25N: ¡No más indiferencia ante la violencia machista!
Por Jasmin López
241 femicidios, 401 mujeres asesinadas de formas violentas, 4 alertas Isabel-Claudina activadas diariamente por desaparición, 43 mil 025 partos en niñas y adolescentes de 10 a 19 años, y 11 mil 665 denuncias por violaciones y agresiones sexuales: estas son algunas de las cifras que contabilizan la violencia machista en Guatemala, durante el año 2024. Los datos fueron presentados por las integrantes del Consorcio por los Derechos Sexuales y Reproductivos, quienes hicieron un llamado al Estado y a la sociedad civil para tomar acciones efectivas que atiendan la violencia dirigida contra las identidades femeninas.
Según el Instituto Nacional de Estadística, el 65% de las guatemaltecas ha experimentado algún tipo de violencia a lo largo de su vida, y el 30% de las adolescentes ha sufrido violencia sexual. Las activistas enfatizaron el carácter sistemático de la violencia de género, que no es aislada ni ejercida únicamente por el crimen organizado, sino por las familias, comunidades, instituciones religiosas y estatales. Esta situación está tan arraigada que “las mujeres la han asumido como parte de la vida, como un rol que le corresponde”, de acuerdo con Silvia Menchú, directora de Ademkan, una de las organizaciones que conforman el Consorcio. La violencia machista debe posicionarse “como una cuestión de derechos y de ciudadanía para las mujeres”, manifestó la lideresa.
De acuerdo a Alma Chacón, representante del Consorcio, menciona que, gracias a la lucha de mujeres valientes, la forma en que la sociedad entiende y reacciona a esta problemática ha cambiado en los últimos años. “Hace algunos años ni siquiera se consideraba la posibilidad de que hubiese violencia contra las mujeres. Era más normal y naturalizado el que los hombres fueran agresivos, y le pegaran a las esposas y a las mujeres cercanas a ellos”.
Sin embargo, aunque la violencia de género es más visible y existen instituciones que apoyan a las sobrevivientes, los avances no son suficientes. “No se ha logrado todavía hacer el cambio cultural que necesitamos. Las mujeres siguen teniendo mucho miedo, no queremos tomar protagonismo y cuando lo hacemos somos mal vistas. Todavía existen esas formas patriarcales que nos dicen que nosotras estamos en segundo lugar y que no deberíamos ocupar esos puestos”.
“La violencia contra las mujeres nos inhibe, nos cohíbe, nos crea miedos”, explicó Alma. “Seguimos subordinadas y disminuidas, en términos de no creer que podemos hacer una serie de cosas”.
Las agresiones físicas, sexuales, verbales, y los estereotipos y tratos discriminatorios, alejan a las mujeres de los espacios educativos, económicos y de toma de decisiones, lo que las priva de medios de generación de riqueza, perpetuando el ciclo de la desigualdad.
El Consorcio se pronunció también por las defensoras de derechos humanos, fiscales y abogadas, a quienes el Estado criminaliza y persigue. La violencia política en contra de las mujeres es otra de las expresiones de la violencia, y tiene como objetivo excluir a las mujeres de los puestos de toma de decisiones, tanto públicos como comunitarios.
Alma señala que “no hay mujer que haya participado en cualquier espacio político que no haya recibido menosprecio y trato indigno. Hay muchas mujeres que renuncian a diferentes puestos institucionales porque se sienten atacadas”.
Las activistas exigieron a los organismos gubernamentales acciones para combatir la violencia patriarcal en los diferentes ámbitos. Entre ellas, implementar educación integral en sexualidadl; dignificfar y reconocer la labor de las Abuelas Comadronas; elaborar un protocolo de atención en salud para las mujeres que ejercen el trabajo sexual; trabajar con las organizaciones civiles y comunitarias para reducir las muertes maternas; y asignar presupuesto para la Estrategia de atención integral y Diferenciada para Personas Trans.