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Ada Morales: “Fue un honor haber sido madre de Luz María”

Fotografía: Karen Lara

Ada Morales se sintió mamá desde que supo que estaba embarazada de su primera hija; Luz María del Rocío López Morales, a los 18 años. Tramitó su cédula de vecindad y se casó a los pocos meses. Cuatro años después tuvo a su segundo y último hijo, René. Aquel primer embarazo le cambiaría la vida, junto a la de su familia. Un 17 de mayo nació Luz María a través de una cesárea. Aunque también tenía temor, la alegría que vivió era incomparable.

Nadie pensaba que, 25 años después, la familia López Morales se enfrentaría a una lucha para lograr justicia por un hecho que nunca debió suceder: la desaparición y femicidio de Luz María, cuyo presunto responsable es su esposo, Jorge Zea. El sospechoso de femicidio fue detenido el 23 de enero de 2021, sin embargo la fecha para el inicio del debate se fue posponiendo, hasta definirse para el 26 de julio de 2022.

A propósito del Día de la Madre, conversamos con Ada sobre qué ha significado la maternidad dentro la lucha por la justicia que ha llevado desde el femicidio de su hija.

Ser madre

Ada es bisnieta de una comadrona, una mujer que llegó a vivir 105 años y trajo a casi todo el pueblo de San José Pinula, menciona. Con las orientaciones de su mamá y bisabuela, Ada comenzó la crianza de Luz María. La mamá de Ada resultó embarazada al mismo tiempo que ella, dando a luz a su hermanita cuatro meses antes que Luz.

Cuando Ada recuerda la infancia de su hija, sonríe. Enseña las fotos de momentos importantes en la vida de Luz María: su graduación del colegio, de la universidad, su participación en actividades escolares.

– Fue una niña que llenó de luz mi vida. Por eso le pusimos Luz María del Rocío, por mis abuelas. A mi me encantaba mucho el rocío cuando llueve, entonces le dije a mi esposo que le pusiéramos Luz María del Rocío, y así fue. Mi Luz, porque ella siempre fue mi luz, mi Lucita.

Ada enseñando la última foto que se tomaron con su hija, Luz María, para un día de la madre. Foto: Andrea Rodríguez

También, comparando fotografías, Ada menciona que aunque Luz nunca le dijo que estaba atravesando violencia, ella nota un cambio en su mirada antes y después de haberse casado. De una mirada brillante, pasó a apagarse, afirma.

Ada comparando fotografías de Luz María. Foto: Andrea Rodríguez

Cuando Luz María nació, se notó su lucha por la vida en un gesto que quedó grabado en la memoria de Ada: la bebé tenía el cordón umbilical enrollado en la cabeza y el cuello, pero con sus manos puestas en esos puntos evitó que el cordón la ahorcara.

– Cuando me la dieron, era diferente. Yo la miraba asustada, porque nunca había visto un bebé así con los ojos abiertos, tenía unos ojos muy grandes. Fue muy impactante su nacimiento. Nació bien golpeadita de su frente y cuello porque allí tenía las manitas.

Ada enseña dos brazaletes de nacimiento: el suyo y el de Luz María, y el de Luz María cuando estuvo embarazada. Foto: Andrea Rodríguez.

Por una complicación en el aparato digestivo, Luz María permaneció hospitalizada en el IGSS durante su segundo mes de vida. Ada la iba a ver todos los días desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la noche, hasta que un día no la encontró en su cuna.

– Solo recuerdo que me tiré a la pared y caí al suelo. Una enfermera me dijo que la habían llevado a operación. Entonces me regresó el alma, es que no me habían dicho nada. La operaron, y cuidé mucho la leche para poderla amamantar. Me la entregaron y fue un gran cuidado. De por si me gusta ser cuidadora, soy muy aprehensiva tal vez con los cuidados de un bebé, y máximo con ella.

