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28M: Accionar por la salud de las mujeres en un mundo patriarcal. Parte I

Fotografía: Andrea Rodríguez

Mujeres y salud: de la contradicción a la lucha por una atención integral

Desde los estudios feministas de la salud, se ha evaluado cómo las ciencias de la salud fueron en un inicio dominadas por hombres que explicaban los padecimientos de las mujeres a estereotipos machistas, definiendo lo que era natural o patológico en la vida de las mujeres. Las autoras Barbara Ehrenreich y Deidre English (1989) realizaron investigaciones acerca de la historia de la salud de las mujeres, evidenciando un hilo conductor entre la cacería de brujas, la anulación de las comadronas en América, y las supuesta epidemia de la histeria y la frigidez que eran tan diagnosticadas por los médicos entre el siglo XIX y XX. En toda esta historia, los expertos habían desarrollado todo tipo de recomendaciones sin considerar las propuestas y experiencias de las mujeres, anulando lo saberes acumulados de las mismas por muchos siglos. Este tipo de antecedentes, mencionan las autoras, generaron una serie de contradicciones entre la ciencia médica dominada por hombres y la salud de las mujeres. Se percibía la mirada de los médicos como quien ve desde lejos sin tener conocimiento de causa, pero que decide qué es lo bueno, lo malo y lo necesario de acuerdo a los preceptos sociales, no necesariamente al bienestar de las mujeres.

Es así como se generó un tipo de antagonismo entre los expertos de las ciencias de la salud y las sanadoras, mujeres que no tenían títulos profesionales. Como menciona Carme Valls i Llobet (2010)

Los nuevos expertos científicos (…) dejaron de buscar lo “verdadero” para pronunciarse sobre qué era “adecuado”. Pero este proceso no fue fácil ni sencillo, ya que para poder tomar el poder sobre las vidas de las mujeres se debía desacreditar de fondo toda la sabiduría que las mujeres habían aprendido unas de otras.

Entre toda esta contradictoria relación entre las mujeres y la medicina patriarcal, en los últimos años del siglo XIX las médicas entran a competir dentro de este mundo masculino. De hecho, eran las mujeres no profesionales quienes atendían el 50% de los partos, pero en 1930 fueron sustituidas por hombres médicos. A partir de este momento, Ehrenreich y English describen que la profesión médica “abordaba la feminidad como una enfermedad”. Esta feminidad, además, solo correspondía a las mujeres de clases altas que dedicaban su vida al ámbito doméstico. Las mujeres obreras demostraban una fuerza y resistencia a jornadas largas de trabajo, contradiciendo la idea de una debilidad intrínseca en las mujeres por tener útero y ovarios.

Desmitificar los cuerpos de las mujeres, defender el derecho a la salud

En los inicios del siglo XX, los médicos consideraban a la menstruación, el embarazo y la menopausia como enfermedades físicas, como estorbos intelectuales, mientras veían en los órganos reproductivos de las mujeres como espacios de experimentación de cirugías y medicamentos nuevos (Ehrenreich y English, 1989). Y así, existen infinidad de anécdotas registradas sobre las formas patriarcales de concebir la medicina.

En esta complicada historia, el movimiento por la salud de las mujeres se formó como una fuerza diferenciada y activa dentro del movimiento feminista en Estados Unidos. Se evidenció el enorme desconocimiento que las mujeres tenían sobre el funcionamiento de sus propios cuerpos y cómo los medicamentos y tratamientos recetados por expertos resultaban riesgosos para la propia salud. Las mujeres profesionales de la salud colaboraron en los debates y en la difusión de conocimiento, recuperando el hilo conductor de las antiguas y nuevas sanadoras, comadronas, enfermeras.

Y ahora, cada 28 de mayo desde 1988 se conmemora el Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer. Esta fue una propuesta de la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos y la Red de Salud, que inició con una campaña informativa sobre la prevención de la mortalidad materna. Posteriormente, esta conmemoración comenzó a abarcar otras temáticas que afectaban y siguen afectando el acceso a la salud para las mujeres. Algunos de los temas que se manifiestan son el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, la calidad en la atención sanitaria para las mujeres y las consecuencias de los abortos clandestinos. Estos temas se analizan en la manera que afectan a las mujeres y adolescentes, como una demanda por el reconocimiento y cumplimiento del derecho a la salud integral de las mujeres.

En la campaña del 2020, la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe -RSMLAC- manifestó que “en medio de una pandemia, nuestras luchas se reafirman; esta crisis ha develado las profundas grietas que el modelo capitalista ha causado en los sistemas de salud a través de la privatización, el desmantelamiento de la infraestructura y el establecimiento de barreras de acceso al derecho fundamental de la salud, profundizado las desigualdades y violencias estructurales en especial sobre las mujeres y las poblaciones vulnerables de la región.”

Las dos pandemias

Durante la pandemia las desigualdades sexuales se hacen más evidentes. De acuerdo con UNFPA Guatemala, las vulnerabilidades de las mujeres y las niñas han sido exacerbadas por la crisis sanitaria. Asimismo, la covid-19 afecta de manera distinta a las mujeres que a los hombres. De acuerdo con UNFPA, “las pandemias empeoran las desigualdades de género ya existentes para las mujeres y las niñas, y pueden afectar la forma en que reciben tratamiento y cuidado”.

Otro factor de riesgo es la desproporcionada representación de las mujeres en el personal de atención médica y servicios sociales: un 70% son mujeres, entre parteras, enfermeras y trabajadoras sanitarias (UNFPA, 2020).

Por otra parte, el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, incluyendo la atención médica como el abastecimiento de métodos anticonceptivos, se vio afectado desde los primeros meses de la pandemia. En esta columna, Laura Valenciano narra el caso de Costa Rica:

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Además del acceso a métodos anticonceptivos, UNFPA ha resaltado la importante de garantizar otros insumos fundamentales para la salud de las mujeres, como artículos de gestión y salud menstrual. Se señala que los suministros de todos estos artículos se ven alterados por las restricciones derivadas de la respuesta a la pandemia.

Sobre las vulnerabilidades que se profundizan durante tiempos de crisis, la RMSLAC señala que las mujeres enfrentan dos pandemias, ahora la covid-19 pero también la violencia. Especialmente en el caso de las mujeres que migran, la red denuncia que podrían enfrentar mayores riesgos de ser agredidas sexual, física y psicológicamente por el incremento de la xenofobia, la falta de documentación y la dificultad de acceder a servicios públicos.

Todas estas situaciones han llevado a recomendar a los estados tomar medidas que tengan enfoque de género, es decir, que prevean las situaciones y necesidades diferenciadas de las mujeres y cómo las respuestas a la pandemia puedan llevarse a cabo de una manera que no afecten los derechos de las mujeres, garantías que en incluso en situación de normalidad se han visto afectados por la falta de información, los prejuicios conservadores y la desvalorización hacia el cuerpo de las mujeres y las niñas.