participar en cargos políticos sufren discriminación por el hecho de ser mujer y me gustaría remarcar que aunque existen estereotipos sobre los hombres, el impacto no es el mismo”, enfatizó Claudia Say. 

Sin embargo, no están normadas otras manifestaciones de violencia en donde podría caber la violencia estética, “falta la violencia simbólica que proviene de medios de comunicación, la violencia obstétrica que proviene de la atención de salud, o la violencia política que se da en el contexto de elecciones, todas estas violencias que no están tipificadas las atraviesa el sexismo, el racismo unas con más fuerza que otras”, explicó Claudia. 

Para tipificar la violencia estética en redes sociales, ¿en dónde cabría una reforma a las leyes existentes como la ley de ciberdelincuencia  o la ley de femicidio? 

Según Claudia, “toda ley es posible reformarla, ya sea en la ley contra el femicidio o en el código penal, porque este no tiene un capítulo específico de género. El bien jurídico tutelado tal vez podría ser la dignidad de las personas, en donde podría caber el tipo de violencia y luego las circunstancias”. 

Claudia recordó haber escuchado sobre la propuesta de una ley de violencia digital para abordar agresiones que no están todavía tipificadas, y otros delitos que seguramente vendrán con el uso de inteligencia artificial. Así como la discusión sobre la violencia política contra mujeres, que podría quedar en la ley de partidos políticos. 

Violencia estética fuera de Guatemala 

Hay numerosos ejemplos de parlamentarias alrededor del mundo que han sido objeto de violencia estética. En muchos casos, estas críticas se centran en su apariencia o vestimenta, más que en sus habilidades o logros.

Alexandra Ocasio-Cortez (Estados Unidos), ha sido criticada por su ropa, maquillaje y peinado, en lugar de centrarse en sus posiciones políticas.

Sanna Marin (Finlandia), ha enfrentado críticas por su edad y estilo personal.

Angela Rayner (Reino Unido) ha experimentado críticas sexistas y comentarios degradantes sobre su apariencia.

Campañas de desprestigio

La cantidad de cuentas de reciente creación: según datos de escucha social, generados por un equipo especializado de Ruda, ha habido un incremento de cuentas anónimas articuladas para atacar personas y medios de comunicación. 

Para la diputada Motta, es claro que estas campañas son parte de una estrategia patriarcal para apartar a las mujeres de la política, ya que sobre los hombres la apariencia física no tiene tanta importancia. “Nos han educado de manera que nos importe nuestro aspecto físico, entonces te atacan creyendo que de esa forma te van a desmotivar. En el fondo tienen miedo de que  una mujer joven, inteligente y exitosa se esté involucrando y de lo que pueda lograr”. 

Para Sandra Xinico, los ataques que ha recibido son para inmovilizarla y dejar de posicionar y profundizar en el tema de racismo, “no voy a negar que de alguna forma puede llegar a afectarme emocionalmente, he optado por alejarme de redes sociales e ignorarlos”.

Superar ataques en línea 

Antes de llegar a trabajar al Congreso de la República, Elena Motta se esmeró en reforzar su autoaceptación.

Foto: Archivo Ruda

Foto: Prensa Comunitaria

Foto: Archivo Ruda