Luego de ese episodio, Luz María fue una niña muy sana. A los nueve meses comenzó a caminar y al primer año comenzó a hablar. Ada recuerda que, como su mamá también tenía una bebé, le ayudaba a amamantar a Luz cuando ella no podía por el dolor.

– A mi mamá le afectó tanto la muerte de mi hija porque ella me ayudó a amamantarla cuando yo no podía por el dolor. Entonces Luz mamó de mi mamá y de mi. Le afectó mucho a mi mamá porque era como su hija.

Abuelas-madres

Luz María tenía una hija de dos años cuando fue asesinada. La niña, ahora de tres años, quedó a cargo de Ada y su familia luego de una batalla legal. Sin embargo, para que esto sucediera la jueza le recomendó renunciar a su trabajo. Ada había trabajado como maestra de hogar, luego se graduó de visitadora médica en la universidad. Dejó su trabajo como maestra y se dedicó a ejercer su carrera.

Ada, Luz María y la hija de Luz María en su acto de colegiación. Foto: Cortesía.

Su último trabajo fue como secretaria en un hospital de la Ciudad de Guatemala, a este renunció para poder tener la custodia de su nieta. No hay una explicación exacta de por qué la jueza señaló esto, pero Ada no dudó en renunciar para asegurarse de que su nieta estuviera segura.

– Todos los hijos son diferentes. Ahora, como abuela-madre, por ratos siento que ella es mi hija, como que fuera Lucita. Por momentos me da consuelo que me llene tanto, porque se parecen bastante. A veces me confundo y le digo Lucita.

Esta experiencia le hace pensar en todas las niñas y niños que quedan en orfandad como consecuencia de los femicidios. Solo en 2022, el Observatorio de la Mujer del Ministerio Público registra 203 femicidios. Infiriendo que algunas de las víctimas hayan sido madres, Ada se pregunta ¿qué pasa con sus hijas e hijos?

– Pienso en los hijos del femicidio que han quedado huérfanos, también son víctimas. Yo soy una abuela relativamente joven, todavía puedo trabajar, mi esposo también. Pero pienso en las abuelitas que ya no pueden trabajar, reciben una pensión tan baja, ¿y la comida? ¿el alquiler? ¿el estudio? ¿Qué hace una abuela que no puede trabajar para sacar a su nieta adelante? Debería haber una ayuda de parte del gobierno para estas abuelas.

Madres contra la violencia femicida

En el camino, Ada ha conocido a otras mujeres, a otras madres que han atravesado el dolor de perder a una hija por la violencia machista. También a hermanas, padres, y familias enteras que están buscando justicia dentro de la institucionalidad del Estado. La experiencia es parecida: atrasos, impunidad, sentimiento de impotencia, revictimización. Contra todo, continúan usando todas las herramientas a su alcance.

– Lo que me he topado con la mayoría de mamás que hemos platicado, es que la justicia no llega. Que les daban una fecha y luego las cambiaban. Lo mismo estaba pasando con nosotras. Siento que no es justo que nos estén cambiando las fechas.

Un caso paradigmático fue el femicidio de Isabel Véliz Franco, por el cual su madre, Rosa Franco, luchó y esperó durante 20 años hasta que el femicida, Gustavo Bolaños Acevedo, fue condenado en marzo de 2021. La justicia no es pronta, menciona Ada, y esto ya puede considerarse una señal de impunidad.

– Ellos no se ponen a pensar el dolor que una siente como madre, y estarlo reviviendo cada cierto tiempo. Porque ir al juzgado significa volver a vivirlo todo, ver al asesino, da cólera, impotencia. Tantas cosas juntas.

Ada vincula esta lucha por la justicia con su maternidad desde un aspecto fundamental: una madre siempre quiere lo mejor para sus hijas, resalta. Además, considera que obteniendo una sentencia condenatoria podrá tener la tranquilidad de que el presunto femicida no vuelva a dañar a otras mujeres ni a su familia.

– Una busca lo mejor para su hija cuando va a nacer, desde una cuna hasta un poncho suave para dormir. Ahora se ha convertido en un dolor tan grande, porque ya no la tengo, pero yo quiero justicia para mi hija y sé que lo mejor va a ser que ese hombre esté encerrado y que nunca más le vuelva a hacer daño a nadie, porque eso es lo que quisiera mi hija.

Al hablar del sistema de justicia, Ada también señala las experiencias fallidas que ha conocido sobre mujeres que buscan denunciar pero se topan con personal insensible y poco capacitado, que más bien persuade a las mujeres para no ingresar sus denuncias. Ada considera que es importante que las instituciones como el Ministerio Público (MP), donde su hija trabajaba, y donde formalmente hay modelos especializados para atender a mujeres sobrevivientes de violencia, la atención sea real y eficaz, no solo una imagen.

Conmemorando la luz de Luz

En el mes de mayo se celebraban dos fechas muy importantes para Luz: el día de la madre y su cumpleaños. Los días de la madre, Luz siempre le hacía tarjetas a Ada y le daba un regalo. Esta fue la última tarjeta del día de la madre que Luz le entregó, el 10 de mayo de 2020.

Foto: Ada Morales

Para el cumpleaños de Luz, toda la familia se reunía a celebrar.

– Todos esperamos el cumpleaños de mi hija, porque como mi suegra no tuvo niñas ella hacía hasta 5 piñatas, el abuelo le regalaba juguetes de animalitos. Era muy bonito, muy alegre.

Este 15 de mayo conmemorarán la vida de Luz María en el sitio donde fue encontrada, en el final de la ahora nombrada Avenida de la Luz (Avenida Simeón Cañas). Se espera que el inicio del juicio sea el 26 de julio, un año y seis meses después de su femicidio. En cada audiencia en el Juzgado de Femicidio, Ada ha estado acompañada de su familia exigiendo justicia, con pancartas y playeras con el rostro de Luz María.

– Por eso luchamos, con mi familia, mis primas, quienes podemos luchar y tratar que se haga justicia para cerrar este ciclo, poderme ir a un lugar donde no me conozcan y que mi nieta esté en un lugar seguro.

Ada espera que el debate oral y público sea pronto, que se esclarezca la verdad y que la justicia pueda permitir tranquilidad a su hija, a su nieta y su familia. El 17 de mayo Luz María cumpliría 27 años, de los cuales dedicó los últimos a apoyar a niñas y niños sobrevivientes de violencia en el Modelo de Atención Integral a Niñez y Adolescencia del MP.

Por todas las mujeres

Así como muchas madres, Ada continúa la búsqueda de justicia por su hija y espera que se siga hablando sobre la violencia contra las mujeres, que todas puedan identificarla y contar con las herramientas romper el ciclo de violencia machista.

– Son cosas que una teme como madre, con el tema de la justicia, pensar que si una habla le harán daño. Muchas personas me dicen que soy muy valiente por expresarme, pero primero que nada le pido a Dios que me cuide, pero no puedo quedarme callada. Como madre yo necesito que las personas sepan, que el mundo sepa lo que está pasando en Guatemala con las mujeres.

Cuando se le pregunta qué significó ser madre de Luz María, Ada responde sin dudarlo:

​​- Yo solo puedo decir que fue un honor haber sido su madre. Para mí fue un honor. Porque fue una bebé, una niña muy linda y especial, siempre ayudó a todas las personas que lo necesitaban. Una mañana se me apareció, y ella me dijo que tuvo que dar la vida por todas las mujeres, porque una no se imagina todo lo que se está viviendo.

Con la reafirmación en que sigue exigiendo justicia, Ada concluye la entrevista mostrando algunas fotografías de Luz. Lleva también los brazaletes de su parto y el de Luz María, también el ombligo del nacimiento de Luz y los sostiene con ternura.

A Ada le gustan mucho los animales, así como a su hija Luz. Rodeada de peces de colores, se deja retratar luego de contar anécdotas sobre su hija: Luz María del Rocío López Morales.

Ada Morales. Foto: Andrea Rodríguez